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La Controversia de Sión
Douglas Reed

p. 76 77 78 79

Capítulo 13



El cerco alrededor de la ley


La historia de Sión, desde su inicio, entra en cinco fases distintas: aquellas de los Levitas, los Fariseos, los Talmudistas, el intervalo de la "emancipación" y el Sionismo. Esta narrativa ha alcanzado ahora la tercera fase.

La fase Levítica fue aquella de Judah aislada, la "cautividad" babilónica y el"retorno", y de la producción y entrada en vigencia de "la Ley Mosaica". La fase Farisaica que siguió y aproximadamente coincidió con el mando supremo romano de la provincia de Judea, acabó con la segunda destrucción de Jerusalén, la dispersión de los últimos Judeanos, la supremacía Farisaica y la retirada del"gobierno" a su nuevo "centro" en Jamnia.

La tercera, la fase Talmúdica fue la más larga y duró diecisiete siglos, del 70 DC hasta aproximadamente el 1800 DC. Durante este período los judíos entraron en occidente y el "gobierno", desde una sucesión de "centros", trabajaron sin descanso para mantener la nación dispersa bajo su control, sujeta a "la Ley", y separada de los otros pueblos.

Como este también fue el período de la civilización Occidental y del auge de la Cristiandad, fue inevitable que la Cristiandad específicamente (y no meramente el"pagano" genérico, o "extraños", u "otros dioses") debieron transformarse en el blanco principal de las órdenes destructivas de la Ley.

En los ojos de la secta dominante y sus devotos, este período que parece tan largo e importante para las mentes Occidentales, fue en su esencia tan insignificante como el período babilónico. El hecho que uno duró diecisiete siglos y el otro cincuenta años no hacía una diferencia real: los dos eran simplemente períodos de "destierro" para el pueblo especial; y bajo la Ley, el largo episodio Occidental, tal como el corto período babilónico, fue ordenado para terminar en desastre para los"aprehensores", un triunfo judío y un nuevo "retorno" todo lo cual, algún nuevo Daniel, interpretaría en esos términos.

Los diecisiete siglos representaron una nueva "cautividad", bajo la Ley, la cual especificaba que dondequiera que morara el pueblo escogido, fuera de Jerusalén, ellos estaban en cautividad, y que esta cautividad era en sí misma "persecución."

Para un sionista literal como el Dr. Kastein, por consiguiente, los diecisiete siglos que vieron el auge del Cristianismo, forma una página de la historia que está en blanco, excepto por el registro de la "persecución judía" inscrito en él. El resto fue todo ruidos y furia, no significando nada; fue un período de tiempo durante el cual Jehová usó al pagano para plagar a los judíos, mientras él preparaba el triunfo de su pueblo especial; y por las acciones que los paganos hicieron, todavía tienen que pagar (aquí él grita). El único resultado positivo de los diecisiete siglos cristianos, para él, es que los judíos emergen de este período segregados de la humanidad, gracias a sus gobernantes Talmúdicos.

Ciertamente éste fue un hecho asombroso; en toda la historia de logros negativos, nada puede acercarse a los resultados obtenidos por los Sabios de Sión. En el Talmud ellos construyeron ese "cerco alrededor de la Ley" que con éxito [77] resistió, durante diecisiete siglos, todas las fuerzas centrífugas que atraían a los judíos hacia la humanidad.

Mientras ellos reforzaron su empalizada, los hombres europeos, habiendo aceptado la Cristiandad, se esforzaban a través de los siglos en aplicar su ley moral a la vida diaria, aboliendo la servidumbre y la esclavitud, reduciendo privilegio y la desigualdad y generalmente levantando la dignidad del hombre. Este proceso fue conocido como la "emancipación" y por el año 1800, estaba a punto de prevalecer sobre los sistemas de gobernantes absolutos y de las castas privilegiadas.

Los judíos, dirigidos por sus gobernantes Talmúdicos, tomaron la parte dirigente en la lucha por la emancipación. Que en sí misma era bastante justa. Las masas del Cristianismo sostuvieron desde sus inicios que las libertades que se ganaran, debían finalmente llegar a todos los hombres, sin distinción de raza, clase o credo;ése era el significado mismo de toda la lucha, y otra cosa o menos, la habrían hecho sin sentido.

En el caso de los judíos había no obstante, una obvia paradoja que repetidamente confundía y alarmaba a la gente, entre las cuales ellos vivían: La Ley judía expresaba la teoría de la Raza-de-Amos en su forma más arrogante y vindicativa concebible para la imaginación humana; ¿Cómo podían los judíos entonces atacar el estado independiente en otros? ¿Por qué los judíos exigían la nivelación de las barreras entre los hombres cuándo ellos construyeron la barrera más fuerte entre los judíos y otros hombres? ¿Cómo podían las personas que exigían que Dios había hecho todo el mundo para que ellos gobernaran, y les prohibía que se mezclaran con las castas menores, quejarse de discriminación?

Ahora que otros ciento cincuenta años han pasado, la respuesta a tales preguntas ha sido entregada por los eventos.

Es verdad que el clamor judío por la emancipación, en la realidad, no tenía relación con la gran idea o principio del asunto: la libertad humana. La Ley judaica negaba esa idea y principio. Los gobernadores Talmúdicos de la Judería vieron que la forma más rápida de quitar las barreras entre ellos mismos y el poder de otras naciones era destruir a los gobiernos legítimos en estas naciones; y la forma más rápida para ese fin era gritar "¡emancipación!".

Así, la puerta abierta mediante la emancipación podría usarse para introducir la fuerza revolucionaria permanente en la vida de las naciones; con la destrucción de todos los gobiernos legítimos, los revolucionarios tendrían éxito para alcanzar el poder, y estos revolucionarios serían entrenados por el Talmud y controlados por el Talmud. Ellos siempre actuarían bajo la Ley Mosaica, y de esta forma, el fin de Babilonia podría reproducirse en Occidente.

La evidencia de los eventos en el Vigésimo Siglo muestran ahora que éste fue el plan que los superiores Talmudistas trabajaron durante la tercera fase de la historia de Sión, desde aproximadamente el 70 DC hasta el 1800 DC. Por lo tanto allí había una enorme diferencia en la comprensión de "emancipación" por los pueblos europeos Cristianizados entre quienes moraban los judíos y entre los gobernantes Talmudistas de los judíos. Para la gran masa de gente, la emancipación representaba un fin: el [78] fin de la servidumbre. Para la poderosa secta secreta, esto representaba un medio para llegar a un fin opuesto; la imposición de una nueva y más dura servidumbre.

Un gran peligro asistió a esta tarea. Fue, que la destrucción de las barreras entre los hombres, también podría destruir la barrera entre los judíos y otros hombres; esto habría destruido el propio plan, ya que esa fuerza se habría dispersado y es la que tendría que usarse una vez que se ganara la emancipación, para "derrumbar y destruir" las naciones.

Esto casi pasó en la cuarta fase de la historia de Sión; el siglo de la emancipación (digamos, entre el 1800 al 1900 DC) trajo el peligro de la "asimilación". En el siglo de la "libertad" un gran número de judíos, en Europa Occidental y en el "nuevo Occidente" al otro lado del mar, demostraron el deseo de soltar sus cadenas de la Ley Judaica y mezclarse ellos mismos con la vida de la gente. Por esa razón nuestro historiador Sionista, el Dr. Kastein, considera el Siglo XIX, que es el más oscuro en toda la historia judía, cargado con el peligro mortal del envolvimiento en humanidad que felizmente fue evitado. Él no puede contemplar sin horror la destrucción, a través de la asimilación, de las barreras Judaicas de raza y credo. Así que llama al movimiento por la emancipación del siglo XIX "retrógrado" y da las gracias a Dios que "la ideología" Sionista preservó a los judíos del destino de la asimilación.

Eso llevó a la quinta fase, a una que comenzó aproximadamente en 1900 y en la cual nosotros vivimos. La empalizada Talmúdica se mantuvo firme y al final de la cuarta fase los judíos, totalmente "emancipados" en la comprensión Occidental, aun estaban segregados bajo su propia Ley. Aquellos que intentaron escapar, hacia la "asimilación", fueron entonces arrastrados al enclaustramiento tribal por el poder místico del nacionalismo.

Usando el poder sobre los gobiernos, el cual se había ganado a través de la emancipación, la secta gobernante logró un segundo "retorno" a la tierra escogida, y así reestableció la Ley del 458 AC, con su misión destructiva e imperial. Una fiebre chauvinista, que todavía debe recorrer su curso, fue inyectada en las venas de la Judería mundial; el gran poder logrado sobre los gobiernos Occidentales fue usado para un coordinado fin; y toda la dura experiencia destructiva de Occidente en el Vigésimo Siglo estaba relacionada y dominada por la antigua ambición de Sión, reavivada desde la antigüedad para transformarse en el dogma de la política Occidental.

Esta quinta fase tiene ahora cincuenta y cinco años aproximadamente, mientras este libro es escrito, y sus primeros resultados son formidables. La "Ley Mosaica" ha sido sobre impuesta en la vida de los pueblos Occidentales, que de hecho se gobiernan por esa ley, y no por leyes propias. Las operaciones militares y políticas de dos guerras mundiales han sido desviadas para promover la ambición Sionista y las vidas y los tesoros de Occidente se han usado para apoyar esta ambición.

Cuarenta años de derramamiento continuo de sangre en Palestina han sido obviamente sólo el preludio a lo que todavía está por venir allí. Una tercera guerra mundial puede comenzar y puede extenderse fuera de Palestina, y si alguna fuera a comenzar en algún otro lugar, habría previsiblemente en su curso, darse una vuelta y encender la ambición de Sión que no será [79] cumplida hasta que un área, mucho mayor en el Medio Oriente sea conquistada, y "otros Dioses" sean destruidos, y "todas las naciones" se hayan esclavizado.

El Dr. Kastein ve en esta quinta fase la edad dorada, cuando la "historia puede ser reasumida" (después del período sin sentido conocido como la era cristiana) y el Sionismo, como "poseedor de una misión" mundial, reentrará en una herencia destinada, culminando en el dominio mundial, del cual fue criminalmente desposeído en el año 70 DC (cuando la "historia" fue interrumpida).

Esta narrativa ha alcanzado ahora, la tercera de estas cinco fases, una de largo tiempo, cuando los escribas Talmúdicos en la Academia en Jamnia comenzaron con la industria sin fin de hilar La Ley, en una tela de araña aún mayor, de ramificaciones interminables, de la cual un judío difícilmente podría escapar sin una horrible multa. Por medio de esto, lo que parecía imposible fue logrado: una casta de personas dispersas a lo largo del mundo fue durante diecisiete siglos mantenida aparte de la humanidad y había sido entrenada para una tarea destructiva en el Vigésimo Siglo de la era cristiana.

Algunos consideran que este notable período de preparación y organización, cuando un cerco fue construido alrededor de la Ley Judaica, de tal manera que la"libertad" no absorbiera al pueblo especial o debilitara su fuerza destructiva, fue aquí el apropiado.

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