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Capítulo 20
El diseño
Esta prueba se obtuvo cuando los documentos de la sociedad secreta del"Illuminati" de Adán Weishaupt, fueron capturados por el Gobierno Bávaro en
1786 y publicados en 1787. Entonces salió a la luz el plan de la revolución-mundial, y la existencia de una poderosa organización con miembros en las más altas
posiciones. Desde ese momento ya no quedaron dudas que en todos los países y
clases de la sociedad contenían a hombres que estaban unidos para destruir todo gobierno legítimo y todas las religiones. La organización conspiracionista se metió
bajo tierra nuevamente después de su exposición, pero sobrevivía y seguía con su
plan, emergiendo a plena vista del público en 1917. Desde entonces, como
Comunismo, ha perseguido abiertamente los objetivos descubiertos por el golpe del
Gobierno Bávaro de 1786, por los mismos métodos que entonces también se
revelaron.
La publicación de los documentos de Weishaupt ocurrió por una casualidad tan
curiosa como aquella sobre la preservación de los documentos del Sr. Whittaker
Chambers en 1948.(*) Estos documentos de Weishaupt eran sólo un residuo, que
quedaba después de haberse destruido un gran volumen, por algunas razones del
quehacer y de los planes del Illuminati que se había conocido antes de 1786, en
parte a través de las jactancias de sus propios miembros, en parte a través de
descubrimientos de algunos que (tal como el Sr. Chambers 160 años después) se
sublevaron, cuando comprendieron la verdadera naturaleza de la empresa en que
se encontraban. Así la Viuda Duquesa María Anna de Baviera en 1783 recibió
información de ex Illuminatis las cuales decían que la orden estaba enseñando que
la religión debería ser considerada como una cosa sin sentido (‘el opio de los
pueblos’ de Lenín) y el patriotismo como algo pueril, que el suicidio era justificable,
que la vida debe gobernarse por la pasión en lugar de la razón, que uno podía
envenenar a sus enemigos, y cosas así. Como resultado de esto y de otra
información, el Duque de Baviera en 1785 emitió un decreto contra el Illuminati; la
orden fue acusada como una rama de la Francmasonería, y a los oficiales
gubernamentales, miembros de los servicios armados, profesores, maestros y
estudiantes le fue prohibido unirse a ella. Una prohibición general se dictó sobre la
formación de sociedades secretas (es decir, grupos que se ligaran sin registrarse, tal
como la ley lo requería).
(*) El Sr. Whittaker Chambers, un impresionable joven norteamericano, más bien mórbido, fue
"capturado" por los Comunistas en la Universidad de Columbia, Nueva York, en 1925 y se hizo
agente y mensajero que, trabajando bajo un alias, entregó documentos oficiales robados a sus
superiores comunistas. En 1938 él se cansó de su esclavitud y huyó del Partido. ¡En 1939,
espantado por la alianza entre el Comunismo y el Hitlerismo, intentó informar al Presidente
Roosevelt de la infestación de los departamentos gubernamentales por agentes comunistas, y
del espionaje que estaba ocurriendo, pero fue duramente desairado, diciéndole a través de un
emisario presidencial "que salte en un lago". Como precaución, él guardó en secreto sus pruebas
(fotografías de centenares de documentos oficiales secretos) en un ascensor en desuso y en el
curso de los años se olvidó de ellos, ¡ya que no escuchó nada más hasta 1948!
Entonces su nombre fue mencionado en el curso de una investigación que surgió de las
revelaciones que hizo otro ex agente comunista, y él fue llamado a prestar declaración. Hizo esto
y en seguida fue demandado por difamación, por un alto oficial gubernamental, el Sr. Alger Hiss
a quien él incriminó de hurto de documentos muy secretos y que fueron entregados a través del
Sr. Chambers a los Comunistas. Por su propia protección, buscó a su pariente entonces en
Nueva York y le preguntó si el paquete guardado, secretamente en el ascensor de servicio en
desuso diez años antes, todavía estaba allí. Estaba cubierto con el polvo y la enormidad de sus
contenido, examinado nuevamente después de diez años, sobresaltó incluso al Sr. Chambers.
Escondió el paquete en una calabaza en su granja hasta que finalmente llegó el día que debía
hacer su defensa contra el cargo de difamación. Esto llevó a la condena de su acusador, el Sr.
Hiss, y a la exposición parcial de una condición de infestación comunista en el Gobierno
norteamericano tan profunda y extendida, que la política estatal norteamericana debió
obviamente, durante todo el período de la Segunda Guerra Mundial, haber estado en gran parte
bajo la influencia directa de los líderes de la Revolución Mundial en Moscú.
[139]
Esta prohibición (obviamente no podría hacerse efectiva; las organizaciones secretas no pueden ser suprimidas por decreto) puso a los conspiradores en
guardia, de tal manera que (como los dos historiadores del Illuminati lo relatan, los
Sres. C.F. Forestier y Leopold Engel) "una cantidad considerable de los más
valiosos documentos de la orden fueron cuidadosamente ocultado o quemados" y"pocos documentos sobrevivieron ya que la mayoría de ellos fueron destruidos y las
relaciones externas fueron cortadas para evitar sospechas"; en otros términos, la
orden se sumergió profundamente.
Así, los documentos que se encontraron en 1786, representan sólo una mínima
parte. M. Forestier dice que en 1784, (el último año en que se tendía más bien a
jactarse de su poder que a ocultarlo) la orden se expandió desde su base Bávara"sobre toda Europa Central, desde el Rin al Vístula y desde los Alpes al Báltico; sus
miembros incluían a personas jóvenes que llegaron más tarde a aplicar los
principios instilados en ellos, funcionarios de todos los tipos que pusieron su
influencia a su servicio, miembros del clero quienes se inspiraban a ser 'tolerantes'
y príncipes cuya protección podía exigirse y a quienes esperaban controlar". El
lector verá que éste es un cuadro del Comunismo de hoy en día, salvo por la alusión
a los "príncipes"; el número de éstos casi ha disminuido a la nada desde 1784.
Sin embargo, los papeles que se encontraron y se publicaron, si bien ellos no
mostraron el rango total del número de miembros del Illuminati y sus conexiones,
sobre todo en Francia, Bretaña y Norteamérica, no obstante expusieron la
naturaleza de la sociedad secreta y su ambición destructiva-total. Un emisario de
los Illuministas fue alcanzado por un rayo en un viaje a Silesia en 1785. Los
documentos encontrados en él, fueron la causa que se allanaran las casas de dos
líderes Illuministas para ser investigadas.
La correspondencia entre "Spartacus" (Adán Weishaupt) y el "Areopagites" (sus
socios más cercanos en la orden), y otros papeles encontrados, revelaron el plan
total para la revolución-mundial con la cual hemos sido familiares en el siglo 20 a
través de sus resultados y bajo el nombre de "Comunismo."
Nadie puede creer hoy que este grandioso plan de destrucción se originó en el
cerebro de un profesor Bávaro, o puede resistirse a la conclusión que (tal como la
Sra. Nesta Webster sugiere) Weishaupt y sus aliados no crearon, sino que
solamente dieron a conocer al mundo, una fuerza viva y terrible que había estado
inactiva durante muchos siglos.
Cuando él fundó su Illuminati, el 1 de mayo de 1776, Weishaupt era Decano de la
facultad de leyes en la Universidad de Ingolstadt (en nuestros días los profesores
universitarios que son a menudo Comunistas secretos serán encontrados en las
facultades de leyes). Había sido formado por los Jesuitas a quienes él llegó a odiar,
y tomó prestado de ellos, pervirtiendo el propósito en su opuesto, su secreto de
organización: el método que (como dijo su asociado Mirabeau) "bajo una cabeza, hace que hombres dispersos por el universo tiendan hacia la misma
meta". Esta idea, de hombres ligados juntos en una conspiración secreta y
usándoles para lograr objetivos que ellos no comprenden, impregnan el cúmulo
completo de cartas y otros documentos Illuministas capturados por el Gobierno
Bávaro.
La idea se presenta con una ardiente afectuosidad y las diferentes formas de
realizarla [140] es de alta ingeniosidad. La experiencia acumulada de años, en la
conspiración, debe haber servido de base y la Sra. Nesta Webster, en su búsqueda
de la fuente de esta doctrina mórbida y perversa, fue llevada atrás, al comienzo de
la era cristiana y más allá. Por ejemplo, M. Silvestre de Sacy dice que el método
usado por los Ismailis (una secta subversiva dentro de Islam en el siglo 8) era
reclutar "guerrilleros en todos los lugares y en todas las clases de la sociedad" en un
intento por destruir la fe profesada y gobierno; el líder de Ismaili, Abdullah ibn
Maymun, preparó "para unirse en la forma de una inorme sociedad secreta con
muchos grados de iniciación de libre pensadores, quienes consideraban a la
religión sólo como una restricción para las personas y para los fanáticos de todas
las sectas". El logro de Abdulla ibn Maymun, según otra autoridad, M. Reinhart
Dozy, fue que "por medios como estos, era provocado un resultado extraordinario,
que una multitud de hombres de diferentes creencias trabajaran juntos para un
objetivo que era conocido sólo por unos pocos de ellos". Estas citas describen
exactamente los objetivos, métodos y logros de Adán Weishaupt y del Comunismo
y ellos podrían multiplicarse por los extractos de la literatura de los Cabalistas, los
Gnósticos y los Maniqueos.
Los documentos de Weishaupt son indiscutiblemente auténticos; el Gobierno
Bávaro anticipó cualquier intento de gritos de "Falsificación" (de la forma que se ha
hecho familiar en nuestro siglo) invitando a cualquiera que estuviese interesado a
inspeccionar los documentos originales en los Archivos en Munich.
Ellos revelaron las tres cosas principales: primero, los objetivos de la sociedad;
segundo, el método de organización; y tercero, el número de miembros, por lo
menos en una área relativamente restringida (principalmente, en los estados del
sur de Alemania). Estas tres materias se discutirán aquí separadamente.
La idea básica, dejada abundantemente clara en la correspondencia entre"Spartacus" y sus compañeros-conspiradores con pseudónimos, era destruir toda la
autoridad establecida, el nacionalismo y la religión, para aclarar así la forma, para
el surgimiento de una nueva clase gobernante del Illuminati. Los objetivos de la
sociedad, tal como han sido resumidos por Henri Martin, eran "la abolición de la
propiedad, de la autoridad social y del nacionalismo, y el retorno de la raza humana
al estado feliz en que formaba sólo una gran familia sin las necesidades artificiales,
sin las ciencias inútiles, cada padre siendo un sacerdote y un magistrado;
sacerdotes de una religión que no conocemos, a pesar de sus invocaciones
frecuentes al Dios de la Naturaleza, muchas indicaciones nos llevan concluir que
Weishaupt no tenía ningún otro Dios que la Naturaleza misma."
Esto es confirmado por Weishaupt; "los Príncipes y las naciones desaparecerán. . .
La razón será el único código del hombre". En todas sus escrituras él eliminó
completamente cualquier idea del poder divino fuera del Hombre.
El ataque sobre "reyes y príncipes" fue meramente el "encubrimiento" para el
verdadero ataque, sobre todo nacionalismo (tal como el tiempo lo ha
demostrado; ahora que el suministro de reyes y príncipes ya casi no existe, ahora el
Comunismo destruye a proletarios, primeros ministros y políticos); y aquello sobre
los "sacerdotes" fue un disfraz para el ataque real, sobre toda religión. El
verdadero objetivo, en ambos casos, es revelado por el propio Weishaupt [141] en
su correspondencia con sus íntimos; el objetivo falso fue entregado a los agentes
inferiores de la sociedad, o al público si alguna vez consiguiera alguna información
del proceder de los Illuministas. La gran habilidad de Weishaupt en reclutar a
personas importantes, los cuales se le unieron en la creencia que ellos estaban
mostrándose así, como "progresistas" o "liberales", es demostrado por el número
de príncipes y sacerdotes que fueron encontrados en sus secretas listas de
miembros.
El mejor ejemplo de su éxito, y de su rápida adaptabilidad en el método, es dado
por el caso de la religión. Su ataque a la religión era una cosa mucho más atrevida y
sorprendente en su día que en el nuestro, cuando ya hemos vivido bastante tiempo
con el Comunismo para familiarizarnos con una proposición que en los días de
Weishaupt debe haber parecido escasamente creíble: ¡que el hombre, habiendo
encontrado su camino a la idea de Dios, debería por su propia voluntad desandar
sus pasos!
La idea original de Weishaupt era hacer el Culto al Fuego la religión del
Illuminismo. Esto implicaba que era improbable atraer a reclutas del rango del
clero, y él dio con una mejor idea que los trajo en grandes números.
Afirmó que Jesús había tenido "una doctrina secreta", nunca revelada
abiertamente, la cual podía ser encontrada diligentemente entre las líneas de los
Evangelios. Esta doctrina secreta aboliría la religión y establecería la razón en su
lugar: "cuando por fin la Razón sea la religión de los hombres el problema estará
resuelto". La idea de unirse a una sociedad secreta de la cual Jesús habría sido el
verdadero fundador, y de seguir el ejemplo establecido por Jesús usando palabras
para enmascarar el significado, demostró ser irresistible para muchos clérigos que
entonces atravesaron la puerta que estaba abierta para ellos. Ellos eran personajes
de un nuevo tipo en su día; en los nuestros, el clérigo comunista se ha puesto
familiar.
Los líderes Illuministas privadamente se burlaban de ellos. El colaborador del jefe"Spartacus" que se hacía llamar "Philo" (Barón von Knigge de Hannover) escribió,
"Nosotros decimos entonces, Jesús no deseaba introducir una nueva religión, sino
sólo restaurar la religión natural y la razón a sus antiguos derechos. . . Hay muchos
pasajes en la Biblia que pueden ser usados y pueden explicarse, y así todas las
discusiones entre las sectas cesa si uno puede encontrar un significado razonable
en la enseñanza de Jesús, sea esta verdadera o no… Ahora por lo tanto, en que
las personas ven que nosotros somos los únicos reales y verdaderos
Cristianos, podemos decir una palabra más contra los sacerdotes y príncipes,
pero lo he manejado así, ya que después de pruebas anteriores ahora puedo
recibir a pontífices y reyes en este grado. En los más altos Misterios
debemos entonces (a) descubrir el fraude piadoso y (b) revelar de todas las
escrituras el origen de todas las mentiras religiosas y sus conexiones. . . "
"Spartacus" comentó alegremente, "Usted no podría imaginar la sensación que está
despertando el grado en nuestros sacerdotes. La cosa más maravillosa es que
grandes teólogos protestantes y reformados que pertenecen al Illuminismo todavía
creen que la enseñanza religiosa impartida en él, contiene el verdadero y genuino
espíritu de la religión cristiana. ¡Oh, hombre, de qué usted no puede ser
persuadido! Nunca pensé que podría llegar a ser el fundador de una nueva
religión."
A través de este éxito persuadiendo a los clérigos que lo irreligioso era la verdadera
fe y el anticristo la verdadera Cristiandad, Weishaupt dio grandes zancadas en
Baviera. Él recuerda que todos los profesores que no eran Illuministas habían sido
sacados de la Universidad de Ingolstadt [142], que la sociedad les había
proporcionado a sus miembros clericales con "buenos beneficios, parroquias,
puestos en la corte" que las escuelas estaban controladas por los Illuministas, y que
el seminario para los sacerdotes jóvenes sería pronto capturado, desde lo cual,"podremos proporcionar a toda Bavaria con sacerdotes apropiados".
El ataque de Weishaupt a la religión era el rasgo más distintivo de su doctrina. Sus
ideas sobre "el dios de la Razón" y "el dios de la Naturaleza" llevan su pensamiento
muy cerca del pensamiento Judaico mismo en su relación con los Gentiles, y como
el Illuminismo se transformó en Comunismo, y el Comunismo estaba bajo la
dirección judía, esto podría ser significativo. La Ley Judaica también establece que
los Gentiles (quienes como tales son excluidos del mundo por venir) sólo tienen
derecho a la religión de la naturaleza y de la razón que Weishaupt enseñaba. Moisés
Mendelssohn,(*) tal como es citado de sus Memorias, dice:
"Nuestros rabinos enseñan unánimemente que las leyes escritas y orales que
forman en conjunto nuestra religión revelada, es obligatoria solamente para
nuestra nación: 'Moisés nos ordenó una ley, incluyendo la herencia de la
congregación de Jacob'. Nosotros creemos que todas las otras naciones de la tierra
han sido dirigidas por Dios para adherir a las leyes de la naturaleza. . .
(*) Moisés Mendelssohn escribió esto hace casi doscientos años y define correctamente la
actitud Judaísta hacia las "Castas Inferiores Sin La Ley" de Kipling. En nuestros días (1955)
una propuesta esta siendo difundida en la Judería, traer las castas inferiores nominalmente
dentro del redil Judaísta mientras se perpetúa su inferioridad y exclusión. Como el lector de
este libro recordará, en la era pre-Cristiana se buscaron prosélitos, pero desde el inicio del
período cristiano, la hostilidad Judaísta a la conversión ha sido firme e incluso feroz (con
una sola excepción, la conversión masiva de los mongoles Khazars, de los cuales es el origen
de los Ashkenazis de hoy) y el Talmud dice que los "prosélitos están molestando a Israel
como una costra."
En 1955 un joven rabino de la Reforma, nacido en Alemania pero que estaba viviendo en
Norteamérica, sugirió que había llegado el momento para el Judaísmo, de emprender el
trabajo misionero entre los Gentiles. La base que el estableció era idéntica con el dictum de
Moisés Mendelssohn; este rabino, el Sr. Jakob Petuchowski, sólo tuvo éxito encontrando
una solución que a Mendelssohn le había parecido una dificultad insoluble ("Conforme a los
principios de mi religión, no buscaré convertir a cualquiera que no haya nacido según
nuestras leyes;…la religión judía se opone diametralmente a esto" es decir, a la conversión).
El Sr. Petuchowski propuso, de hecho, que las conversiones hechas por su propuesta misión
deberían estar sobre una base que le daría al convertido un estado, respecto a los judíos
originales, comparable con los Negros norteamericanos durante la era de la esclavitud, con
la gente blanca en la hacienda de la gran plantación. A los convertidos se les requeriría (en
otros términos, permitiría) sólo obedecer las "Siete Leyes de Noé", (la alusión
probablemente es al noveno capítulo del Génesis), y no las centenares de órdenes y vetos
atribuidos a Dios por la "Ley Mosaica". De esta forma las "castas inferiores" recibirían, al
parecer, de las manos del Judaísmo, la "religión de la naturaleza y de la razón"
recomendada igualmente para ellos por Adán Weishaupt y Moisés Mendelssohn. Si ellos se
llamaran a sí mismos "judíos", entonces, esto sería más bien como cuando el hombre negro
de la plantación tomaba el nombre-de-familia de su dueño.
Esta ingeniosa propuesta puede haberse incitado por la reflexión que el poder judío en el
mundo es ahora tan grande, que una solución al problema del status de las "castas
inferiores" tendría que ser encontrada, si "La Ley" ha de ser observada literalmente. Las
propias palabras del Sr. Petuchowski fueron: "Los Judíos Religiosos creen que los planes
para el reino de Dios en la tierra han sido entregados bajo su cuidado. . . Aquellos Gentiles,
que tienen esta salvación mucho más grande en su corazón, deben familiarizarse con lo que
el Judaísmo tiene que ofrecer, y deberían ser invitado a compartir su destino con la familia
de Israel."
Lo que aquí se ofreció de hecho era "la religión de la naturaleza y la razón."
Aquellos que regulan sus vidas según los preceptos de esta religión de la
naturaleza y de razón son llamados hombres virtuosos de otras naciones. . . "
En esta visión autoritaria, entonces, Dios mismo excluyó a los Gentiles de su
congregación y les ordenó que vivieran meramente según las leyes de la naturaleza
y de la razón. Así Weishaupt estaba dirigiéndolos para hacer exactamente lo que el
dios judío les ordenó a ellos hacer. Si los rabinos Talmúdicos no tuvieran ningún
rol en el Illuminismo inspirador (y la investigación no puede descubrir alguna), la
razón por qué tomaron después un [143] rol dirigente en el Comunismo parece
aquí ponerse claro.
Tanto para los objetivos del Illuminati. Ellos son los objetivos del Comunismo de
hoy en día, inalterados. En cuanto al método, se hizo una lista de cada una de las
bajezas de las cuales los seres humanos son capaces, para su explotación en la
causa del reclutamiento. Entre los papeles se encontraron dos paquetes que
particularmente horrorizaron a la opinión pública en el momento. Ellos contenían
documentos que extienden el derecho de la orden para ejercer la ley de vida y
muerte sobre sus miembros, una alabanza al ateísmo, la descripción de una
máquina para la destrucción automática de papeles secretos, y prescripciones para
procurar abortos, sellos para falsificar monedas, fórmulas de perfumes venenosos y
de tinta invisible, y similares. Hoy, nuevamente, el contenido de un laboratorio
comunista es familiar a cualquiera que investiga tales materias, pero en 1787, el
efecto de este descubrimiento, en la católica Baviera, fue como un vislumbre de la
antecámara del Infierno.
Los papeles de Weishaupt incluían un diagrama que ilustra la manera en que él
ejerció el control sobre su organización. Muestra lo que podría ser una sección de
cadena-de-correos, o de panal de abejas, y es idéntico al famoso sistema de "célula"
en que se construye el Comunismo de hoy. Es el producto de una inteligencia del
nivel más alto (y, obviamente, con siglos de experiencia; no pueden inventarse
métodos de esta clase sin un proceso largo de ensayo y error). El secreto es que el
daño a tal estructura no puede ser más que local, el tejido principal siempre
permanece intacto y es capaz de repararse. Si unos eslabones, o células, se
destruyen, éstas pueden reponerse a su debido tiempo, y entretanto la organización
continúa, substancialmente ilesa.
Al centro de este tejido estaba Weishaupt, y sostenía todos los hilos en sus manos."Uno debe mostrar cuan fácil sería para un cerebro diestro, dirigir cientos y miles
de hombres", escribió sobre el diagrama, y debajo de él agregó, "tengo dos
inmediatamente debajo de mí en quienes respiro todo mi espíritu, y cada uno de
estos tienen otros dos, y así sucesivamente, y nuevamente. De esta manera puedo
poner a mil hombres en movimiento y en el fuego de la manera más simple, y en
esta forma uno puede impartir órdenes y operar en política."
Cuando los papeles del Illuminati se publicaron, la mayoría de sus miembros
supieron por primera vez que Weishaupt era su cabeza, porque sólo él era conocido
para sus socios íntimos. La masa sólo supo que, en algún lugar sobre ellos, había un"amado líder" o un "gran hermano", un Ser todo-sabio, amable pero riguroso,
quien a través de ellos reformaría el mundo. Weishaupt había de hecho logrado el"resultado extraordinario" atribuido a Abdulla ibn Maymun en el Islam: bajo él,"una multitud de hombres de diversas creencias estaban todos trabajando juntos
por un objetivo sólo conocido por unos pocos de ellos".
El hecho que cada crédulo sólo conocía a otros dos prójimos crédulos no habría
sido suficiente para provocar ese resultado. ¿Cómo eran mantenidos juntos los
Illuminatis? La respuesta es que Weishaupt descubrió, o recibió de alguna
inteligencia más alta, el secreto en que la fuerza cohesiva de la revolución mundial
descansa hoy en día bajo el Comunismo: ¡el terror!
Todos los Illuminatis adoptan nombres "iluminados" que ellos usan en sus
relaciones [144] entre sí, y en toda la correspondencia. Esta práctica del uso de un
seudónimo, o "nombre encubierto", ha sido continuada hasta el presente. Los
miembros de los gobiernos comunistas que usurparon el poder en Rusia en 1917,
fueron conocidos al mundo, por primera vez en la historia, por sus seudónimos (y
se conocen así también para la posteridad).
La exposición de 1945-1955 en EEUU, Inglaterra, Canadá y Australia mostró que
los hombres que trabajaron como agentes comunistas en los gobiernos de estos
países usaron "nombres-chapas", de la forma comenzada por Weishaupt.
Weishaupt organizó su sociedad en grados o círculos, los anillos exteriores
contenían los nuevos reclutas y los ingenuos inferiores. Se suponía que el avance a
través de los grados implicaba iniciación en extensos capítulos del misterio central.
Weishaupt prefería el reclutamiento de hombres jóvenes, en sus edades más
impresionables, entre 15 y 30 años. (Esta práctica también fue continuada en
nuestros días; los Sres. Alger Hiss, Harry Dexter White, Whittaker Chambers,
Donald Maclean, Guy Burguess y otros fueron todos "atrapados en la red" en sus
universidades norteamericanas o inglesas). Se agregaron otras calidades o grados
mientras crecía el círculo de reclutamiento, o se descubrieron obstáculos especiales
para ellos; el ejemplo de la religión ya ha sido entregado, y en este caso también
como el Comunismo, haciendo uso de la sugerencia que Jesús fue el primer
Comunista, ha seguido el precedente de Weishaupt, solamente cambiando"Iluminismo" por "Comunismo". En este acercamiento a probables miembros a
manera de invitación, "¿Quiere usted entrar en mi locutorio?", fue variando para
conformar los casos individuales.
Los hombres jóvenes que fueron reclutados para la conspiración eran
juramentados en un ceremonial muy intimidatorio, incluso con una significativa
parodia del sacramento cristiano. Les exigían que proporcionaran un expediente
sobre sus padres, un listado de sus "pasiones dominantes", y de espiarse unos a
otros. Ambas de estas ideas son básicas en el Comunismo y una posible fuente
original de ellas es la "Ley Mosaica" dónde existe la obligación de denunciar a un
familiar que incurre en sospecha de herejía, y la frase poner a "un guardia en mi
guardia", está incluido en los "estatutos y juicios."
El joven Illuminati fue hecho sentir que nunca sabría cuantos ojos de sus
desconocidos superiores podrían estar sobre él (sólo conocía a sus superiores
inmediatos); fue enseñado a informar sobre aquellos que estaban alrededor y sabía
que ellos informaban sobre él. Éste es el principio básico del terror, el cual nunca
puede ser completamente establecido mediante la muerte, tortura o
encarcelamiento; sólo el conocimiento que no puede confiar en ningún hombre, ni
en su propio hijo o padre o amigo, reduce a la víctima humana a la sumisión
absoluta. Desde los días de Weishaupt, este terror secreto ha sido residente en
Occidente. Aquellos que no tienen alguna experiencia personal de él pueden ganar
comprensión del poder que maneja en nuestros días, incluso a miles de kilómetros
de su cuartel de comando central, leyendo la descripción del Sr. Whittaker
Chambers de su huida a ocultarse después que él resolvió romper con sus amos
comunistas.
Acerca del número de miembros del Illuminati, los papeles descubiertos mostraron
que, después de diez años de existencia, tenía varios miles de miembros, muchos de
ellos en [145] posiciones civiles importantes dónde podrían ejercer influencia en los
actos de gobernantes y en los gobiernos. Ellos incluyeron incluso a gobernantes:¡el contemporáneo Marqués de Luchet relata que unos treinta príncipes reinantes y
non-reinantes se habían informalmente unido a la orden, cuyos amos de esa misma
orden habían jurado destruirlos! Incluía a los Duques de Brunswick, Gotha y Saxe-
Weimar, los príncipes de Hesse y Saxe-Gotha, y el Elector de Mainz; Metternich, el
educador Pestalozzi, embajadores, políticos y profesores.
Sobre todos ellos, se incluía al hombre que, veinte años más tarde, escribiría la obra
maestra más famosa del mundo en el tema de la juventud que vendía su alma al
diablo. La inferencia que Fausto era la verdadera historia de Goethe y el
Illuminismo es difícil de resistir, su tema es esencialmente igual que Testigo y
otros trabajos que, en nuestros días, han sido escritas por hombres que escaparon
del Comunismo.
Estas listas no estaban obviamente completas, por la razón previamente dada, que
ya se habían tomado precauciones antes de que las autoridades Bávaras hicieran
una incursión en las moradas de los socios del jefe Weishaupt en 1786. Por la
misma razón, los documentos descubiertos sólo muestran una parte del área sobre
la cual el Illuminati se había extendido; El propio diagrama de Weishaupt
mostraba que la orden secreta se construyó de tal manera que el descubrimiento
nunca debería destapar o dañar más de un segmento. Es posible, nuevamente por
la misma razón, que Weishaupt fue sólo un grupo o líder del área, y que el alto
concejo de administración de lo que demostrablemente fue una organización
revolucionaria mundial nunca fue desenmascarada.
Lo que es cierto es que, aunque los documentos del Illuminati no contenían
nombres u otras indicaciones de su poder en Francia, la revolución francesa,
cuando comenzó tres años más tarde, evolucionó a un ataque sobre toda la
autoridad civil y toda la religión, exactamente del tipo planificado por Weishaupt y
sus socios. Desde ese día para aquellos escritores al servicio de la revolución
mundial (su nombre es la legión, en todos los países) nunca han dejado de negar
toda conexión entre el Illuminismo y la Revolución francesa; defienden en forma
natural que, ya que la sociedad secreta fue prohibida en 1786, no puede haber
tenido algo que ver con un evento en 1789.
La verdad es que el Illuminismo, aunque prohibido, no fue más extirpado que lo que sería el Comunismo hoy por una prohibición legal, y que sus agentes le
entregaron a la revolución francesa esa marca que la identifica como el trabajo de
los revolucionarios mundiales, no de ciudadanos franceses descontentos. Los
actos del Reino del Terror fueron de una naturaleza inimaginable antes de que ellos
fueran cometidos, pero habían estado mucho tiempo en las cercanías, en la
imaginación del Illuminati. ¿En qué otras mentes se podrían alojar la idea que los
vasos de la cena sacramental debían ser llevados en procesión pública por un asno
a través de las calles de París? Ellos se nutrieron en la antigua tradición de tal
burla, y sus propios iniciados fueron admitidos en una ceremonia que se burlaba
del sacramento. ¿En qué cerebro sino en el de Weishaupt pudo haber nacido la
noción de entronizar a una actriz como la Diosa de la Razón en la Notre Dame?
[146]
"Con el propósito de la evocación infernal. . . es requisito. . . profanar las
ceremonias de la religión a la cual uno pertenece y pisotear sus símbolos más
santos"; ésta es la descripción del Sr. A.E. Waite, de la fórmula de la magia negra, y
la magia negra y el satanismo eran dos de los ingredientes en el brebaje Illuminista.
Weishaupt y su íntimos, o quizás sus amos, se propusieron entrar en Francia a
través de sus agentes, Illuminatis secretos en altos cargos. En este siglo hemos visto
cuan grandes resultados pueden lograrse por este método, el abortado resultado de
la Segunda Guerra Mundial, y la condición de tregua armada en que ha quedado el
mundo, fue provocada por hombres tales como Hiss y White y los importantes
hombres que los protegieron.
Weishaupt seleccionó la manera perfecta de ganar tal poder sobre los asuntos y
eventos franceses: a través de otra sociedad secreta muy poderosa, a la cual el
infiltró y capturó por los métodos establecidos en sus documentos. Ésta fue la
Francmasonería del Gran Oriente.
El plan para adquirir el control de la Francmasonería a través de agentes
Illuministas, y el éxito logrado, están claramente establecidos en los papeles de
Weishaupt. Primero registra que, "he tenido éxito obteniendo un vislumbre
profundo en los secretos de los Francmasones; conozco todos sus objetivos y lo
impartiré todos en el momento justo en uno de los grados más altos". En una fase
posterior dio una orden general para que sus "Areopagites" entraran en la
Francmasonería:
"Entonces nosotros tendremos una Logia masónica propia. . . consideraremos esto
como nuestro jardín guardería. . . ante cualquier oportunidad nos cubriremos con esto. . . “(es decir, con la Francmasonería).
Este dispositivo de avanzar "encubierto" (qué todavía es básico en Comunismo hoy)
fue el principio guía: "Si se logra el objetivo, no importa bajo qué encubrimiento tiene lugar; y un encubrimiento siempre es necesario. Para en el ocultamiento yace
una gran parte de nuestra fuerza. Por esta razón debemos cubrirnos siempre con el
nombre de otra sociedad. Las Logias que están bajo la Francmasonería son
entretanto, la cubierta más conveniente para nuestros altos propósitos. . . una
sociedad oculta de esta forma no puede ser trabajada en contra. . . En caso de una
prosecución o de traición, los superiores no pueden ser descubiertos. . .
Nosotros nos amortajaremos en la oscuridad impenetrable de espías y
emisarios de otras sociedades."
El método comunista de hoy, una vez más, puede reconocerse claramente en estas
palabras; podrían aplicarse a la "captura" de partidos, asociaciones y sociedades de
nuestros días sin cambiar ni una sílaba. La magnitud del éxito de Weishaupt es
demostrado en la mejor forma por el lamento absoluto, cinco años después de la
erupción de la Revolución Francesa, por el Duque de Brunswick, el Gran Maestro
de la Francmasonería alemana que también había sido un Illuminati. En 1794
disolvió la orden con palabras de dolida sorpresa:
". . Vemos nuestro edificio" (es decir, la Francmasonería) "desmoronado y
cubriendo la tierra con sus ruinas; vemos destrucción que nuestras manos ya no
detienen. . . Una gran secta surgió, la cual tomando por lema lo bueno y la
felicidad del hombre, trabajó en la oscuridad de la conspiración para hacer la
felicidad de la humanidad un botín para él. [147] Esta secta es conocida por todos;
sus hermanos son conocidos no menos que sus nombres. Son ellos quiénes han
minado las fundaciones de la Orden al punto del completo derrocamiento; por ellos
toda la humanidad ha sido envenenada y se ha descarriado por varias generaciones.
. . Comenzaron lanzando el odio sobre la religión. . . el plan que ellos habían
diseñado para romper todos los lazos sociales y destruir todo el orden se
revelaba en todos sus discursos y actos. . . ellos reclutaron a aprendices de cada
rango y en cada posición; engañaron a los hombres más perspicaces
alegando falsamente diferentes intenciones. . . Sus maestros no tenían
nada menos en su vista que los tronos de la tierra, y el gobierno de las naciones
sería dirigido por sus clubes nocturnos. Esto es lo que se ha hecho y todavía se
sigue haciendo. Pero nosotros notamos que los príncipes y las personas no se
dan cuenta cómo y por cuales medios esto está siendo cumplido. Por eso nosotros
les decimos a ellos con toda franqueza: el uso malicioso de nuestra Orden. . . ha
producido todos los problemas políticos y morales con que el mundo está lleno hoy.
Ustedes quién han sido iniciados, deben unirse con nosotros levantando sus voces,
para enseñar a las personas y a los príncipes que los sectarios, los apóstatas
de nuestra Orden, han sido y serán exclusivamente los autores de las
revoluciones presentes y futuras. . . Así para cortar de raíz el abuso y los
errores, debemos desde este momento disolver totalmente la Orden. . . "
En esta cita, la presente narrativa ha saltado cinco años delante de los eventos para
mostrar que uno de los principales Francmasones de esa generación, él mismo un
penitente, identificó al Illuminati como los autores de la revolución francesa y de
las futuras revoluciones. El éxito de Weishaupt en su intención declarada de
capturar la Francmasonería desde su interior, y luego el rol jugado por agentes
Illuministas dentro de la Francmasonería dirigiendo la revolución, no podría ser
testimoniado por una autoridad mejor que el mismo Gran Maestro de la
Francmasonería alemana.
Bajo esta inyectada influencia Francmasónica la cual era muy fuerte en Francia,
tomó un curso extremo y produjo los clubes Jacobinos; éstos, nuevamente bajo la
influencia Illuminista, presidió sobre el Reino del Terror, cuando los enmascarados
autores de la revolución revelaron su verdadera naturaleza por sus hechos. Tal
como la revolución rusa 130 años después, aquella en Francia desplegó su odio más
sobre los pobres y los indefensos que sobre los ricos, más sobre los campesinos del
Vendee [zona del Loira] que sobre sus supuestos opresores, sobre toda la belleza
como tal, sobre las iglesias y la religión, sobre todo lo que puede elevar el alma
humana sobre el nivel de necesidades animales y deseos básicos.
El propio Adán Weishaupt se volvió un Francmasón en 1777, un año después que él
fundó el Illuminati, siendo recibido en la Logia de Munich. El Conde Mirabeau, el
fallecido líder revolucionario en Francia, participaba de la intención de Weishaupt
y a las secretas razones para esto, ya que en sus Memorias incluyó un documento,
datado en 1776, que planteaba un programa idéntico con el del Illuminati, y en su
Historia de la Monarquía Prusiana, se refiere a Weishaupt y al Illuminati por su
nombre y dice:
"La Logia Theodore de Bon Conseil en Munich, dónde había unos pocos hombres
[148] con cerebro y corazón, estaban cansados trabajar descuidadamente mediante
promesas vanas y riñas de la Masonería. Las cabezas resolvieron unir a su rama
a otra asociación secreta a la cual ellos dieron el nombre de Orden del
Illuminado. Ellos la modelaron en la forma de la Sociedad de Jesús,
aunque proponiendo visiones diametralmente opuestas".
Ésta es la exacta intención y el método descrito por Weishaupt en su propia
correspondencia, y ésta es la prueba que Mirabeau, el fallecido líder revolucionario,
supo de esto antes, esto es en 1776. Es más, sus palabras sugieren que la sociedad
secreta del Illuminati fue fundada con la intención expresa de ganar control de la
Francmasonería y de instigar y dirigir la revolución a través de esta. Que Mirabeau
tomó parte en toda la tarea desde un comienzo es sugerido por el hecho que la
memoria de 1776 (el año en que los Illuminati fueron fundados) se atribuye el
Illuminista "nombre encubierto" de ‘Arcesilas’, por lo tanto debió ser un miembro
fundador, con Adán Weishaupt, y por ello uno de los principales Iluminati.
Mirabeau, como el eslabón entre Weishaupt y la Revolución francesa, no puede ser
ignorado.
El editor de su libro Memorias, M. Barthou, comenta que el "plan de reforma" de
1776, encontrado entre los papeles de Mirabeau, "se parece mucho en ciertas partes
con el trabajo logrado después por la Asamblea Constituyente" (el parlamento
revolucionario de 1789). Ésa es otra manera de decir que el trabajo de la Asamblea
Constituyente se parecía mucho al plan de Adán Weishaupt de 1776, cuando él y
Mirabeau estaban fundando juntos el Illuminati y estaban planeando ganar el
control de la Francmasonería.
Las otras fases de Weishaupt en la captura subterránea de la Francmasonería
también están claras en los documentos. En el congreso general de 1782 (siete años
antes de la revolución) en Wilhelmsbad, el Illuminati ganó tantos reclutas que la
Orden de la Observancia Estricta, que era el cuerpo más poderoso en la
Francmasonería, dejó de existir. El camino para completar la victoria en el mundo
Masónico fue abierto cuando el Illuminati reclutó a los dos personajes más
importantes de la Francmasonería alemana, el Duque Ferdinand de Brunswick
(más tarde arrepentido) y el Príncipe Carl de Hesse.
En 1785, emisarios del Illuminati asistieron a otro congreso general, en París, y
desde ese momento, la planificación detallada de la revolución parece haber sido la
tarea de la Logia de Amis Reunis que era una "encubierta" del Illuminati. Las
huellas a estas alturas se hacen vagas como resultado de la notoriedad que ganó la
Orden en Baviera, su proscripción al año siguiente, 1786, y la destrucción de las
evidencias.
No obstante, en 1787, los mismos emisarios visitaron París con la invitación del
comité secreto de la Logia.
Incluso antes de que la revolución se hubiera
desarrollado realmente, el hecho que fue instigada y dirigida por el Illuminati fue
conocido y publicado. La acusación y las advertencias proferidas por el Marqués de
Luchet se destacan hoy como una predicción increíblemente exacta, no sólo del
curso que la revolución tomaría en Francia, sino del curso continuo de la
revolución-mundial hasta nuestros días. Ya que [149] tan temprano como 1789 él
escribió:
"Sepa que allí existe una conspiración en favor del despotismo contra libertad, de
incapacidad contra el talento; del vicio contra la virtud, de la ignorancia contra el
esclarecimiento. . . Esta sociedad apunta a gobernar el mundo. . . Su objetivo es el
dominio universal. . . Ninguna calamidad de ese tipo ha afligido hasta ahora al
mundo. . .
De Luchet precisamente describió el rol que el monarca sería obligado a jugar
durante la fase Girondista ("véalo condenado a servir las pasiones de todos los que
le rodeaban. . . elevar a degradados hombres al poder, a prostituir sus juicios al
escoger aquellos que deshonraban su prudencia"), y la condición en que la
revolución dejaría a Francia ("No queremos decir que el país dónde reinen los
Illuminados dejará de existir, pero entrará en tal grado de humillación que ya no
contará en política, que la población disminuirá. . . "). Si su advertencia fuera
desatendida, clamaba Luchet, habrá "una serie de calamidades de las cuales su fin
está perdido en la oscuridad del tiempo. . . un fuego subterráneo ardiendo
eternamente y estallando periódicamente más adelante en violentas y
devastadoras explosiones."
Los eventos de los últimos 165 años no han sido descritos en mejor forma que en
estas palabras de Luchet, las cuales lo predijeron. Él también pudo ver de
antemano el patrón "liberal y progresivo" de la revolución que ayudaría
enormemente a provocar las "violentas y devastadoras explosiones" de estos 165
años: "hay demasiada pasión interesada apoyando el sistema del Illuminati,
demasiados gobernantes engañados, imaginándose ellos mismos iluminados, listos
para precipitar a sus pueblos en el abismo". Él previó la fuerza continua y el
engranaje de la conspiración: "las cabezas de la Orden nunca abandonarán la
autoridad que ellos han adquirido, ni los tesoros a su disposición". De Luchet llamó
a la Francmasonería a limpiar su establo mientras había tiempo: "¿Sería posible
dirigir a los Francmasones mismos contra los Illuminados mostrándoles que,
aunque están trabajando para mantener la armonía en la sociedad, esos otros están
sembrando semillas de discordia por todas partes y preparando la destrucción final
de su orden?" 165 años después, en Bretaña y Norteamérica, los hombres estaban
clamando a sus gobiernos justo con tales palabras, y así vanamente, a limpiar las
oficinas públicas y los servicios de los Illuminados, en aquel tiempo llamados
Comunistas.
La medida de la previsión de Luchet es dada por el hecho que escribió en 1789,
cuando la revolución francesa difícilmente era una revolución; ¡Se sostuvo
universalmente que era meramente una apacible, saludable reforma que le dejaría
una sabia recompensa de poder al monarca, enmendando males obvios, y
estableciendo justicia y libertad para todos en una Francia feliz y regenerada! Ésa
todavía era la creencia general en 1790, cuando al otro lado del canal, otro hombre
vio la verdadera naturaleza de la revolución y "predijo con misteriosa exactitud el
curso de eventos", citando a su biógrafo después de más de un siglo, el Sr. John
Morley.
Edmund Burke, un irlandés, fue uno de los grandes oradores que conoció la Casa
de los Comunes británica. El tiempo es la prueba de la calidad de tal hombre, y
cuando pasan los años las frases de su ataque al anillo de la revolución francesa es
aun más noble; tal como en el [150] caso de Luchet, lo notable es que fue publicado
en 1790, cuando los nombres de Robespierre y Danton eran escasamente
conocidos, antes de que la palabra "república" hubiera sido oída, cuando el rey
esperaba largos años de reinado constitucional, cuando toda Francia estaba
celebrando alegremente las mejoras pacíficas que se habían efectuado. A través de
este feliz escenario cayó repentinamente la sombra del brazo extendido de Burke,
apuntando "como un inspirado profeta" el infierno por venir. Su biógrafo dice, "no
asombra que cuando la nube estalló y la sentencia se cumplió, las personas se
volvieran hacia Burke tal como se volvieron antiguamente hacia el viejo
Ahitopheth, cuyos consejos eran como si los hombres inquirieran el oráculo de
Dios."
Desgraciadamente ése no es el cuadro verdadero de lo que ocurrió cuando la
advertencia de Burke fue cumplida. Muchos hombres se volvieron contra Burke,
no hacia él, precisamente porque él había dicho la verdad; de hecho, el poder que
la conspiración, incluso en ese momento, ejercía sobre la prensa y el debate público
se muestra más claramente ya que convirtió la lisonja a él fue pronto
transformadas en ataques y difamación después que publicó sus Reflexiones sobre la revolución. Los Illuminados, y los órganos "liberales y progresivos" y
portavoces controlados por ellos, habían contado grandemente con Edmund Burke,
porque él había levantado la causa de los colonos norteamericanos una década
antes. ¿Cómo pudo él apoyar una revolución y atacar a otra?, preguntaron ellos
enfadados, y Burke cayó bajo el tipo de ataque general que la prensa unida, en
nuestra generación, mantiene en su escritorio contra cualquier hombre que
públicamente exige investigación del Comunismo-en-el-gobierno.
Si Burke hubiera seguido la línea "progresiva", y pretendido que la revolución
francesa ayudaría al "hombre común", las lisonjas habrían continuado, pero en ese
caso nada de lo que dijo habría sido de valor permanente, o sería recordado hoy.
Tal como fue, las palabras inspiradas de su ataque a la revolución tienen el destello
imperecedero del oro: "Se ha ido, esa sensibilidad de principios, esa castidad del
honor, la cual considera una mancha como una herida. . . La edad de la
caballerosidad se ha ido. La de los sofistas, economistas y calculadores, ha tenidoéxito; y la gloria de Europa se extingue para siempre."
Si estas palabras, también, fueron profecía inspirada, (y en 1955 ellas parecen más
verdaderas que incluso lo fueron en 1790) la Cristiandad y Occidente encontraron
por lo menos a un elocuente y noble doliente en Edmund Burke. Porque conocía
tan claramente las diferencias entre las "revoluciones", vio la verdadera forma del
evento en Francia. Él no sería engañado por el hecho que alguien la había llamado
equivocadamente una guerra colonial de independencia, guiada por escuderos
nacionales, una "revolución". Como amigo genuino de la libertad, había apoyado la
oferta de los colonos para gobernarse y ser amos en su propia casa. No había
ningún tipo de parecido entre sus motivos y aquellos de los hombres secretos que,
tal como Burke lo vio, estaban detrás de la revolución en Francia. Por consiguienteél estiró su brazo acusando y estaba distraído de los reproches de "liberales" y"progresistas" tal como había recibido sus lisonjas en ocasiones anteriores
(ciertamente Edmund Burke supo que su alabanza no había sido incitada entonces
por alguna simpatía con los mercaderes de la Nueva Inglaterra o [151] los dueños
de las plantaciones en el sur).
En Norteamérica, en ese momento, el sentimiento general sobre el evento en
Francia fue uno de engaños, producido por la confusión de ideas que Burke
rechazó. Había, de momento, una noción popular que otra "revolución" benigna
había ocurrido, algo similar a la "revolución norteamericana". Hubo un transitorio"Frenesí francés", cuando los norteamericanos usando escarapelas y sombreros de
la libertad, bailaron, festejaron y desfilaron bajo las banderas francesas y
norteamericanas, y gritaron "Libertad, Igualdad, Fraternidad". Con el Reino del
Terror, esta fase de ilusión fue seguida por una de revulsión y horror.
Los líderes Jacobinos dirigieron el Reino del Terror y, como buenos Illuminatis,
usaron los clásicos seudónimos de la misma forma comenzada por el propio"Spartacus" Weishaupt: Chaumette era Anaxagoras, Clootz (descrito como un
Barón Prusiano) era Anarcharsis, Danton era Horace, Lacroix era Publicola y
Ronsin era Scaevola. Estos terroristas, cuando tuvieron éxito en la fase-Kerensky,
llevaron a cabo fielmente el plan del Illuminati, y mediante el asesinato del Rey y la
profanación de iglesias, dieron expresión a sus dos ideas principales: la destrucción
de todo gobierno legítimo y de toda la religión. Aun así, ellos eran aparentemente
sólo herramientas, ya que un contemporáneo, Lombard de Langres, escribió que "la
Convención más secreta que dirigió todo después del 31 de mayo, un terrible y
oculto poder del cual las otras convenciones se transformaron en esclavos y la cual
estaba compuesta de los principales iniciados del Illuminismo. Este poder
estaba sobre Robespierre y de los comités del gobierno. . . fue este poder
oculto el que se apropió de los tesoros de la nación y los distribuyó entre los
hermanos y amigos que habían ayudado en el gran trabajo."
Es este cuadro de hombres en altas posiciones que hacen la voluntad de algunos
ocultos, pero claramente dirigiendo, una secta suprema que da a la revolución el
aspecto de un show de títeres demoníacos, actuando contra rojas llamas fluctuantes
en medio del olor al azufre. La revolución, no la revolución francesa; y cualquier
sea la verdadera naturaleza de la inglesa, desde 1789 ha sido sólo una, una
revolución continuada. No ha habido erupciones episódicas, desconectadas, en
1848 y 1905 y así sucesivamente, pero esas erupciones recurrentes de "un fuego
subterráneo que arde en llamas eternamente" fueron las que Luchet y Burke
visualizaron antes del evento. Lo que es históricamente de gran valor en los
anales de la revolución francesa, sin embargo, es la prueba que ellos pueden
permitirse el lujo de usar a hombres para un propósito incomprendido
por ellos. Esto da a la revolución, entonces y ahora, su característica peculiar y
satánica; esto es como Lombard de Langres escribió, "el código de infierno".
Cuando la revolución estaba menguando, tres hombres se levantaron, en Francia,
Inglaterra y Norteamérica, los cuales simplemente vieron tres cosas: que su curso
había seguido el mapa revelado por los documentos del Illuminati en 1787; que esta
sociedad secreta había sido capaz, a través de la Francmasonería, de instigar y
dirigirla; y que la liga secreta de conspiradores, con su plan continuo para la
revolución mundial, había sobrevivido y había estado preparando las posteriores"violentas y devastadoras explosiones" de las cuales había hablado de Luchet [152] .
Estos tres hombres fueron el Abbé Baruel, un Jesuita y testigo ocular de la
revolución; el Profesor John Robison, un científico escocés que durante más de
veinte años fue secretario general de la Sociedad Real de Edimburgo; y el
Reverendo Jedediah Morse, un clérigo de Nueva Inglaterra y geógrafo. Todos ellos
eran hombres distinguidos. Los libros del Abbé Baruel y del Profesor Robison y los
sermones publicados del Sr. Morse (todos en 1797-1798) entraron en muchas
ediciones y aun son indispensables para los estudiosos de ese tiempo. Sus trabajos
y palabras ganaron mucha atención pública y ellos fueron apoyados desde
Filadelfia, en su Porcupine’s Gazette, por William Cobbett quien parece haber
sido empujado al exilio por el mismo poder oculto que se preparó para destruir a
los Sres. Baruel, Robison y Morse.
El veredicto de Abbé Baruel sobre lo que había ocurrido era idéntico con aquel de la
profecía más temprana de de Luchet y el análisis posterior de Lord Acton: ". .
Nosotros demostraremos que, incluso los hechos más hórridos perpetrados
durante la revolución francesa, todos ellos fueron previstos y resueltos,
combinados y premeditados, que ellos fueron engendro de un profundo
pensamiento de villanía, ya que ellos habían sido preparados y se produjeron por
hombres quienes sólo tenían pistas de estos complots y conspiraciones acechando
en reuniones secretas dónde ellas habían sido concebidas. . . Aunque los eventos de
cada día pueden aparecer no haber sido combinados, allí no obstante existía un
agente secreto y una causa secreta, dando lugar así a cada evento y transformando
cada circunstancia en el largo esperado fin. . . La gran causa de la revolución, sus
rasgos dirigentes, sus crímenes atroces, permanecerán como una cadena continua
de profunda y premeditada villanía".
Los tres hombres llegaron a la misma conclusión: "Una conspiración anti-Cristiana.
. . no sólo contra los reyes, sino contra cada gobierno, contra toda la sociedad civil,
incluso contra toda propiedad cualquiera esta sea" (Abbé Baruel); "Una asociación
se ha formado para el propósito expreso de sacar de raíz todo el establishment
religioso, y derrocar a todos los gobiernos existentes de Europa" (Prof. Robison);"El objetivo expreso es 'sacar de raíz y abolir la Cristiandad y derrocar todos los
gobiernos civiles. " (Sr. Morse). Ellos estaban de acuerdo que aquello que había
pasado, no era meramente un episodio en Francia, nacido de circunstancias
francesas, sino el trabajo de una organización, con un plan continuo en todos los
países: un plan universal. Ellos estaban de acuerdo que esta organización era la
sociedad secreta del Illuminati que había inspirado y había controlado la fase
terrorista de la revolución, que había sobrevivido, y que había sido establecida y
con mucha fuerza en Inglaterra y en los Estados Unidos. El Abbé Baruel entregó
una advertencia en particular con respecto a lo último.
Las palabras y escritos de estos tres hombres fueron apoyadas por hombres
públicos importantes en su tiempo, y se ha confirmado así totalmente por los
eventos, particularmente en nuestro siglo, que históricamente sirven para mostrar
que la revolución-mundial fue reconocida por algunos, y su curso futuro fue
anticipado en el momento de su segunda aparición en Occidente. Los esfuerzos de
estos tres hombres fueron en vano, tratando de evitar los estragos que la
conspiración descargó posteriormente, y por esa razón el [153] caso de los Sres.
Barruel, Robison y Morse es de especial interés.
Lo que les ocurrió demuestra más concluyentemente que cualquiera de sus propias
palabras, la cosa misma que ellos se esforzaron por establecer: la existencia
continuada y la fuerza de una sociedad secreta trabajando en todos los países, para
el propósito destructivo que ellos describieron. Los Sres. Barruel, Robison y Morse
fueron ahogados con vituperios. En sus días, los periódicos estaban en su infancia,
y normalmente eran poseídos por un solo hombre que también los editaba. Debe
haber sido por consiguiente mucho más difícil que hoy lograr el control de una
proporción grande de ellos.
El ataque concentrado que se llevó a cabo contra los tres hombres, desde el
momento que ellos dijeron que el Illuminismo había provocado la revolución
francesa y que todavía existían, muestra que incluso en 1797, el Illuminati tenía un
control eficaz de la prensa en Norteamérica e Inglaterra.
Éste fue uno de los descubrimientos más sorprendentes entregado por la
investigación que produjo este libro. En mis propios días me han obligado a que
comprenda que este control existe, y que un escritor que escriba sobre la revolución
mundial en la vena de Edmund Burke, encontrará que todas las avenidas de
publicación se cierran en su contra. La Señora Nesta Webster relata la misma
experiencia. Cuando ella comenzó por primera vez a escribir sobre la revolución, a
principio de los años 1920, un conocido editor de Londres le dijo, "Recuerde que si
usted toma una línea anti-revolucionaria tendrá el mundo literario entero contra
usted". Ella dice que pensó que esto era extraordinario, pero entonces encontró a
través de la experiencia que el editor tenía razón y ésa ha sido también mi
observación. Sin embargo, pensé que era una condición que había aflorado durante
los últimos treinta años hasta que estudié la historia de los Sres. Barruel, Robison y
Morse; entonces vi que "todo el mundo literario" cayó como un solo hombre sobre
ellos en 1798, cuando el Reino del Terror era reciente. Nada más mostró tan
claramente para mí, que la línea del Illuminismo en 1789 al Comunismo de hoy en
día es una misma línea de herencia; la misma organización sigue los mismos
objetivos con los mismos métodos e incluso con las mismas palabras.
Ésa fue otra cosa curiosa sobre el ataque a esos tres escritores que tomaron "una
línea antirrevolucionaria". Poco después que ellos ganaran los ojos del público
comenzaron los ataques en los periódicos; casi siempre anónimos. Ellos hicieron
uso de exactamente el mismo idioma (ambiguo de doble moral) como aquel que es
empleado en ataques similares hoy. Los tres hombres fueron acusados de comenzar
una "caza-de-brujas", de ser fanáticos y alarmistas, de perseguir la "libertad de
opinión" y la "libertad de cátedra", de falsear el pensamiento "liberal" y"progresista", y cosas similares. Después de eso, el ataque continuó con calumnias e
insinuaciones indirectas, y encontré a menudo frases que se repitieron en
campañas emprendidas contra un miembro Ministerial norteamericano, el Sr.
James Forrestal, en 1947-1949; se decía que sus vidas privadas eran inmorales y
sus hábitos financieros sombríos; y por último, la sugerencia familiar que estaban"dementes". Esta sugerencia es a menudo usada hoy, en las fases de culminación de
una campaña contra cualquier figura anti-revolucionaria; evidentemente se
mantiene que es una medicina especialmente fuerte en la difamación. Esta
particular [154] forma de ataque podría tener su fuente original en el Talmud, que
lo usa contra Jesús (la Enciclopedia judía, en su artículo sobre Jesús, refiere a
sus lectores al trabajo de un escritor judío que "está de acuerdo que debe haber
habido procesos mentales anormales involucrados en los pronunciamientos y
comportamientos de Jesús").
Para abreviar, estos ataques sobre los Sres. Barruel, Robison y Morse hicieron uso
de un vocabulario político limitado que hoy es claramente reconocible como aquel
de la revolución y sus agentes, y está ahora tan trillado que debe impartirse a todos
los iniciados de algún lugar central en la organización. La campaña contra ellos fue
eficaz, de tal manera que sus advertencias, como aquellas de Burke, fueron
olvidadas por las masas.
¡Sin embargo, la banda secreta (qué debe tener el mismo horror por la verdad como
el diablo podría tenerle a la cruz) continuó temiéndoles, de tal manera que la
difamación continuó mucho tiempo después que los tres estaban muertos! ¡Tan
recientemente como en 1918, la Universidad de Columbia de Nueva York, repartió
fondos para una pieza costosa de investigación diseñada para mostrar que el
Illuminati murió de verdad cuando ellos fueron proscritos en 1786 y por lo tanto no
causaron o sobrevivieron la revolución francesa, y en esta publicación, todos los
epítetos posibles fueron sacados y usados nuevamente como si los tres hombres
muertos fueran "cazadores de brujas" vivos!
En 1918 la revolución rusa tenía un año y el momento estaba evidentemente
inclinado para otro intento en mostrar que la revolución francesa había sido un
asunto autónomo, no dejando alguna raíz que podría haber hecho erupción en
Rusia en 1917. Los Sres. Barruel, Robison y Morse, si de algún modo ellos pudieran
mirar estos procedimientos, sin ninguna duda observarían que en 1918 y en los
siguientes años, el Comunismo encontró que la Universidad de Columbia de Nueva
York sería una muy buena tierra para cazar. (Entre los jóvenes desafortunados que
fueron atrapados allí para la causa estaba el Sr. Whittaker Chambers cuyo
arrepentimiento y advertencia en 1939, si hubiese sido considerado por el
Presidente Franklin Roosevelt, podría haber cambiado el curso entero de la
Segunda Guerra Mundial y de este siglo para bien).
Los primeros dos presidentes de la República norteamericana, aunque ellos no
actuaron eficazmente contra la sociedad secreta, estaban profundamente
alarmados sobre esta y supieron muy bien que aquello que Barruel, Robison y
Morse dijeron era verdad. Uno de los últimos actos de George Washington fue, en
una carta al Sr. Morse, expresar la esperanza que su trabajo tendría "una
circulación más general. . .contiene información importante, poco conocida, fuera de un círculo pequeño, y la diseminación de esta sería útil, si se difundiera a
través de la comunidad". (Presumiblemente el General Washington no le habría
dicho a Whittaker Chambers que "se lanzara al lago"). Washington un poco antes,
le había informado a otro corresponsal que él estaba totalmente en conocimiento
que "las doctrinas de los Illuminati y los principios del Jacobinismo" se habían"dispersado en los Estados Unidos."
De hecho, esto estaba más allá de la duda, ya que las sociedades secretas habían
aparecido en los Estados Unidos en 1793, es decir, dentro de los diez años del
nacimiento de la República, bajo la guisa de "Clubes Democráticos". Su verdadera
naturaleza fue dejada en claro por la actitud del [155] ministro francés, Genet, hacia
ellos; él mostró la abierta simpatía que los Embajadores soviéticos, en nuestra
generación, despliegan hacia las organizaciones comunistas, o quizás con más
precisión, para aquellos que sirven como "encubrimiento" para el Comunismo (la
relación entre las embajadas soviéticas y los Partidos Revolucionarios en el país
acreditado, fue establecida con muchas pruebas documentales en las
investigaciones canadienses y australianas de 1945-46 y 1954-55). George
Washington, como presidente en 1794, acusó a estas "sociedades auto creadas" de
instigar la erupción de la insurrección en Pennsylvania, conocida como la Rebelión
del Whisky. La autoridad de Washington era demasiado grande para que el fuese
atacado como una cazador-de-brujas y los clubes se sumergieron rápidamente,
pero desde ese momento la presencia en tierra norteamericana de una organización
para la revolución-mundial se hizo conocida a todos aquello a los que les interesaba
saberlo y pudieron resistir el "lavado de cerebro" de la prensa.
La parte reconocidamente jugada por la Francmasonería del Gran Oriente, bajo la
infiltración de Illuministas, en la Revolución francesa también causó que la
Francmasonería norteamericana clasificara bajo sospechas, pero la discusión
franca de este asunto fue impedida por el hecho que el gran Washington era la
cabeza de la fraternidad Masónica.
Los defensores de la francmasonería pusieron mucho énfasis en esto
(evidentemente en el principio de "inocencia por asociación"), y en la ocasión del
entierro de Washington en 1799 hicieron un gran desfile de compañerismo con el
héroe muerto. Fuera de respeto por él, más bien por satisfacer la curiosidad, el
debate público menguó entonces, pero por lo menos dos prominentes Masones,
Amos Stoddard y el Reverendo Seth Payson, tal como el Duque de Brunswick en
Europa, públicamente declararon que el Illuminati había penetrado la
Francmasonería y había estado trabajando bajo su nombre. El sucesor de
Washington, el Presidente John Adams, en 1798 dirigió una dura advertencia a la
Francmasonería:
". . la sociedad de los Masones ha descubierto una ciencia de gobierno, o el
arte de gobernar sociedades, peculiar a ellos mismos, y desconocido a todos
los otros legisladores y filósofos del mundo; Quiero decir, no sólo la
habilidad para conocerse unos a otros por marcas o señas que ninguna otra
persona puede adivinar, sino también el poder maravilloso de habilitar y
compeler a todos los hombres, y supongo a todas las mujeres, en todo
momento, a guardar un secreto. Si este arte puede aplicarse, para poner las
máximas normales de la sociedad a un lado, e introducir política y
desobediencia al gobierno, y aun así guardar el secreto, debe ser obvio que
tal ciencia y tales sociedades pueden ser pervertidas para todos los
propósitos enfermos de los cuales han sido sospechosos. . . "
Después de este reproche público sólo la muerte de Washington al año siguiente,
pudo aplacar probablemente el deseo del público para una investigación completa;
como sucede tan a menudo en estos asuntos, los que se oponían a una investigación
profitaron de un evento irrelevante el cual distrajo o desarmo la atención pública.
No obstante, la sospecha pública continuó a través de tres décadas y llevó a la
formación de un Partido Anti-masónico en 1827, qué en su convención Estatal en
Massachussets en 1829 declaraba que hay evidencias de una conexión íntima entre
las órdenes más altas de la Francmasonería y el Illuminismo francés". Ése fue casi
el último puntapié del [156] Partido en la investigación, ya que la próxima
convención Estatal, en Vermont en 1830, recordaba la secuela con que nuestro
siglo ha sido hecho familiar: "… el espíritu de preguntar. . . fue pronto e
inexplicablemente sofocado; la prensa estaba muda como la voz del centinela
estrangulado y la masa de las personas fueron mantenidas en la ignorancia que una
alarma sobre el asunto de la Masonería había sonado alguna vez".
En otros términos, el clamor por una investigación había sido ahogado, como en
nuestra generación, por el contra-lamento de la "caza-de-brujas" y similares. De ese
momento hasta hoy, el pueblo norteamericano no ha tenido jamás éxito en llevar a
alguno de sus gobiernos a una investigación plena y la infestación secreta del
gobierno y de los departamentos públicos ha continuado, con resultados sólo
parcialmente revelados por las exposiciones de 1948 y posteriores. La situación en
Inglaterra ha sido muy similar.
En los últimos párrafos esta narrativa ha saltado algunos años para seguir el curso
de la inquietud pública norteamericana sobre la Francmasonería hasta su fin en
1830 (el Partido Anti-masónico realmente murió en 1840). Ahora retorna a la
consecuencia inmediata de la revolución francesa, y su efecto en el mundo.
El
Presidente Adams, tal como su Trabajos lo muestra, estaban totalmente
informados y persuadidos sobre la existencia de una conspiración universal y
continuada contra todos los gobiernos legítimos y la religión. Él cometió el error,
natural en su día, de pensar que el plan era uno francés, así como las personas
hoy, sin excusas, hablan y piensan en el Comunismo Ruso, aunque la naturaleza
internacional de la revolución ha sido por mucho tiempo, claramente un hecho,
más allá de toda duda.
Mediante el Acta de Sedición de 1798, el Presidente Adams trató de salvaguardar el
futuro de la República, pero el tiempo ha mostrado subsecuentemente que las leyes
contra las sociedades secretas y conspiraciones (aunque ellas deberían promulgarse, para establecer la ilegalidad de la tarea) es ineficaz en verificarlas,
sobre todo cuando la organización secreta tiene siglos de experiencia eludiendo
tales leyes. La única medida eficaz contra la conspiración secreta es la
investigación, la exposición pública y remediarla, y esto nunca se ha usado
totalmente.
El hombre público norteamericano que percibió más simplemente toda la forma
del futuro fue el confidente de Washington, Alejandro Hamilton. Él dejó entre sus
papeles una memoria sin fecha (probablemente 1797-1800) qué decía:
". . la presente era está entre la más extraordinaria qué ha ocurrido en la
historia de los asuntos humanos. Las opiniones, durante mucho tiempo, han
estado ganando terreno gradualmente, las cuales amenazan las fundaciones
de la religión, de la moral y de la sociedad. Un ataque fue hecho en primer
lugar contra la revelación cristiana para la cual se ofreció la religión natural
como suplente. . . La misma existencia de una Deidad se ha cuestionado y en
algunos casos negado. El deber de piedad se ha ridiculizado, la naturaleza
perecedera de hombre afirmada, y sus esperanzas se limitaron al corto
palmo de su estado terrenal. La muerte se ha proclamado como un sueño
eterno, el dogma de la inmortalidad del alma un timo, inventado para
atormentar la vida para el beneficio del muerto. . . Una liga ha sido
consolidada a lo largo entre los apóstoles y discípulos de la anti-religión y la
anarquía. La religión y gobierno han sido [157] "estigmatizados como
abusos. . . El desarrollo práctico de este sistema pernicioso ha sido visto en
Francia”.
Ha servido como una máquina para subvertir todas sus antiguas instituciones, civil
y religiosas, con todos las órdenes que sirvieron para mitigar el rigor de la
autoridad; ha precipitadamente rápidamente a través de una serie de terribles
revoluciones que han dejado la propiedad destrozada, ha hecho estragos en las
artes, derrocado ciudades, las provincias desoladas, ha dejado las regiones sin
gente, teñido de carmesí su tierra con sangre, y la ha ahogado en el crimen, en la
pobreza, y en la miseria; . . .
Este sistema hórrido parecía por un momento amenazar la subversión de la
sociedad civilizada y la introducción de un desorden general entre la
humanidad. Y aunque los males espantosos que han sido sus primeros y únicos
frutos, han dado una verificación de su progreso, será temido que el veneno se
ha extendido demasiado ampliamente y ha penetrado demasiado
profundo para ser fácilmente erradicado. Su actividad se ha suspendido, pero los elementos permanecen, preparándose para nuevas
erupciones cuando la ocasión lo permita. Será en gran forma aprehendido
que la humanidad no está cercana al fin de los infortunios que se
calculaba debía producir, y que todavía se pronostica un largo tren de
convulsión, revolución, carnicerías, devastación y miseria. Los
síntomas del predominio demasiado grande de este sistema en los
Estados Unidos son alarmantemente visibles. Fue por su influencia que se
hicieron intentos de embarcar a este país en una causa común con Francia en el
período temprano de la presente guerra; para inducir a nuestro gobierno a
sancionar y promover sus odiosos principios y visiones con la sangre y el tesoro de
nuestros ciudadanos.
Ha sido por su influencia que cada revolución subsiguiente ha sido aceptada o
excusada; todo los horrores que se han cometido justificado o aminorados; que
incluso la última usurpación, la cual contradice todos los principios ostensibles de
la Revolución, han sido consideradas con complacencia, y la constitución despótica
engendró por él, astutamente se mantuvo como un modelo no indigno de
imitación. En el progreso de este sistema, la falta de piedad y la infidelidad han
avanzado con pasos gigantescos. Crímenes prodigiosos hasta aquí desconocidos
entre nosotros, ahora se ven. . . "
¡Nosotros los de los años 1950 estamos tan familiarizados con los resultados aquí
previstos, que difícilmente podemos comprender qué habilidad fue necesaria, en
los años 1790, tan claramente para preverlos! Desde de Luchet, antes del Reino del
Terror ("una serie de calamidades en que el fin está perdido en la oscuridad de
tiempo. . . un fuego subterráneo ardiendo eternamente y surgiendo adelante
periódicamente en violentas y devastadoras explosiones") hasta Alejandro
Hamilton después de lo cual ("los elementos permanecen, preparándose para
nuevas erupciones cuando la ocasión lo permita. . . la humanidad no está cercana al
fin de los infortunios que se ha calculado provocará. . . un largo tren de convulsión,
revolución, carnicerías, devastación y miseria") la forma de nuestro siglo fue
predicha más claramente y con precisión.
El resultado neto de todo este conocimiento previo, por lo que se refiere a la
precaución, fue la nada. Inútilmente pero masivamente, todo ocurrió tal como
estos hombres, los Burkes y Barruels, los Robisons y Morses previeron; como un
sonámbulo, Occidente pisó por todo el camino trazado lleno de minas. Los profetas
anti-revolucionarios fueron bajados a gritos; los oradores y escritores
revolucionarios tomaron el debate y fueron aplaudidos. [158]
Las guerras de Napoleón ayudaron a desviar la atención pública del complot y la
organización que había sido descubierta. Diez años después de la revolución
francesa, los documentos del Illuminati y de la revolución francesa estaban siendo
olvidados; la masa pública empezó a creer que la sociedad secreta estaba de verdad
muerta, o que nunca había jugado un rol en la revolución, o que no importaba.
Veinte años después de la revolución francesa, el Illuminati estaba tan ocupado
como siempre. Nada había cambiado, excepto que los seguidores de la secta en
Inglaterra y Norteamérica habían tenido éxito, a través de su poder sobre la
información publicada, engañando la mente pública y difamando a todos aquellos
que entregaron advertencias.
Este último conocimiento sobre el Illuminati es reciente; La investigación de la
Señora Nesta Webster lo descubrió. Viene de las cajas de la policía de Napoleón, las
cuales ahora han vertido su contenido a los estudiantes e historiadores. Éstos
muestran que, dos décadas después de la revolución y en víspera de la propia caída
de Napoleón, el Illuminati estaba muy vivo, y sseguía su objetivo sin desviarse.
François Charles de Berckheim fue un comisionado especial de la policía en
Mayence bajo el Imperio, y también era Francmasón. Informó en 1810 que el
Illuminati tenía iniciados por toda Europa y estaba trabajando firme para
introducir sus principios en las Logias de la Francmasonería: "El Illuminismo se
está volviendo un enorme y formidable poder. . . los reyes y la gente tendrán mucho
que sufrir por esto, a menos que la previsión y la prudencia quiebren su espantoso
mecanismo". Un informe posterior, de 1814, confirma totalmente la disputa
principal de los Sres. Barruel, Robison y Morse en 1797-1799 sobre la persistencia
de la sociedad secreta:
"La asociación más vieja y más peligrosa que es generalmente conocida bajo la
denominación del Illuminati y de la cual su fundación va atrás, hacia la mitad delúltimo siglo. . . la doctrina del Illuminismo es subversiva de cada tipo de
monarquía; libertad ilimitada, nivelación absoluta hacia abajo, tal es el dogma
fundamental de la secta; para romper los lazos que ligan al soberano con los
ciudadanos de un estado que es el objetivo de todos sus esfuerzos."
Veinte años después del acto de penitencia pública realizado por el Duque de
Brunswick, Berckheim registró que "entre los jefes principales. . . se numeran
hombres distinguidos por su fortuna, su nacimiento, y de dignidades con las cuales
ellos fueron investidos". Él creyó que algunos de éstos eran "no las víctimas de
estos sueños demagógicos" sino que "esperan encontrar en las emociones
populares que ellos avivan, los medios para tomar las riendas del poder, o de todos
modos, aumentar su riqueza y créditos; pero la muchedumbre de adeptos cree
religiosamente en él. . . "
El cuadro entregado en estas palabras (que recuerdan las de Luchet, de veinticinco
años antes) es, o debe ser, familiar hoy en día, porque nuestra generación ha
mostrado nuevamente esa avaricia por el poder que lleva a las personas adineradas
o muy conocidas, a asociarse con movimientos, aparentemente hostiles a su riqueza
o renombre, en la creencia que a través de ellos, pueden volverse aun más ricos o
más notables.
Berckheim entonces, da una descripción de la organización y los métodos del
Illuminati los cuales reproducen el cuadro entregado por la correspondencia de
Weishaupt de 1786, [159] y podría ser igualmente una fotografía del Comunismo
trabajando en nuestro siglo. El siguiente extracto muestra un grupo de 20
reconocibles caracteres del Siglo Veinte, a los cuales cualquier atento estudioso de
nuestro tiempo podría encajar nombres, y este fue escrito en 1813:
"Como la fuerza principal del Illuminati yace en el poder de opiniones, ellos se han
dispuesto desde el principio para hacer prosélitos entre los hombres que a través
del ejercicio de su profesión ejerzan una influencia directa en las mentes, como
literatos, sabios y sobre todos, profesores. El último en su cátedra, el anterior en
sus escritos, propagan los principios de la secta enmascarando el veneno que ellos
hacen circular bajo mil formas diferentes. Estos gérmenes, a menudo imperceptible
a los ojos del vulgo, se desarrollados posteriormente por los adeptos de las
Sociedades que ellos frecuentan, y la redacción más oscura es llevada así a la
comprensión de los que menos disciernen. Es sobre todo en las
universidades donde el Illuminismo siempre ha encontrado y siempre
encontrará numerosos reclutas; Esos profesores que pertenecen a la
Asociación comienzan primero a estudiar el carácter de sus alumnos.
Si un estudiante da evidencias de una mente vigorosa, una imaginación ardiente, la
secta de inmediato ponen sus ojos en él; hacen sonar en sus orejas las palabras
Despotismo, Tiranía, Derechos de las Personas, etc, etc. Antes de que él pueda atar
siquiera algún significado a estas palabras, mientras crece en años, leyendo
trabajos escogidos para él, conversaciones hábilmente preparadas, desarrollan el
germen depositado en su cerebro juvenil. Pronto, su imaginación fermenta. . . Por
fin, cuando ha sido completamente cautivado, cuando varios años de pruebas
garantizan a la sociedad el secreto inviolable y la devoción absoluta, se le da a
conocer que millones de individuos distribuidos en todos los Estados de Europa
comparten sus sentimientos y sus esperanzas, que un eslabón secreto liga
firmemente a todos los miembros esparcidos de esta inmensa familia, y que las
reformas que él desea tan ardientemente, más temprano o más tarde habrán de
llegar. Esta propaganda se da más fácilmente por las asociaciones de estudiantes
existentes que se reúnen para el estudio de literatura, para sentirse en grupos, por
deportes o incluso para el libertinaje. Los Illuminados se insinúan en todos estos
círculos y los convierten en terreno fértil para la propagación de sus principios. Tal
es entonces el modo incesante de la Asociación para progresar desde sus orígenes
hasta el presente momento; esto es en congregar desde la niñez el germen del
veneno en las clases más altas de la sociedad, alimentando las mentes de
estudiantes en ideas diametralmente opuestas a ese orden de cosas bajo las cuales
ellos tienen que vivir, rompiendo los lazos que los ligan a los soberanos, que el
Illuminismo ha reclutado un gran número de adeptos. . . "
Así el Illuminismo sobrevivió y floreció en la oscuridad después que sus "adeptos"
en las oficinas editoriales, las cátedras universitarias y en púlpitos, habían
derrotado el clamor público por su extirpación. Desde entonces, para unas cinco
generaciones la cosa ha continuado: una proporción de hombres notables y una
proporción de hombres jóvenes en las universidades han incitado a cada
generación subsiguiente a ser seducidos en esta red. La única contra-medida que
daría a los mayores una pausa y abrir los ojos de los jóvenes incautos serían la clara
información pública sobre la revolución mundial [160] y sus métodos, y eso se ha
negado de generación en generación, de tal manera que la secta secreta ha
mantenido su poder y apoyo. Puede haber sólo una explicación para esta negativa
de los gobiernos, de generación en generación, a investigar y exponer: a saber, que
en estos días tal como en aquellos de Weishaupt, la secta tiene sus "adeptos" en los
gobiernos mismos; de lo cual nuestro siglo ha entregado suficiente evidencias.
¿Qué del propio Weishaupt, veinte años y más después de su exposición y la
proscripción de su orden? En 1808 fue interrogado sobre un punto del ritual
masónico y su interrogatorio logró el conocimiento de un miembro eminente del
Gran Oriente, el Marqués de Chefdebien, quien entonces escribió en una carta a un
amigo que el Illuminismo había proporcionado los hombres que "avivaron la
revuelta, la devastación, y los asesinatos": Cuando Weishaupt murió, en 1830, su
orden estaba probablemente más fuerte de lo que había sido alguna vez, pero
estaba a punto de cambiar su nombre; la misma organización, con los mismos
objetivos, emergería en 1840 como Comunismo. Esa extensa historia pertenece a
los capítulos posteriores, y a estas alturas la presente narrativas toma licencia de
Adam Weishaupt, el hombre cuyo nombre se identifica para siempre con la
emergencia de la revolución-mundial como una idea permanente y ambición,
propagada por una organización permanente de conspiradores secretos en todas
los países, y no teniendo nada que hacer con remediar la opresión o la injusticia;
estos males que deseaba agravar y perpetuar.
Quienquiera fuesen sus promotores, sin importar cual fuera la fuente original de su
gran conocimiento de la debilidad humana, Weishaupt, tal como la Señora Nesta
Webster dice, "recogió en sus manos los hilos de todas las conspiraciones, pudo
tejerlas juntas en un gigantesco esquema para la destrucción de Francia y el
mundo". En su ejército de hombres de todas las clases y de las visiones más
diversas, fueron unidos juntos por ataduras de infamia que parecían tan fuertes
como aquellas de la fe y el honor: El admirable sistema de "Weishaupt de
compartimentar a prueba de fugas les mantuvo alejado del conocimiento de estas
diferencias y todos ellos marcharon, inconscientemente o no, hacia la misma
meta."
Si había corrientes diferentes de descontento antes, Weishaupt las fundió en una.
Con él y el Illuminismo, "la vaga teoría subversiva se transformó en la revolución
activa"; el staff general fue formado, las operaciones de batalla fueron desplegadas,
el objetivo clarificado. Hoy, casi doscientos años después, la consecuencia de eso
también está clara: la revolución-mundial de total-destrucción debe prevalecer
sobre la Cristiandad y Occidente, reduciéndolos a ambos a ruinas, o ser ellos
mismos aplastados y desmembrados. No existe ninguna tercera solución o curso en
el medio o un fin diferente al conflicto que se reveló en 1786. Los principales
hombres públicos y los devotos de la secta lo visualizaron desde la partida. En 1875
Monseñor Dillon concisamente declaró el hecho inalterable:
“Si Weishaupt no "hubiese vivido, la Masonería podría haber dejado de ser
poder después de la reacción consecuente por la revolución francesa. Él le
dio un forma y un carácter que le llevaron a sobrevivir a esa reacción, a
darle una energía hasta el presente día, y que lo llevará adelante
hasta que su conflicto final con la Cristiandad deberá
determinar [161] si Cristo o Satanás reinarán en esta tierra
finalmente."
Este libro es un estudio del "asunto judío" como la pregunta más importante en los
asuntos internacionales en el presente; aun así el capítulo actual (el más largo hasta
aquí) sobre la revolución-mundial no ha hecho ninguna mención del asunto judío o
de los judíos. Hay una razón para esto. Cincuenta años después de la revolución
francesa, la revolución-mundial estaba bajo la dirección Judaísta, pero la
instigación original de los Judaístas de la revolución-mundial en su fase francesa, no puede ser demostrada. Por consiguiente, la posibilidad está abierta que la
revolución-mundial no fue en sus inicios una empresa Judaísta, sino una en que la
secta gobernante del Judaísmo se hizo accionista mayoritario posteriormente.
Nada definido puede establecerse de cualquier modo; el encubrimiento de las
huellas, es el primer principio de las tácticas revolucionarias.
Aparentemente los judíos jugaron un rol muy pequeño o ningún rol en la
Conspiración maestra (la de Weishaupt y su Illuminati) y simplemente una parte
proporcional con todos los otros, en la revolución francesa. Acerca de lo primero, la
autoridad principal en este asunto, la Señora Nesta Webster, dice "los judíos
parecen haber sido admitidos sólo en raros casos en la Orden". Leopold Engel, un
carácter misterioso que reorganizó la orden en 1880, va más allá, declarando que el
reclutamiento de judíos fue prohibido. Por otro lado, Mirabeau, un importante
Iluminati y revolucionario, se identificó a sí mismo con las demandas y
pretensiones de los Judaístas, así que cualquiera restricción en la aparición real de
judíos en la Orden puede haber sido un dispositivo de "encubrimiento", del tipo
que Weishaupt sostuvo era de suma importancia.
Las mejores autoridades del momento estaban de acuerdo que el Illuminati eran
los instigadores de la revolución y que ellos eran hombres de todos los países. El
Chevalier de Malet dice, "Los autores de la revolución no son más franceses que los
alemanes, italianos, ingleses, etc. Ellos forman una nación particular que nació y ha
crecido en la oscuridad, en medio de todas las naciones civilizadas, con el objeto de
sujetarlos a su dominio". Éste es el cuadro que el estudioso de hoy también puede
obtener del estudio de la literatura de la revolución francesa; es completamente
diferente del cuadro de la revolución rusa de 1917, a la cual las palabras no podrían
aplicarse.
En la revolución francesa misma (como distintivo de la conspiración anterior) el
rol jugado por los judíos está bastante claro, pero parece haber sido ese de"complicidad en el desorden" que les atribuye el Corán, en lugar del control o
dirección. De hecho, es a menudo difícil distinguir a los judíos, como tal, en los
archivos de ese tiempo, porque los escritores de aquellos días no los separaron así.
Es más, la revolución en su fase francesa, parecía estar contra toda la religión y todo nacionalismo (en la fase rusa, nuevamente, ya no fue el caso). Así, la chusma
que llevó cruces y cálices a la asamblea revolucionaria, mientras las iglesias de
París estaban siendo entregadas a las "Fiestas de la Razón", también incluían a
judíos que contribuyeron con ornamentos de la sinagoga para demostrar la
profanación. Nuevamente, en "el Templo de Libertad", un ciudadano "planteó los
prejuicios de la religión judía" emprendiendo para demostrar "que todos los formas
de culto son imposturas [162] igualmente degradadas para el hombre". Alexandre
Lambert hijo, entonces dio voz a esta protesta contra la esclavitud del Talmud:
"La mala fe, ciudadanos, de la cual la nación judía es acusada, no viene de ellos
mismos sino de sus sacerdotes. Su religión que sólo les permitiría prestar a
aquellos de su nación con un 5 por ciento de interés, les dice que tomen todos lo
que ellos puedan de los Católicos; incluso se santifica como una costumbre en
nuestras oraciones de la mañana, solicitar la ayuda de Dios para entrampar a un
Cristiano. Hay más, ciudadanos, y es el clímax de la abominación; si se comete
cualquier error en el comercio entre judíos, piden que ellos hagan reparación: pero
si en 100 louis un Cristiano pudo haber pagado 25 de más, uno no está obligado a
devolvérselos. ¡Qué abominación! ¡Eso es un horror! ¿Y de dónde viene todo
eso sino de los Rabinos? ¿Quién ha excitado las proscripciones contra
nosotros?¡Nuestros sacerdotes! Ah, ciudadanos, más que de cualquier cosa en el mundo
debemos abjurar de una religión que. . . sujetándonos a prácticas tediosas y
serviles, hace imposible para nosotros ser buenos ciudadanos". (*)
Si los Judíos se identifican en cualquier parte como Judíos (no simplemente como participantes) en los peores hechos de la revolución, esto está en la jactancia
judía, no por la imputación Gentil. Por ejemplo, escritores como M. León Kahn va
más lejos de su forma en asociar a los judíos, con nombres, con el ataque al rey y a
la religión, y eso lo hace cien años después de los eventos. Éste es un ejemplo del
esfuerzo trabajado, el cual puede encontrarse en mucha literatura Judaísta para
mostrar que nada de este tipo puede pasar en el mundo sino es por la mano de
Jehová, es decir, de los judíos. M. León Kahn aparentemente no podría imaginar la
revolución francesa en alguna otra condición que aquella de Daniel y Belshazzar.
Pero para la revolución rusa, M. León Kahn puede ser olvidado; una vez más, son
nuestros días actuales quienes dan una mirada de verdad a los antiguos eventos.
En los eventos posteriores a la revolución francesa, los judíos, a través de sus
líderes, pareciera que simplemente transformaron una situación en su favor, ya que
estaban facultados para hacerlo. Sin embargo, a la luz de lo que lo siguió después es
significativo que los judíos que ganaron eran los "judíos Orientales", y que estos
non-semitas convertidos al Judaísmo en ese momento hicieron su primera brecha
en los muros de Occidente.
La mayoría de los judíos en Francia eran Sepharditas, descendientes de esos judíos
españoles y portugueses que tenían alguna tenue tradición, por lo menos, que los
unía con Palestina. Cualquier inhabilidad aun sufrida por estos judíos asentados de
largo tiempo fue finalizada por el decreto de 1790 que les daba todos los derechos
de ciudadanos franceses. En Alsacia,
(*) La línea puesta en itálica en esta cita da una oportunidad histórica de comentar que
cuando Alexandre Lambert hijo, habló así, el período rabínico en la historia Judaísta
había recién comenzado. Antes de 1772, cuando Polonia fue dividida, había existido siempre
un gobierno o dirección visible, centralizada dirigiendo la autoridad para toda la Judería. En el comienzo fue el sacerdocio de los Levitas, en Jerusalén y Babilonia. Bajo Roma fue el partido político dominante, los Fariseos, que estaban en el efecto en el gobierno. Después de la caída de Jerusalén y la dispersión fue el "gobierno móvil Talmúdico" en Palestina, Babilonia, España y Polonia. Después de esto se perdió de vista, en 1772 el período
"rabínico" comenzó, como la autoridad sobre la totalidad de la congregación de la Judería, hasta donde fue manejado, fue ejercido por todas partes por los Rabinos. Entre éstos, naturalmente, existían hombres de cada grado de creencia y temperamento, desde el más extremo al más templado; pero el presente siglo ha mostrado que la mayoría de ellos, tal como en los períodos anteriores en la historia judía, siguió literalmente la "Ley" del Judaísmo que desde el punto de vista Gentil, por supuesto, es extremismo en su forma más extrema. [163]
una comunidad de Ashkenazis, judíos eslavos,
había aparecido y estos visitantes de Rusia fueron muy detestados, por lo que la
propuesta para entregarles la ciudadanía provocaría tormentosos debates en la
Asamblea revolucionaria y una insurrección entre los campesinos alsacianos. En
esta ocasión se oyeron nuevamente las advertencias con las cuales los siglos
anteriores se habían hecho familiares. El Abbé Maury les dijo a los diputados
ciudadanos, "Los judíos han atravesado diecisiete siglos sin mezclarse con otras
naciones. . . Ellos no deben ser perseguidos, ellos deben protegerse como
individuos y no como franceses, ya que ellos no pueden ser ciudadanos. . .
Cualquier cosa que usted haga, siempre seguirán siendo extranjeros en nuestro
medio". El Obispo de Nancy concurrió; "Se les debe otorgar protección, seguridad,
libertad; pero..¿Debemos admitir en la familia una tribu que es extranjera a ella,
que vuelve sus ojos incesantemente hacia un país común, que aspira a abandonar la
tierra que lo hospeda? El interés de los judíos mismos hace necesaria esta
protesta."
Los judíos Sepharditas también protestaron: "Nos atrevemos a creer que nuestra
condición en Francia no estaría abierta hoy a la discusión si ciertas demandas de
los judíos de Alsacia, Lorraine y los Tres Obispados no hubiesen causado una
confusión de ideas las cuales pareciera que se reflejan en nosotros. . . A juzgar por
los papeles públicos ellos parecen ser bastante extraordinarios, ya que estos judíos
aspiran a vivir en Francia bajo un régimen especial, tener leyes particulares para
ellos, y constituir una clase de ciudadanos separada de todos los otros."
Esta protesta judía (una recurrente a través de los tiempos hasta nuestros días, y
siempre ignorada por los gobernantes Gentiles) era tan vana como esa de 30 años
antes en París, donde los comerciantes protestaban contra la apertura de sus
corporaciones a los judíos:
"El comerciante francés lleva su comercio solo; cada casa comercial esta de alguna
forma aislada; mientras que los judíos son partículas del metal mercurio
que a la menor inclinación corren junto en un bloque".
A pesar de toda la oposición, el decreto que emancipaba a los judíos de Alsacia fue
aprobado en 1791. Cuando Napoleón tuvo éxito en alcanzar el poder, un problema
judío de primer orden había sido creado para él y (después de su fracaso para
resolverlo) para el mundo.
De este momento la secta gobernante de la Judería inclinaría todos sus esfuerzos
en reducir la autoridad de los judíos Sepharditas originales y aumentaría aquella de
sus compactos Ashkenazis en Oriente; desde este momento los Ashkenazis
comenzaron a pasar a Europa (y después a Norteamérica), para asumir la dirección
de la revolución-mundial y llevar a todas partes con ellos, el ataque a todo gobierno
legítimo, religión y nacionalismo.
Ese desarrollo siguió a la revolución francesa, o primera fase de la revolución
mundial la cual fue como abrir una puerta o la ruptura de un dique. Hasta ese
momento, todo lo que podrían decirse con justicia respecto a los judíos en la
revolución era que ellos habían estado envueltos en ella tal como otros hombres, y
que se habían beneficiado de ella más que otros hombres. La continuación se
transformó en una luz diferente para todo esto, y comenzó a mostrar la dirección Judaísta, ya no sólo en envolvimiento.
Para el medio-siglo que siguió la revelación del plan para la revolución-mundial
[164] y su erupción en Francia, los procesos históricos de la Judería y de la
revolución-mundial ya no permanecerían separados o distintos; ellos
convergieron. La continua conspiración y "los judíos" (en el sentido de la secta
dominante) fue entonces idéntica y ya no podría ser considerada aparte. Desde la
mitad del Siglo 19 la revolución-mundial está bajo la dirección judía; cualquiera
hayan sido los hechos anteriores, pasaron entonces a estas manos.
El testigo con autoridad, cuyas palabras (como las anteriores de Luchet, Alexander
Hamilton y Edmund Burke) fueron confirmadas totalmente por los eventos, fue
Benjamín Disraeli, Primer Ministro de Inglaterra. Siguiente
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