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Capítulo 21
Las advertencias de Disraeli
Benjamín Disraeli, más tarde Lord Beaconsfield, advirtió repetidamente a la
Cristiandad contra la revolución-mundial. Tal como de Luchet, Alexander
Hamilton y Edmund Burke cincuenta años antes, vio "el plan" detrás de esta; a
diferencia de Lord Acton, quien cincuenta años después sólo habló de anónimos"agentes", Disraeli identificó a estos organizadores como judíos. El siglo que ha
pasado desde que profirió explícitamente estas advertencias lo ha justificado;
cualquiera sea sus orígenes, la organizada revolución-mundial estaba bajo la
dirección Judaísta a mediados del Siglo 19 y ha continuado bajo la dirección
Judaísta por lo menos hasta 1920 (en la opinión del presente escritor la condición
continuó después y prevalece hasta hoy).
Por qué la secta Talmúdica tomó la dirección de la organización revolucionaria
establecida por Weishaupt, o si instigó la tarea revolucionaria original, son dos
preguntas que no pueden contestarse hoy.
Si la ambición de la dominación mundial Judaica, instilada a través de los siglos
por el Talmud y más aun por la Cabala (*), ha de ser llevada a cabo alguna vez, la
esclavitud de los "paganos" a la Nación Santa tendrá que ser logrado a través de
alguna organización destructiva como aquella diseñada por Weishaupt; el hecho
que Weishaupt fundó su Illuminati en el mismo momento cuando el "centro" judío
en Polonia se sumergió y se perdió de vista, después de una vida continuada de más
de dos mil años, podría estar más allá de una coincidencia. Por otro lado, es
igualmente posible que la secta dominante con el propósito de la realización
Talmúdica, tomó el control de una organización destructiva preparado por nonjudíos
para un fin diferente.
Las dos advertencias más significantes de Disraeli precedieron y continuaron las
erupciones revolucionarias que ocurrieron en muchas partes de Europa en 1848.
Basado en la experiencia ganada en Francia medio-siglo antes, éstas representaron
la segunda de las "erupciones, preparadas cuando la ocasión lo permita", y "las
explosiones periódicas" (como de Luchet y Alejandro Hamilton había predicho) las
cuales, la organización revolucionaria-mundial habría de provocar. Ellos fallaron
por todas partes, posiblemente porque la memoria de la revolución francesa era
bastante reciente para que los gobiernos y los pueblos la enfrentaran
resueltamente. Su supresión no le dejó a Disraeli ninguna ilusión sobre el futuro. Él
había descrito lo que pasaría antes de que ocurriera; después de esto, predijo la
persistencia de la conspiración y la repetición de las erupciones violentas.
Disraeli escribió novelas (con mayor éxito que dos imitadores posteriores, el
Coronel House de Texas y Sr. Winston Churchill cuando joven), y se describió en
ellas como un apartado, urbano, omnisciente, y ligeramente burlón empresario de
asuntos humanos. En Coningsby, es el carácter principal, Sidonia, un judío
español-musulmán, maestro de las finanzas, el poder detrás de todos los poderes y
un manipulador desapasionado
(*) La Enciclopedia Judía dice que la Cabala (el conocimiento tradicional oral, en contraposición a la ley escrita, o Torah) del Siglo13, se ramifica en una extensa literatura junto a y contra el Talmud, sólo confiándose a los pocos elegidos. La Señora Nesta Webster, sin embargo, cita otro pasaje de la Enciclopedia Judía diciendo que "la Cabala en la realidad no está contra el Talmud". [166]
de los asuntos, uno de los cuales es ayudado por
esa libertad absoluta de prejuicios que es la posesión compensatoria de un hombre
sin un país".
Sidonia enfatizó en 1846 (el año en que Coningsby fue publicada):“Esa poderosa Revolución la cual está siendo preparada en este momento en
Alemania y… de la cual se conoce hasta este momento tan poco en Inglaterra, está
siendo desarrollada totalmente bajo los auspicios de los Judíos”.
Entonces, después de las erupciones de 1848, Disraeli retornó al asunto, diciendo
en la Cámara de los Comunes en 1852: "La influencia de los Judíos puede ser
rastreada en la última erupción del principio destructivo en Europa. Una
insurrección toma lugar contra la tradición y la aristocracia, contra la religión y la
propiedad. .. La igualdad natural de los hombres y la abrogación de la propiedad es
proclamada por sociedades secretas que forman gobiernos provisionales y hombres de raza judía se encuentran a la cabeza de cada uno de ellas" (exactamente la misma cosa se repitió en Rusia, en 1917, esto es, setenta años
después de las erupciones de 1848).
Disraeli agregó, "Los más hábiles manipuladores de la propiedad se alían ellos
mismos con los Comunistas; el pueblo especial y escogido toca las manos de toda la
escoria y castas bajas de Europa". Esto, dijo él, era porque deseaban destruir la
Cristiandad.
La tarea de investigación, en un trabajo como este, es ardua y tiene pocas
compensaciones, pero el conocimiento de Disraeli fue un solaz. El lector ya se ha
encontrado con algunos verdaderos profetas entre los muchos falsos, durante esta
jornada a través de los siglos, pero no se encontrará otro realmente como Benjamín
Disraeli, cuya liberación de las ataduras Talmúdicas le dio esta "libertad absoluta
de los prejuicios". Su nombre era significante, porque era de la casta de los profetas
Israelitas que denunciaron a Judah. Estaba orgulloso de su descendencia y fue
capaz por su separación, de sentir un amor por Inglaterra que aquellos de linaje
nativo, a menudo no pueden emular. Sus comentarios irónicos en los asuntos
públicos y en los eventos humanos son refrescantes al leerlos hoy, cuando los
políticos huyen de la verdad como el diablo podría huir del agua bendita.
Francamente declaró que "el mundo está siendo gobernado por personajes
muy diferentes de los imaginados por aquellos que no están detrás de
las cortinas", y en estas palabras afirmó públicamente que el gobierno real está
en la Mano Oculta. Todos los observadores informados saben que ésta es la verdad
de los asuntos, pero cualquier presidente norteamericano o primer ministro
británico de hoy, denunciaría la declaración como una "caza-de-brujas". "Pienso",
dijo Sidonia "que no hay ningún error tan vulgar como creer que las revoluciones
son ocasionadas por causas económicas". Así habló Disraeli; en nuestros días Lloyd
Georges y Woodrow Wilsons, Roosevelts y Trumans han pretendido que las
revoluciones en Francia y Rusia y en otras partes fuero erupciones-masivas
espontáneas de los "pueblos" enfurecidos contra la "tiranía."
Disraeli practicaba las enseñanzas de la Cristiandad, él no era meramente "un judío
bautizado". [167]
Él no se habría asociado, o en el nombre de su país, con la
venganza del Antiguo Testamento en Nuremberg, ya que esto fue lo que dijo
después del Motín en la India de 1857, cuando el espíritu de la venganza era feroz
en esas tierras: "Yo declaro, sin la más ligera vacilación, mi humilde desaprobación
de personas en altos cargos que anuncian que las normas más altas de Inglaterra de
'la venganza' y no de 'la justicia' debe inscribirse. . . Yo protesto contra enfrentar
las atrocidades con atrocidades. He oído decir cosas y he visto cosas escritasúltimamente qué casi me harían suponer que las opiniones religiosas de las
personas de Inglaterra habrían sufrido algún súbito cambio, y que, en lugar de
inclinarse ante el nombre de Jesús, nosotros nos estábamos preparando
para reavivar el culto a Moloch. No puedo creer que es nuestro deber ser
complacientes con tal espíritu."
Estas palabras contienen una alusión que llega a cada judío y Gentil. El judaísmo
Talmúdico es "el culto a Moloch" y Disraeli supo esto cuando escogió las palabras.
Toda la disputa entre el antiguo Israel y la tribu Judah de los Levitas estaba
alrededor de esta falsa deidad y sus demandas, e Israel le dio la espalda a Judah en
esta misma situación; ésta es la raíz de la controversia de Sión, hace tres mil años
atrás y ahora.
Se refleja en los dos pasajes más significantes en el Antiguo Testamento: La
acusación de Jeremías que Dios nunca les había ordenado a los hijos de Israel "que
causaran a sus hijos e hijas a atravesar el fuego hacia Moloch. . . tampoco entró en
mi mente, que ellos deberían hacer esta abominación, para causar Judah a pecar";
y la respuesta de Ezekiel que Dios le había dado a Israel estos "estatutos que no
son buenos" y el sacrificio del primogénito. El dios de amor y la misericordia, el
dios del odio, la venganza y el sacrificio humano: Ese fue desde un comienzo el
problema, y lo es hoy, y si Disraeli hubiera vivido cien años más tarde, la
Cristiandad podría, por este vástago de la judería, haberse ahorrado el estigma de
la venganza Talmúdica en Nuremberg.
Similarmente, Disraeli no se imaginaba prestándose a sí mismo, su alto cargo y la
fuerza de su país para apoyar y diseminar la revolución-mundial, tal como se
prestaron los líderes de Bretaña y Norteamérica en la primera y segunda guerra
mundial; su vida pública entera fue usada para prevenir a su país contra la
conspiración destructiva que promovieron sus actos.
En 1955 un tal Lord Samuel (quién en el auge del Liberalismo se alzó desde un
simple Herbert Samuel, a través de varias oficinas políticas, al ennoblecimiento)
orgullosamente declaró que él fue el primer judío en tener alguna vez un rango
ministerial en Inglaterra. Esto probablemente era una burla a la conversión de
Disraeli; no obstante, el mundo en el Siglo XX podría haber sido mejor con más
Disraelis. Las cosas más llamativas sobre Disraeli, estudiadas a la distancia de un
siglo, fue su hábito de hablar la verdad absoluta, la exactitud de sus predicción, su
inmenso conocimiento instintivo y adquirido, su profundo aunque desapasionado
amor por Inglaterra, y su caridad cristiana. En materia de hechos él tuvo siempre la
razón; en aquellas de opinión, él estuvo siempre en el lado de los ángeles. Su
desprecio por los "Liberales" fue grande, aunque fue expresado delicadamente
[168] (el "infanticidio es practicado extensivamente como legalmente en Inglaterra
como los es en las orillas del Ganges, una circunstancia que al parecer todavía no
ha comprometido la atención de la Sociedad para la Propagación del Evangelio").
El presente escritor piensa que él se equivocó en una materia, a saber, en su
opinión que las doctrinas de Jesús eran la realización, no el repudio, del Judaísmo.
Lo contrario me parece a mí es la verdad, a saber, que el Judaísmo era esa misma
herejía ("el culto a Moloch") qué Disraeli rechazó con desprecio, y qué Jesús vino a
cambiar.
Disraeli fue el producto de la Judería Sefardita y de Inglaterra en ese período; él no
habría podido, sin estas dos influencias, haber logrado esa "libertad absoluta del
prejuicio". Su padre, Isaac D'Israeli, escribió, "Una religión que no admite tolerancia no puede tolerarse con seguridad, si existe alguna posibilidad de que
obtenga un ascendiente político", y la Enciclopedia Británica dice que la razón
de Isaac para retirarse de la sinagoga fue que el Judaísmo Talmúdico con sus
rígidas leyes "aísla a los judíos de la gran familia de la humanidad". El biógrafo de
su hijo, el Sr. Hesketh Pearson, dice que los superiores multaron a Isaac D'Israeli
con cuarenta libras cuando él rechazó la elección como Vigilante de la
Congregación declarando que él nunca podría tomar parte en su culto público"porque, tal como ahora se dirige, perturba, en lugar de excitar emociones
religiosas". Isaac no habría sido capaz de desafiar así a sus Superiores, si hubiese
vivido en una comunidad Talmúdica en Rusia o Polonia; habría sido proscrito, o
posiblemente asesinado.
Así el padre y el hijo (quién se transformó en miembro de la Iglesia de Inglaterra a
la edad de doce años) fueron formados por el aire libre de Inglaterra en ese
momento. Benjamín Disraeli, lograría el levantamiento de las últimas restricciones
que se habían impuesto a los judíos en Inglaterra, y entonces proclamaría
públicamente que (en la sucesión inmediata a esta emancipación) los judíos
estaban tomando el control de la revolución-mundial por todas partes. Para un
hombre de "libertad absoluta del prejuicio" la campaña contra las restricciones
judías y la declaración franca de este resultado fueron tareas igualmente
ineludibles, aunque el segundo desarrollo sacó afuera las advertencias de los
enemigos de esa emancipación judía que Disraeli había luchado para completar.
Antes de concluir la historia de las propias advertencias de Disraeli, el curso de la
revolución-mundial durante su tiempo necesita ser remontado, es decir, durante el
siglo que en que la erupción en Francia tuvo éxito. Cuando Weishaupt murió en
1830, dejando atrás el plan y la organización revelada por primera vez por el
descubrimiento de los documentos del Illuminati en 1786, Disraeli tenía 26 años.
Los próximos cincuenta años estaban llenos con la disputa por la sucesión de
Weishaupt; durante este período Disraeli profirió muchas advertencias. Cuando
finalizó el control judío de la revolución-mundial no obstante había sido
establecido firmemente y se le había dado el sello de los judíos Orientales, los
mongoloides Khazars, bajo sus rabinos Talmúdicos.
El resultado podría haber sido diferente, ya que hombres de variados tipos
luchaban para suceder a Weishaupt, y muchos de ellos eran Gentiles. Al comienzo
no existía ninguna única, organización revolucionaria unida; había sociedades
revolucionarias secretas [169], aun desunidas en varios países. El jefe de ellas, y
uno en la línea más clara de descendencia del llluminati de Weishaupt, era Alta
Vendita en Italia, algunos de sus papeles que fueron capturados y publicados por el
Gobierno Obispal, revelaban una identidad de objetivo y método con los
documentos del Illuminati de medio-siglo atrás (tal como la Señora Nesta Webster
lo ha establecido del trabajo de Cretineau Joly.)
En la Francmasonería de Francia continuaba sirviendo como la encubierta usada
por la revolución, y en Alemania la "Liga de la Virtud" (Tugendbund) era dirigida
por lugartenientes de Weishaupt.
Varios hombres trabajaron para fundir en uno
estos movimientos nacionales, aparentemente distintos y asumir la dirección, en la
sucesión de Adam Weishaupt. Entre ellos estaba un francés, Louis Blanc (cuyo
nombre al lector se le pide tener presente, por la razón que aparecerá después; en
un momento él pareció jugar el rol de Lenín, incluso antes de que Lenín naciera),
un ruso, Michel Bakunín, y un judío, nacido en Alemania, Karl Marx.
El forcejeo se luchó entre los últimos dos, ya que Louis Blanc pronto se desvaneció
de la escena. Michel Bakunín y Karl Marx estaban separados como los polos.
Bakunín, "el Padre de la Anarquía", era "un discípulo de Weishaupt", según el
socialista revolucionario francés, Benoit Malon. Representaba esa primera casta de
revolucionarios idealistas que pensaron que ellos habían encontrado en la
revolución un instrumento para destruir la tiranía. Él vio el peligro que el Estado
confiscatorio, construido sobre las ruinas de la propiedad privada, meramente
reproduciría las propensiones tiránicas del capitalista privado en una forma
gigantesca; por consiguiente él buscaba formas de reconciliar la propiedad común
de la tierra y el capital con la disminución máxima posible de los poderes del
Estado y finalmente incluso, con la abolición completa del Estado. Así era el
más opuesto a Karl Marx cuya la propuesta similar, para la propiedad común de la
tierra y el capital, apuntaba simplemente a preparar una super tiranía en lugar de
pequeños tiranos.
La pasión gobernante (y el motivo original) de todo el trabajo de Bakunín era el
horror al despotismo; Marx planeó destruir una clase gobernante para establecer
un despotismo tal como el mundo nunca había conocido. Ésta era la profunda
diferencia entre los dos hombres, la cual hizo surgir una pregunta que nunca ha
sido contestada: ¿Cual habría sido el efecto en el mundo si el Anarquismo de
Bakunin, en lugar del Comunismo de Marx hubiese asumido la dirección de la
revolución-mundial? Ya que el Anarquismo se opuso a todo tipo de gobierno
compulsivo, y al Estado como encarnación de la fuerza empleada en el gobierno de
la comunidad; Comunismo era la deificación de la fuerza manejada por el Estado.
Todo sobre Bakunin es genuino: su lucha, sus sufrimientos y su muerte. Todo sobre
Marx es ficticio: sus treinta años de incitación desde la sala de lectura del Museo
británico, su cómoda vida de la generosidad de Friedrich Engels, su matrimonio
evidentemente calculado a una "von", su entierro gentil con oraciones al borde de
su tumba; todas ella son típicas del pequeño burgués que tan ruidosamente
declamó [170] contra la burguesía. La cosa más ficticia de todas fue su
Manifiesto Comunista que diagnosticaba una dolencia ("El proletario no tiene
propiedad") y prescribía el suicidio como remedio ("La teoría de los Comunistas
puede resumirse en la sola frase: La abolición de la propiedad privada").
Esto era un claro anuncio al proletariado que no tenía nada que ganar sino cadenas
del Comunismo, y si las erupciones revolucionarias por Europa siguieron la
publicación del Manifiesto en enero de 1848, las masas oprimidas no pueden haber
despertado a ellos por su lógica. Dentro de unas semanas de la publicación, las
revueltas ocurrieron por toda Alemania, en Austria, Hungría, Italia, Francia y
Dinamarca. Ésta fue la prueba que las "sociedades secretas" individuales en los
diferentes países estaban unidas, que algún medio había sido encontrado para
coordinar y sincronizar sus erupciones, y así, por primera vez, demostrar la
revolución-mundial en acción, a través de las erupciones simultáneas en
numerosos países.
Probablemente sólo una organización, que ya existía en ese momento, tenía a su
disposición la red internacional que podría hacer posible esta sincronización y
coordinación, y ésa red era el rabinato Talmúdico en Europa Oriental.
Teóricamente, la inmensa organización de la Iglesia católica podría usarse en el
mismo propósito, pero la Iglesia vio a su enemigo más mortal en la revolución y no
se usó así; en ese punto la historia está clara. Lo que Disraeli había sabido y había
declarado dos años antes se volvió el hecho histórico: "esa poderosa revolución la
cual en este momento se está preparando en Alemania. . . se está desarrollando completamente bajo los auspicios de los judíos". Karl Marx y su Manifiesto
comunista eran las señales exteriores y visibles de un evento histórico significante:
el Judaísmo Talmúdico había tomado la revolución-mundial.
De los tres hombres que en ese momento parecía luchar por el generalato de la
revolución, Louis Blanc saltó fuera rápidamente del funcionamiento. Él era un
miembro del gobierno provisional instalado en París después de la revuelta de
1848, y en la posición de Ministro parecía tener la oportunidad de poner sus teorías
en práctica. Él sostuvo que el individualismo y la competencia era el cáncer en el
cuerpo social y, como Marx, deseaba instalar un Estado totalmente-despótico
(aunque del tipo de "bienestar" favorecido por los socialistas ingleses un siglo
después).
Era el heraldo del "derecho a trabajar" qué, en la Rusia del siglo presente, ha
demostrado ser el derecho del Estado para infligir el trabajo forzado. En su efímera
posición emprendió para garantizar el sustento de los obreros mediante el “trabajo"
y fue autorizado para llamar a una asamblea de delegados de obreros para preparar
un plan para el "pleno empleo". Este cuerpo estaba en la formulación de una
anticipación de los soviéticos, y representa la máxima exigencia de Louis Blanc
para ser recordado. Después de la supresión de la revuelta huyó a Inglaterra y sólo
volvió 23 años más tarde, privado de importancia.
Esto dejó a Marx y a Bakunín. Típicamente, Karl Marx, expulsado de Prusia y
Francia después de 1848, se estableció cómodamente en Londres hasta que él
murió, treinta y cuatro años [171] después. Sólo Bakunín corrió para dirigir las"barricadas". Bakunín fue por nacimiento un aristócrata ruso y había renunciado a
su rango en un regimiento Zarista en 1832 después de la supresión de la
insurrección polaca de 1830; el espectáculo de una Polonia aterrorizada inspiraron
en el corazón de este joven oficial ruso el horror al despotismo que desde entonces
dominó su vida. Él se encontró con Marx antes de 1848 y dejó una descripción de la
diferencia entre ellos: "Marx me llamó un idealista sentimental, y él tenía razón; Yo
lo llamé un hombre vano, pérfido y astuto, y yo también tenía razón.
Bakunín estaba en París para la lucha de 1848, y en mayo de 1849 era miembro del
gobierno provisional que habían instalado los revolucionarios en Saxony,
dirigiendo la defensa de Dresde hasta que las tropas Prusianas prevalecieron, y allí
fue capturado intentando escapar (con Richard Wagner). Fue sentenciado a
muerte, e indultado, posteriormente por los gobiernos Austriaco y Sajón. "Fue
mantenido con grilletes y encadenado a una pared durante un año y luego fue
entregado al gobierno ruso. Después de seis años de encarcelamiento le enviaron,
sin dientes, con escorbuto y envejecido prematuramente, a "la libertad en Siberia
comparativamente", de la cual, en 1861, después de doce años de cautiverio, escapó
a Japón, Norteamérica y eventualmente a Inglaterra. Sin quiebres a pesar de sus
experiencias, reasumió de inmediato, predicando el espíritu de la revuelta
anarquista y en 1864, en Suiza, fundó su Internacional (la Alianza
Internacional Social Demócrata).
Aproximadamente al mismo tiempo, Karl Marx fundó su Internacional (la
Asociación Internacional de Hombres trabajadores) en Londres, y los próximos
años fueron plenos con el firme forcejeo entre Bakunín y Marx por el alma de la
revolución. Durante la larga ausencia de Bakunín en las cáceles sajonas, austriacas,
rusa y en Siberia, Marx en Londres se había apoderado de la organización
revolucionaria internacional (en varios países tenía a yernos como lugartenientes,
en el modelo napoleónico), pero el renombre de Bakunín era grande y sólo fue
privado de la dirección mediante una serie de trucos que Marx, a través de su
control del Concilio General, pudo usar contra su rival. En 1872 el Concilio General
llamó un congreso de la Internacional en La Haya, dónde Bakunín y sus amigos no
podrían ir a causa de la hostilidad gubernamental. En este congreso se levantaron
cargos contra Bakunín (recordativos de aquellos que sesenta años después serían
levantados contra cualquier líder comunista de quien Stalin deseara librarse y él
fue expulsado de la Internacional por el voto del Concilio, condensado por los
hombres escogidos a dedo por Marx.
Con su salud quebrantada Bakunín murió unos años después, y aparentemente
apresuró su fin negándose a ingerir alimentos. Con él murió algún tipo de
esperanza (si tal esperanza alguna vez existió) que la organizada revoluciónmundial
podría usarse para derrocar la tiranía y liberar a los hombres; desde el
momento que quedó "completamente bajo los auspicios de los judíos" (Disraeli) su
propósito fue esclavizar a los hombres y establecer una tiranía indestructible. La
idea de Bakunín era organizar la fuerza contra la opresión, y el peor opresor de
todos, en sus ojos, era El Estado. Éstas son sus palabras: "El Estado no es [172] la
sociedad, es sólo un forma histórica de esta, tan brutal como es abstracta. Nació
históricamente, en todos los países, del matrimonio de la violencia, la rapiña, el
pillaje, en una palabra, de la guerra y conquista. . . Ha sido desde su origen, y
todavía permanece en la actualidad, como la sanción divina de la fuerza brutal y de
la triunfante desigualdad. El Estado es la autoridad; es la fuerza; es la ostentación y
la inspiración de la fuerza. . . "
Precisamente un Estado tal como ese, diseñó Karl Marx para ser instalado a través
de su movimiento revolucionario internacional, e iba a ser un Estado mundial.
Bakunín en 1869, cuando su disputa con Karl Marx estaba alcanzando su clímax,
tal como Disraeli en 1846 y 1852 identificó a la dirección de la revolución-mundial
como judía y en esto él vio la causa de la perversión, tal como lo consideró, de la
idea revolucionaria. Su Polemique contre les Juifs, escrito en 1869, fue
principalmente dirigida contra los judíos de la Internacional, y de lo que hemos
visto subsecuentemente de estos asuntos, podemos asumir que su expulsión por el
Concilio General Marxista en 1872 llegó ciertamente en el momento de esa
publicación en 1869.
Cuando Disraeli murió en 1881, había usado entre treinta y cuarenta años
advirtiendo a sus compatriotas y al mundo contra "las sociedades secretas":
"No fue
ni el Parlamento, ni la población, ni el curso de la naturaleza, ni el curso de los
eventos los que derrocaron el trono de Louis Philippe. . . El trono fue sorprendido
por las sociedades secretas, incluso preparadas para asolar a Europa. . .
Actuando al unísono con un gran movimiento popular ellos pueden destruir la
sociedad. . . “(1852). Existe en Italia un poder que raramente mencionamos en esta
Cámara. . . quiero decir, las sociedades secretas. Es inútil negarlo, porque es
imposible de ocultar, que una gran parte de Europa está cubierta con una red de
estas sociedades secretas, así tal como la superficie de la tierra está
cubriéndose ahora con el ferrocarril. . . Ellos no desean un gobierno
constitucional; ellos no quieren las instituciones mejoradas. . . ellos quieren
cambiar la tenencia de tierra, lanzar afuera a los dueños actuales de la tierra, y
poner fin al establishment eclesiástico. . . " (1856).
Disraeli simplemente vio, y quizás fue el primero en reconocer el nombre, la
naturaleza fraudulenta del Liberalismo,: "son las maniobras de estos hombres que
están golpeando a la propiedad y a Cristo, a quienes las personas buenas de este
país que es tan acumulativo y tan religioso, reconocen y aplauden como el progreso
de la causa Liberal".
Si estuviera en el poder del hombre, mediante informadas advertencias evitar
eventos desastrosos, las advertencias repetidas de esta única autoridad habrían
evitado la tribulación que la revolución llevó sobre millones de hombres en el
próximo siglo. Pero, "por un instinto divino, las mentes de los hombres desconfían
del peligro resultante"; la negación de las advertencias de Disraeli demuestran
aquello que todos los siglos precedentes habían mostrado: que los seres humano no
serán detenidos de una tarea peligrosa, o despertados de una inercia peligrosa, por
algún consejo de palabras. Será exclusivamente la experiencia la que les puede
mover a actuar a tiempo, y en eso, el Siglo 20 los ha hecho abundante.
En las décadas a mediados del último siglo, Disraeli habló en vano. Él ni siquiera
podía ser difamado como un "cazador-de-brujas", y por consiguiente fue
ridiculizado con el semblante [173] de un afectuoso desdén: "Se pensaba
generalmente" (dice el Sr. Hesketh Pearson) "que él tenía una abeja en su sombrero
sobre el asunto de las sociedades secretas, la existencia de las cuales fue
negada; pero podemos verlas ahora como las semillas de un movimiento que,
habiendo encontrado una fórmula, se fundió y se enconó en el Comunismo".
Ese veredicto de 1951 es evidentemente verdad y está de acuerdo con el veredicto
contemporáneo de uno de los testigos revolucionarios, Benoit Malon: "El
Comunismo fue heredado en la oscuridad a través de las sociedades secretas del
Siglo19."
Así, cuando Disraeli murió, la cosa que él se había esforzado en evitar había
ocurrido: las "sociedades secretas" se habían soldado en un movimiento
revolucionario mundial bajo el control judío, y esto se estaba preparando para
explotar las fundaciones del Siglo 20. Él había encontrado la descripción perfecta
para esta organización: "una red" que cubrió Europa "así como la superficie de la
tierra está siendo cubierta por el ferrocarril."
Los hombres informados empezaron cada vez más frecuentemente a usar esta
expresión, "la red", y a hablar de "la mano oculta" que controlaba a los gobiernos.
En los años previos de las revoluciones de 1848, el ex Rabino Drach, que tal como
Disraeli previo lo que estaba viniendo, publicó su acusación al Talmud como la
fuente de este proceso disociador; su persecución resultante fue descrita por una
escritora judía llamada Morel, que entre otras cosas dijo, "cuales pueden ser las
medidas más sabias que pueden tomar las autoridades de todos los países contra la
inmensa y permanente conspiración de un pueblo, el cual, como una
red tan inmensa como es de fuerte, está estirada sobre todo el globo,
dando la señal a su fuerza para dirigir un evento dondequiera que
ocurra que interese al nombre de Israelita."
La sucesión de eventos es significante. En 1772 Polonia fue dividida y, después de
más de 2,500 años, el "centro" del Gobierno judío "dejó de existir" (según el Dr.
Kastein) o se transformó en un gobierno judío secreto (como lo creyeron las
autoridades rusas). En 1776, Adán Weishaupt fundó su Illuminati. Por 1846,
Disraeli estaba escribiendo que "la revolución se está desarrollando completamente
bajo los auspicios de los judíos". En 1869, Michel Bakunín, discípulo de Weishaupt,
atacó a los judíos en el movimiento revolucionario. En 1872 Bakunín fue expulsado
y el unido movimiento comunista simplemente surgió, bajo Karl Marx (en 1917
produjo un gobierno de Bolcheviques casi exclusivamente judío).
Tal fue el resultado, predicho por Disraeli, del alzamiento de las restricciones judías
y de unas décadas de emancipación judía. Bajar las barreras no había tenido el
efecto de amalgamar a los judíos en el respeto de la gente; sus consecuencias
habían sido dar a "la secta más formidable" (en las palabras de Bakunín) la libertad
para trabajar en la ruina de aquellos pueblos mediante la revolución. Las
respuestas dadas por el Sanedrín a las preguntas de Napoleón al inicio del siglo, en
su mitad quedó demostrado que tenían nulidad de fuerza. A los judíos no se les
permitiría desde allí involucrarse con otros hombres, ni en la nacionalidad y las
leyes de las tierras dónde ellos moraban; al contrario, la identificación con la
revolución-mundial les puso más aparte de otros que incluso habían estado antes
en sus vidas. El siglo de emancipación se había convertido en un fraude incluso
antes que acabara. [174]
Durante el Siglo 19 (tal como el Dr. Kastein, nuevamente lo registra) nació el
término "antisemitismo". Ya que no se podía decir que la "persecución" existía,
alguna nueva palabra tuvo que ser encontrada, con la capacidad de intimidar a los
Gentiles y aterrorizar a los judíos, el segundo propósito, siendo más importante que
el primero, y así fue inventado el "antisemitismo". El "abracadabra" también podría
haber servido, ya que el término "antisemitismo" es patentemente absurdo con
respecto a personas que no son demostrablemente Semitas y cuya Ley ordena la
extirpación de los Semitas (el pueblo árabe de Palestina; cualquier expresión de
simpatía con los Árabes Semitas, expulsados de su tierra nativa por los intrusos
Sionistas en 1948, en su hora pudo haber sido atacado como "antisemitismo").
Probablemente los autores de este término deseaban guardar tales palabras como
Judío, judaico y anti-judío fuera de la controversia pública y contaban con
intimidar la mente de las masas por la introducción de una palabra del
oscurantismo. Lo que la secta dominante implicaba el "antisemitismo" era de
hecho una combinación de lesa majestad (una ofensa contra la dignidad del poder
soberano) y herejía (oposición a la doctrina religiosa superior); y a mediados del
presente siglo la mente de las masas se habían sometido en gran parte a esta idea;
esa numerosa casta que en tiempos previos se habría quitado el sombrero al
acercarse el alguacil del escudero o se habría cruzado el mismo cuando el ojo
sacerdotal volvía sus ojos, contuvo su lengua y miraba respetuosamente cuando
algún asunto judío fue mencionado.
La palabra "antisemitismo" fue acuñada en el momento en que "hombres de raza
judía", como Disraeli y Bakunín señalaron, tomaron el control de la Revoluciónmundial,
y el objetivo principal de su invención fue detener la discusión pública del
notable desarrollo mediante la intimidación; los eventos del presente siglo han
demostrado esta situación en forma abundante, tal como este libro lo demostrará.
En recientes tiempos, una autoridad judía, el Sr. Bernard Lazare, ofreció una
definición de "antisemitismo" en un libro que aburrió la palabra como su título.
Esta definición no tenía nada que hacer con el profeta Shem y su tribu, con la
sangre Semítica o el discurso o el linaje, o con algo Semítico en absoluto; el Sr.
Lazare relacionó el "antisemitismo" completamente a una opinión adversa al rol
judío en la revolución. Escribió:
"Esto es lo que debe separar al historiador imparcial del antisemitismo. El
antisemita dice: 'El judío es el preparador, el maquinador, el ingeniero principal de
revoluciones; el historiador imparcial se confina a estudiar el rol que el judío,
considerando su espíritu su carácter, la naturaleza de su filosofía, y su religión,
puede haber jugado en los procesos revolucionarios y movimientos."
Lo que el Sr. Lazare quiso decir claramente fue que nada más que "una parte" en
los procesos revolucionario podrían ser atribuidos a los judíos, y que el hombre que
dijese que El Judío es el preparador, el maquinador, el ingeniero principal de las
revoluciones" cometía una ofensa de lesa majestad y herejía.
Sin embargo, es substancial lo que Disraeli dijo (quién incluso puede haber tenido
una o dos gotas de sangre Semítica, y en eso difería de los judíos Orientales a
quienes él aludió): "esa poderosa revolución. . . se está desarrollando completamente bajo los auspicios de [175] los judíos", "la influencia de
los judíos puede remontarse a la última erupción del principio destructivo", "los
hombres de raza judía se encuentran a la cabeza de cada uno de ellas" (es
decir, las sociedades secretas).
Como él era racialmente judío, Disraeli no sentía la necesidad probablemente de
trabajar el hecho que tantos judíos estaban resueltamente opuestos como él a la "poderosa revolución" y al "principio destructivo". En su tiempo esto podría haber
estado claro, y él no habría tenido que blindar sus palabras contra los
propagandistas que, hoy, lo acusaría de incriminar a todos los judíos por sus
alusiones a "los auspicios de los judíos" y "la influencia de los judíos" (¡qué por
la definición del Sr. Lazare lo haría un "antisemita"!).
Desde el período revolucionario francés adelante (cuando los judíos que llevaban
largo tiempo residiendo en Francia dieron la advertencia contra los recién llegados
de oriente que estaba causando el problema en Alsacia) los judíos Sepharditas de
Occidente se resistieron al maligno viento que estaba soplando fuertemente hacia
ellos desde el Oriente. La emancipación había soltado sus amarras; ellos
enfrentaban perder todo lo que habían ganado si "el principio" destructivo,"diseñado" por la secta Talmúdica y los Ashkenazis de Oriente, llegaran a
prevalecer sobre Occidente.
Las advertencias de Disraeli fueron dirigidas a esto, luego a la sección dominante
de la Judería tanto como a los Gentiles; quizás más. También puede decirse que los
judíos Sepharditas han prestado más atención a ellos que las masas Gentiles
alrededor de ellos. Su castigo sería la excomunión; por uno de las operaciones más
notables que se haya realizado en la vida por estadística en un grupo de personas,
los Sepharditas iban a ser en un lapso de cien años, pronunciados casi extintos
(como las "diez tribus perdidas" largo tiempo antes).
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