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Capítulo 32
La revolución mundial nuevamente
Los triunfos simultáneos del Bolchevismo en Moscú y del Sionismo en Londres, en
la misma semana de 1917, sólo en apariencia eran eventos distintos, La identidad
de su fuente original ha sido mostrada en un capítulo anterior, y los hombres
ocultos que promovieron el Sionismo a través de los gobiernos Occidentales
también apoyaban la revolución-mundial. Las dos fuerzas cumplieron principios
correlativos de la Antigua Ley : "Derrumbe y destruya. . . gobierne sobre todas las
naciones"; la una destruía en Oriente y la otra gobernaba secretamente en
Occidente.
El año 1917, dio las pruebas del dictum de Disraeli sobre la revolución en su fase
1848, cuando dijo que los judíos encabezaban "cada una" de las sociedades secretas
y apuntaban a destruir la Cristiandad. El grupo controlador que surgió en 1917 era
tan preponderantemente judío que puede llamarse judío. La naturaleza de la fuerza
instigadora se volvió materia de hecho histórico, no de extenso debate polémico.
Fue identificado más allá por sus hechos: el carácter de sus primeras
promulgaciones, una burla simbólica de la Cristiandad, y una marca especial de
paternidad deliberadamente entregada en el asesinato del monarca. Todos éstos
poseían los rasgos de una venganza Talmúdica.
En los cuarenta años que han pasado, se han hecho grandes esfuerzos para
suprimir el conocimiento público de este hecho, el cual ha sido concluyentemente
establecido por reproches non-secuenciales de cualquiera que dice discutir historia.
Por ejemplo, en los años de 1950, un capacitado (y merecidamente respetado)
escritor judío en América, el Sr. George Sokolsky, criticando un libro citado
previamente escribió, "es imposible de leerlo sin sacar la conclusión que el Profesor
Beaty busca demostrar que el Comunismo es un movimiento judío". Con respecto a
la dirección fue así, por un período largo antes de 1917 (como después y en la
situación presente, los capítulos posteriores analizarán las evidencias). No fue una
conspiración de todos los judíos, pero la revolución francesa, el Fascismo y las
conspiraciones del Nacional Socialismo no fueron de todos los franceses, italianos o
alemanes. La fuerza de la organización y la dirección fueron ejercidas desde lasáreas judías, controladas por los Talmúdicos en Rusia, y en ese sentido, el
Comunismo era probadamente judío Oriental.
Acerca de los propósitos revelados cuando la revolución golpeó en 1917, éstos
demostraron que no era episódicos o espontáneos sino la tercera "erupción" de la
organización revelada por primera vez a través de los documentos de Weishaupt.
Los dos rasgos principales reaparecieron: el ataque sobre todo gobierno legítimo de
cualquier tipo y a la religión. Desde 1917 la revolución-mundial ha tenido que
lanzar a un lado la pretensión anterior que sólo se dirigía contra "reyes" o el poder
político de sacerdotes.
Una autoridad de ese período supo y declaró esto. En la tradición de Edmund
Burke y John Robison, George Washington y Alexander Hamilton y Disraeli, El Sr.
Winston Churchill escribió:
"Casi parecería como si el evangelio de Cristo y el
evangelio de anti-Cristo fue diseñado para que originara entre las mismas
personas; y que esta mística y [273] misteriosa raza había sido escogida para la
manifestación suprema, ambas de lo divino y lo diabólico. . . Desde los días de
'Spartacus' Weishaupt a aquellos de Karl Marx, y hacia abajo a Trotsky (Rusia),
Bela Kun (Hungría), Rosa Luxembourg (Alemania) y Emma Goldman (Estados
Unidos), esta conspiración mundial para el derrocamiento de la
civilización y para la reconstitución de una sociedad en base al
desarrollo detenido, de maligna envidia y de igualdad imposible, ha
estado creciendo constantemente. Jugó, como una escritora moderna, la
Señora Nesta Webster, lo ha mostrado tan hábilmente, una parte definitivamente
reconocible en la tragedia de la Revolución francesa. Ha sido la causa
principal de cada movimiento subversivo durante el decimonono
siglo; y ahora por fin esta banda de personalidades extraordinarias
del los bajos fondos de las grandes ciudades de Europa y EEUU han
agarrado al pueblo ruso por los pelos de sus cabezas y se han hecho
prácticamente los amos indiscutibles de ese enorme imperio. No existe
ninguna necesidad de exagerar el rol jugado en la creación del
Bolchevismo y en el llevar a cabo la Revolución rusa por estos
internacionales y en su mayor parte judíos ateos. Es ciertamente un
rol muy grande; pesa más que todos los otros probablemente."
Ésta es la última declaración franca (descubierta por mí) de un hombre público
importante sobre este asunto. Después de esto, la prohibición de la discusión
pública llegó y el gran silencio tomó lugar, el cual continúa hasta este momento. En
1953, el Sr. Churchill se negó a permitir (requisito bajo la ley inglesa) hacer una
fotocopia de este artículo (Illustrated Sunday Herald, 8 de febrero de 1920),
sin decir el por qué.
El hecho de la dirección judía era una pieza sumamente importante del
conocimiento y la supresión más tarde de esto, dónde el debate público habría sido
sanador, provocó inmensos efectos debilitando Occidente. La formulación de
cualquier política Estatal racional se hace imposible cuando se excluyen tales
elementos mayores del conocimiento de la discusión pública; es como jugar billar
con tacos torcidos y las bolas del billar elípticas. La fuerza de la conspiración es
mostrada por su éxito en esta materia (como en el período más temprano, de los
señores Robison, Barruel y Morse) más que por cualquier otra cosa.
En ese momento, los hechos estaban disponibles. El Libro Blanco del Gobierno
británico de 1919 (Rusia, No. 1, Una Colección de Informes sobre el Bolchevismo)
citaba el informe enviado al Sr. Balfour en Londres en 1918, por el Ministro de
Holanda en San Petersburg, el Sr. M. Oudendyke: "El Bolchevismo es organizado y
trabajado por judíos que no tienen nacionalidad y cuyo objetivo es destruir para
sus propios fines, el orden existente de las cosas". El Embajador de Estados Unidos,
el Sr. David R. Francis, informó en forma semejante: "Los líderes bolcheviques
aquí, la mayoría de los cuales son judíos y un 90 por ciento de los cuales retornan
del extranjero, poco le interesa Rusia o cualquier otro país ya que son
internacionales y ellos están intentando iniciar una revolución social
mundial". El informe del Sr. M. Oudendyke fue suprimido posteriormente de la
publicación oficial británica y todo aquellos documentos auténticos de ese período
son ahora difícil de obtener. Afortunadamente para el estudioso, un testigo
conservó el registro oficial. [274]
Éste era el Sr. Robert Wilton, corresponsal del The Times que experimentó la
revolución bolchevique. La edición francesa de su libro incluyó las listas
oficiales bolcheviques del número de miembros de los cuerpos revolucionarios
gobernantes (esas listas fueron omitidas en la edición inglesa).
Estos archivos muestran que el Comité Central del partido bolchevique, el cual
manejaba el poder supremo, contenía 3 rusos (incluyendo a Lenin) y 9 judíos. El
próximo cuerpo en importancia, el Comité Central de la Comisión Ejecutiva (o
Policía Secreta) comprendía 42 judíos y 19 rusos, Letones, georgianos y otros. El
Concejo de los Comisarios del Pueblo consistió en 17 judíos y cinco otros. La Cheka
de Moscú (la Policía Secreta) estaba formada por 23 judíos y 13 de otros. Entre los
nombres de 556 altos oficiales del estado bolchevique oficialmente publicados en
1918-1919, 458 eran judíos y 108 de otros. Entre los Comités Centrales de
pequeños Partidos no-comunistas, supuestamente "Socialistas" y otros (durante
ese período temprano la ilusión de "oposición" fue permitida, para engañar a las
masas, acostumbradas bajo el Zar a los Partidos de oposición) eran 55 judíos y 6
otros. Todos los nombres se entregan en los documentos originales reproducidos
por el Sr. Wilton. (Entre paréntesis, la composición de los dos efímeros gobiernos
bolcheviques fuera de Rusia en 1918-1919, a saber aquellos de Hungría y Baviera,
eran similares).
El Sr. Wilton hizo un gran e ingrato esfuerzo para decirles a los lectores del
periódico lo que sucedía en Rusia (quebrado, sobreviviría sólo unos años y murió a
los 50 años). El tomó la difícil tarea de informar el evento más importante que
entraba en la vida de cualquier periodista con un camino de deber; él lo delegó en
el mismo. Educado en Rusia, conocía el país y su idioma perfectamente, y era
mantenido en alta estima por los rusos y la Embajada británica por igual. Él
observó los alborotos desde la ventana de la oficina del The Times, junto a la
Prefectura dónde los Ministros del régimen que se derrumbaba tomaron refugio.
Entre el advenimiento del gobierno de Kerensky en la primavera de 1917 y la toma
del poder por los bolcheviques en noviembre de 1917, su deber era informar un
fenómeno completamente nuevo en los asuntos internacionales: el levantamiento
de un régimen judío a la supremacía despótica en Rusia y el control abierto de la
revolución-mundial. En ese momento él fue hecho comprender que no le
permitirían informar fielmente los hechos.
La historia secreta es contada, con una sorprendente sinceridad, en la Historia
Oficial de su periódico, The Times, publicado en 1952. Muestra el mecanismo
oculto que operaba, ya en 1917, para prevenir la verdad sobre la revolución que
alcanza a los pueblos de Oriente.
Este volumen rinde tributo a la calidad de los reportajes del Sr. Wilton, y su
posición en Rusia, antes de 1917. Luego el tono de las referencias de él, cambian
abruptamente. Las advertencias tempranas del Sr. Wilton de lo que iba a suceder
en 1917, dice el libro, "no afectó de inmediato la política del periódico, en
parte porque su escritor no gozaba de confianza plena".
¿Por qué, si su trabajo previo y su reputación eran tan buenas? La razón escurre.
[275] La narrativa continúa diciendo que el Sr. Wilton comenzó a quejarse de"sofocación" o supresión de sus mensajes. Entonces The Times comenzaron a
publicar artículos sobre Rusia de hombres que tenían pocos conocimientos de ese
país. Como resultado los artículos editoriales sobre Rusia asumieron un tono, que
exasperaron al Sr. Wilton, con los cuales los lectores de periódicos se tornaron
familiares en las décadas siguientes: "aquellos que creen en el futuro de Rusia
como una democracia libre y eficiente, mirarán la vindicación del
nuevo régimen con paciente confianza y ferviente simpatía". (Cada
incidente de la experiencia del Sr. Wilton en Moscú, las cuales el Coronel
Repington estaba compartiendo en Londres, se repitió en mi propia experiencia, y
en la de otros corresponsales, en Berlín en 1933-1938).
“El interregno de cinco meses comenzó, durante el cual un régimen judío iba a
tomar el poder de Kerensky. En ese mismo momento su periódico perdió "la
confianza" en el Sr. Wilton. ¿Por qué? La explicación surge. La Historia Oficial
de The Times dice, "No fue feliz para Wilton que uno de sus mensajes. . . se
extendiera en los círculos Sionistas, e incluso en la Oficina del Exterior, la
idea que él era un anti-semita.
"Los círculos Sionistas", el lector observará; ni
siquiera "círculos Comunistas"; aquí la sociedad activa se muestra clara. ¿Por qué
deberían los "Sionistas" (quiénes querían que el gobierno británico les procurara"una patria" en Palestina) sentir una afrenta porque el corresponsal británico en
Moscú informó que un régimen judío estaba preparándose para tomar Rusia? El
Sr. Wilton estaba informando la naturaleza del próximo régimen; ese era su
trabajo.
En la opinión de los "Sionistas", esto era "anti-semitismo", y la mera presentación
fue suficiente para destruir la "confianza" en él de su oficina central. Cómo,
entonces, podría él estar "feliz" y retenido la "confianza". Obviamente, sólo por
informar mal los eventos en Rusia. En efecto, ¡Se esperaba que él no mencionara el
determinado hecho en las noticias del día!
Cuando yo leí esta aclaradora cuenta me pregunté por qué ruta los "círculos
Sionistas" se habían extendido a "la Oficina del Exterior", y de la Oficina del
Exterior a la Editora la "idea" que el Sr. Wilton era "un antisemita". El investigador,
como un buscador solitario, aprende a esperar poco por mucho trabajo, pero en
este caso, me sobresalté por el gran trozo de verdad que encontré en The Times
Official History, treinta y cinco años después del evento.
Dijo que "el jefe máximo de propaganda en la Oficina del Exterior envió al
Editor una nota llevada por alguien de su personal" repitiendo la "alegación". (que
al parecer fue impresa primero en alguna hoja Sionista). La Historia Oficial reveló incluso la identidad de "este alguien".
Era el joven Reginald Leeper, que tres décadas después (como Sir Reginald) se hizo
Embajador británico en Argentina. Busqué entonces en 'Quién es Quién' por
información sobre la carrera del Sr. Leeper y encontré que su primer empleo
conocido comenzó (cuando él tenía veintinueve años) en 1917: "entrando en la
Oficina Internacional, en el Departamento de Información en 1917". El
memorándum del Sr. Leeper sobre el Sr. Wilton fue enviado al The Times, en
mayo de 1917. Por consiguiente, si él entró en la Oficina del Exterior en el día de
Nuevo Año de 1917, había estado en él sólo cuatro meses [276] cuando él llevó al
The Times su "alegación" sobre el calificado excepcionalmente Sr. Wilton, con
diecisiete años de servicio en el periódico, y el efecto fue inmediato; la Historia
Oficial dice que los despachos del Sr. Wilton, durante el período decisivo, fueron
abortados o "ignorados". (El editor era el mismo de quien el Coronel Repington
se quejó en 1917-1918 y a quien el escritor presente envió su renuncia en 1938 sobre
el mismo principio básico de un periodismo honesto.)
El Sr. Wilton luchó contra esto por un tiempo, protestando continuamente contra
la "sofocación" y supresión de sus despachos, y entonces como su último servicio al
verdadero periodismo, puso todo lo que él sabía en su libro. Reconoció y grabó los
actos que identificaban la naturaleza especial del régimen: la ley contra el"antisemitismo", las medidas anti-Cristianas, la canonización de Judas Iscariote, y
las huellas Talmúdicas burlonamente dejadas en la cámara de muerte de los
Romanoffs.
La ley contra el "anti-semitismo" (qué no puede definirse) era en sí misma una
huella dactilar. Un gobierno ilegal, predominantemente judío, con esta medida,
advertía a las masas rusas, bajo pena de muerte, para que no se interesaran en los
orígenes de la revolución. Significaba en el efecto que el Talmud se transformaba
en la ley de Rusia, y en las cuatro décadas siguientes, esta ley ha sido en efecto y en
un grado creciente hecha parte de la estructura de Occidente.
Los efímeros hechos anti-cristianos de la fase francesa de la revolución
reaparecieron en forma más abierta. Dinamitando iglesias y la instalación de un
museo anti-Dios en la Catedral de San Basil fueron las indicaciones más ostentosas
de la naturaleza del régimen, las cuales el Sr. Wilton indicó: "Tomados según los
números de la población, los judíos representaban uno de cada diez; entre los
comisarios que gobiernan la Rusia de los Bolsheviques, ellos son nueve de cada
diez; si en algo la proporción de judíos no es todavía mayor". Esto era una clara
información, y si el informe hubiera relacionado a "Ukrainianos", por ejemplo, en
lugar de los "judíos", nadie habría objetado; el mero acto de informar un hecho se
transformó en base para la denuncia secreta, porque el hecho relacionaba a los
judíos.
El monumento conmemorativo a Judas Iscariote, grabado por el Sr. Wilton, era
otro anuncio deliberado a la Cristiandad. Si los gobernantes judíos sólo quisieron
provocar una sociedad igualitaria en 1917, no tenía ninguna relevancia dar un halo
de heroísmo en un hecho del año 29 DC; la revolución en Rusia no puede
entenderse totalmente a menos que el simbolismo de este acto se comprenda.
El aspecto de una venganza Talmúdica sobre "el pagano" se dio inequívocamente a
las matanzas de ese período. En agosto de 1918, un judío, Kanegisser, le disparó a
un judío, Uritsky; de allí otro judío, Peters, a la cabeza de la Cheka de Petrogrado
ordenó el "terror masivo" sobre los rusos y otro judío, Zinovieff, exigió que diez
millones de rusos fuesen "aniquilados"; el Libro Blanco sobre el Bolchevismo del
Gobierno británico (1919) graba las masacres de los campesinos rusos que
siguieron.
Por lejos el acto más significante fue la forma dada al asesinato de [277] la familia
de los Romanoff. Si no fuera por el Sr. Wilton, esta historia nunca habría alcanzado
el conocimiento del mundo, el cual hasta el día de hoy podría creer que la esposa
del Zar y sus seis hijos acabaron sus vidas naturalmente en una "protegida"
custodia.
El Zar actuó constitucionalmente hasta el final, abdicando al consejo de su
Ministro (el 5 de marzo de 1917). Después de esto (durante el período de Kerensky
y su primera consecuencia) él fue tratado relativamente bien durante un año como
prisionero en Tobolsk a cargo de un comandante ruso y de guardias rusos. En
abril de 1918, cuando el régimen judío había ganado el control, fue transferido, por
orden de Moscú, a Ekaterinburgo. Los guardias rusos fueron retirados entonces y
su lugar dentro de la prisión fue tomada por hombres cuya identidad nunca se ha
establecido: Los rusos de la localidad los recuerdan después como "Letones" (losúnicos soldados Rojos de habla extranjera conocidos por ellos), pero parecen haber
sido traídos de Hungría.
El lugar del comandante ruso fue tomado por un judío, Yankel Yurovsky (el 7 de
julio). Eso completó una cadena de captores judíos desde la cima, Moscú, a través
del regional soviético de los Urales, hasta su prisión en Ekaterinburgo (qué está en
los Urales). El gobernante real de Rusia era entonces el terrorista Yankel Sverdloff,
presidente de la Cheka de Moscú, que era también un judío. La Cheka de
Ekaterinburgo era dirigida por siete judíos, uno de ellos era Yankel Yurovsky. El 20
de julio, el soviet de los Urales anunció que había fusilado al Zar y había enviado a
su esposa e hijos a "un lugar de seguridad". La Cheka de Moscú emitió un anuncio
similar, firmado por Sverdloff, "aprobando la acción del Soviet Regional de los
Urales". En ese momento la familia entera estaba muerta.
La verdad sólo se conoció a través de la oportunidad que, Ekaterimburgo, una vez
que cayó en manos de los ejércitos Blancos, el 25 de julio, el Sr. Wilton los
acompañó, y que el comandante, el General Diterichs, M. Sokoloff un famoso
criminólogo ruso y Sr. Wilton destaparon la evidencia enterrada. Cuando las tropas
Blancas se retiraron, el Sr. Wilton llevó consigo las pruebas; ellas aparecen en su
libro e incluyen muchas fotografías.
Los asesinatos se habían llevado a cabo por la orden de y en consultación constante
con Sverdloff en Moscú; se encontraron los archivos de conversaciones telefónicas
entre él y los Chekistas en Ekaterinburgo. Entre éstos había un informe dirigido a él
desde Ekaterinburgo que dice "Ayer un mensajero salió con los documentos que le
interesan". Este mensajero era el principal asesino, Yurovsky, y los investigadores
creen que los "documentos" eran las cabezas de los Romanoff, ya que ningún
cráneo o hueso de cráneo fue encontrado.
El hecho fue descrito por testigos quienes no fueron capaces de escapar, y por lo
menos uno de ellos fue un participante. A medianoche del 16 de julio, Yurovsky
despertó al Zar y su familia, los llevó a un cuarto del sótano y allí les disparó. Los
asesinos reales fueron Yurovsky, sus siete cómplices extranjeros no identificados,
un tal Nikulin de la Cheka local, y dos rusos, aparentemente pistoleros
profesionales empleados por la Cheka.
Las víctimas fueron el Zar, su esposa, el hijo enfermo (quién era sostenido en los
brazos de su padre ya que él no podía caminar), cuatro hijas, el Doctor ruso [278],
un criado, el cocinero y una sirvienta. El cuarto todavía estaba en desorden, desde
el tiroteo y las heridas de bayonetas cuando el criminólogo M. Sokoloff y el Sr.
Wilton lo vieron, y su libro incluye fotos de él.
Habiendo sido determinadas las circunstancias, los investigadores casi
desesperaron al hallazgo de los cuerpos, o sus restos; ellos supieron que Yurovsky,
antes de escapar del pueblo, había alardeado que "el mundo nunca sabrá lo que
nosotros hicimos con los cuerpos". Sin embargo, la tierra a la larga entregó su
secreto. Los cuerpos habían sido llevados en cinco camiones a una mina de hierro
abandonada en los bosques, los cuerpos habían sido cortados y se habían quemado,
150 galones de gasolina fueron usados; un tal Voikoff del la Cheka de los Urales
(compañero-pasajero de Lenin en el tren de Alemania) como Comisario de
Suministros, había proporcionado 400 libras de ácido sulfúrico para disolver los
huesos. Se habían lanzado las cenizas y fragmentos por el pozo, el hielo en el fondo
se había partido primero, para que la masa se hundiera; entonces se había
rellenado y se había arreglado sobre el lugar. Cuando esto fue despejado la
búsqueda llegó a su fin. En la cima estaba el cadáver del perro spaniel que
pertenecía a una de las princesas; debajo estaban los fragmentos de huesos y piel,
un dedo, y muchas cosas personales identificables que habían escapado la
destrucción. Un hallazgo enigmático fue una pequeña colección de clavos,
monedas, pedazos de aluminio y cosas similares. Esto parecía el contenido de los
bolsillos de un niño colegial, y lo era; el tutor inglés del joven príncipe, el Sr. Sidney
Gibbes, lo identificó. Las precauciones tomadas para disponer de los cuerpos y de
otras evidencias eran del tipo que sólo criminales de larga experiencia en sus
crímenes podrían inventar; ellas se parecen a los métodos usados en las guerras de
bandas rivales, durante el período de la Prohibición, en los Estados Unidos.
Estos descubrimientos, llegaron a ser conocidos en el mundo exterior, exponiendo
la falsedad del anuncio de Sverdloff que sólo el Zar había sido ejecutado y su
familia enviada a "un lugar seguro". Los asesinos organizaron un juicio simulado de"28 personas con la imputación de haber asesinado al Zar y su familia".
Se publicaron sólo ocho nombres, todos ellos desconocido en relación con el
crimen, y se dijo que cinco personas habían sido fusiladas, los cuales, si existieron,
no pueden haber tenido algún rol en él. El archi-asesino, Sverdloff, fue pronto
después asesinado en alguna disputa del Partido y miles de personas inocentes
murieron en las matanzas indiscriminadas que siguieron. Ekaterinburgo fue
renombrada Sverdlovsk para entregar fama permanente a su rol en el simbólico
hecho.
La razón principal por contar los detalles del pogromo de los Romanoff es apuntar
a la "huella digital", la cual fue dejada en el cuarto dónde fue hecho. Uno de los
asesinos, probablemente su líder, disfrutando en regocijo, puso una significativa
firma en la pared que fue cubierta con inscripciones obscenas o burlonas en
hebreo, Magyar y alemán. Entre ellos una copla que deliberadamente relacionó el
hecho a la Ley de la Torah-Talmud y lo ofreció así para la posteridad como un
ejemplo del cumplimiento de esa ley, y de la venganza judía como era entendida
por los Levitas. Fue escrita en alemán por alguien que parodió al poeta judío,
Heinrich Heine, en sus escritos sobre la muerte de Belshazzar, el imaginado
potentado, cuyo asesinato es retratado en Daniel como el castigo de Dios a una
afrenta ofrecida a Judah [279]:
Belsazar ward aber in selbiger Nacht
Von selbigen Knechten umgebracht.
Aquel que hizo la parodia, observando cínicamente la matanza, adaptó estas líneas
a lo que él recién había hecho:
Belsatsar ward in selbiger Nacht
Von seinen Knechten umgebracht.
Ningún indicio claro del motivo y la identidad fue mostrada alguna vez.
La revolución no fue rusa; la erupción se provocó en Rusia, pero la revolución tenía
sus amigos en los lugares altos por todas partes. En este período (1917-1918) el
estudioso por primera vez puede establecer que hombres importantes comenzaron
a dar apoyo secreto al Comunismo, el cual ellos ya estaban dando a su hermano de
sangre, el Sionismo. Esto pasó a ambos lados de la línea de fuego; una vez que el
secreto, sino el propósito atropellador en la guerra comenzó a jugar, la distinción
entre "amigo" y "enemigo" desapareció. Los Sionistas, aunque ellos concentraron la"presión irresistible" en los políticos de Londres y Washington, mantuvieron por
largo tiempo sus cuarteles centrales en Berlín; los Comunistas obtuvieron el
apoyo decisivo de Alemania en un momento y de los enemigos de Alemania en el
próximo.
Por ejemplo, Alemania cuando comenzó la guerra de 1914-1918, comenzó
"enviando a Rusia a los rusos de tendencias revolucionarias que eran tomados
prisioneros aquí, con dinero y pasaportes, para que ellos puedan avivar el problema
en casa" (Embajador Gerard en Berlín al Sr. House). El Sr. Robert Wilton dice que
la decisión para fomentar la revolución en Rusia se tomó formalmente en una
reunión del Staff de generales de Alemania y Austria en Viena en 1915. El Jefe-del-
Staff alemán, el General Ludendorff, se arrepintió después de esto: "Enviando a
Lenin a Rusia nuestro gobierno asumió. . . una gran responsabilidad. Desde un
punto de vista militar su jornada estaba justificada, ya que Rusia tenía que ser
doblegada; pero nuestro gobierno debió haber visto que nosotros no estuviéramos
envueltos en su caída."
Eso, tomado como un caso aislado, podría ser un simple error humano: lo que
parecía ser un movimiento militar legítimo produjo consecuencias políticas catastróficas no previstas cuando fue hecho. ¿Pero qué explicación puede
encontrarse para los políticos norteamericanos y británicos cuyos principios
supremos, políticos y militares deberían haber sido apoyar a Rusia y aun así,
apoyaron a los revolucionarios extranjeros que "doblegaron a Rusia"?
Yo ya he citado el editorial sobre la revolución (". . una democracia libre y eficiente.
. . la vindicación del nuevo régimen. . . ") qué apareció en The Times de Londres
mientras los despachos de su experimentado corresponsal eran ignorados y la"confianza" retirada de él, porque el periódico había recibido "un reclamo" que él
era "un anti-semita". Al otro lado del Atlántico, el verdadero gobernante de la
República, el Sr. House, estaba confiando a su diario sentimientos similares. Paraél, los revolucionarios extranjeros infiltrados en Rusia [280] durante el tiempo de
guerra desde Occidente ("esta banda de personalidades extraordinarias del
hampa de las grandes ciudades de Europa y Norteamérica", Sr. Churchill) era
reformistas agrarios honestos: "los Bolcheviques parecieron a los rusos
hambrientos de paz y tierras como los primeros líderes que hicieron un sincero
esfuerzo para satisfacer sus necesidades."
Hoy todos saben lo que pasó al "hambre-de-tierras" de los rusos bajo Bolchevismo.
En 1917, los Zares y su Ministros durante cincuenta años se había estado
esforzándose para satisfacer esta "Hambre-de-tierra" y por asesinatos se había
frustrado. Al parecer el Sr. House era ignorante de eso. Cuando la revolución fue
cumplida, él instruyó al presidente-sombra: "que literalmente nada se debe hacer
más allá que ofrecer una expresión de simpatía por los esfuerzos de Rusia para
afianzarse en una democracia viril y a ofrecer nuestro apoyo financiero,
industrial y moral de cualquier manera posible". (*)
El parecido entre la primera frase de esta oración y el editorial de The Times en
Londres puede notarse; grupos poderosos detrás-de-bastidores en ambas capitales
evidentemente estaban de acuerdo en presentar a las masas públicas este falso
cuadro de una democracia "viril" y "eficiente" en fabricación. La segunda frase
cancelaba la política recomendada inicialmente de "literalmente no hacer nada"
más allá de proferir palabras de simpatías, dando la orden literal para hacer
cualquier cosa; ¿Qué se podría hacer más que dar apoyo "financiero, industrial y
moral en todos los sentidos posibles"? Esta fue la política estatal norteamericana
desde el momento que el Sr. House instruyó al presidente, y describe exactamente
la política seguida por el Presidente Roosevelt durante la Segunda Guerra
Mundial, tal como se mostrará.
Así Occidente, o poderosos hombres en Occidente, empezaron a presentarse con la
revolución-mundial contra los rusos, lo cual significaba, contra todos los hombres
que aborrecían la revolución. No todos los hombres poderosos, u hombres que
después se tornarían poderosos, se prestaron para esta tarea oculta. En ese
momento, el Sr. Winston Churchill declaró la naturaleza de la revolución
nuevamente:
"Ciertamente yo disputo el título de los Bolcheviques para representar
a Rusia. . . Ellos desprecian tal lugar común como nacionalidad. Su ideal es una
revolución proletaria mundial. Los bolcheviques le robaron a Rusia de un golpe de
las dos cosas más preciosas: la paz y la victoria, la victoria que estaba al alcance de
la mano y la paz que era su deseo más estimado. Los alemanes enviaron a Lenin a
Rusia con la intención deliberada de trabajar para la caída de Rusia. . . Pronto
después de la llegada de Lenin allí, él comenzó a llamar con un dedo aquí y
un dedo allí a disimuladas personas en refugios protegidos en Nueva
York, en Glasgow, en Berna y en otros países" (el lector percibirá de donde
eran los revolucionarios "rusos")
(*) Podría ser significante de las influencias que continuaron prevaleciendo en el medio
ambiente de los presidentes norteamericanos durante las próximas dos generaciones que el Presidente Eisenhower en 1955, desde su cuarto en el hospital en Denver, envió a un mensaje personal de felicitaciones al Primer Ministro soviético, Bulganin, en el aniversario de la revolución bolchevique, el 7 de noviembre. La revolución democrática y parlamentaria, legitimada por la abdicación de los Zares, ocurrió en marzo de 1917; El 7 de noviembre fue el día en que los bolcheviques derrocaron el régimen legítimo. Por 1955, los presidentes norteamericanos estaban advirtiendo habitualmente a su pueblo contra la amenaza "soviética" o "Comunista" (es decir, una agresión olchevique presente en Rusia).[281]
"…y él reunió los principales espíritus de una secta formidable, la secta más formidable en el mundo. . . Con este espíritu alrededor de él, se dispuso a trabajar con demoníaca habilidad para destruir cada institución de la cual el estado ruso y la nación dependían. Rusia fue doblegada. Rusia tuvo que ser derribada. . . Sus sufrimientos son más
terribles que aquellos que sostienen los archivos modernos y ella había sido robada de su lugar entre las grandes naciones del mundo". (Cámara de los Comunes, 5 de noviembre de 1919).
La descripción del Sr. Churchill permanece válida, particularmente la frase, "la
secta más formidable en el mundo" que se parece a a frase usada antes por Bakunín
en su ataque contra la usurpación judía de la revolución, cincuenta años antes. El
pasaje citado del artículo del Sr. Churchill, anteriormente en este capítulo, muestra
que él era igualmente consciente de la identidad de esta secta.
Así los compañero-conspiradores juveniles del Dr. Chaim Weizmann del área
Talmúdica de Rusia triunfaron en Rusia en el mismo momento cuando él triunfaba
en Londres y Washington. La única diferencia entre él y ellos, desde la partida, fue
esa entre el "Sionismo-revolucionario" y el "Comunismo-revolucionario" tal comoél lo muestra. En sus días de estudiante en Berlín, Friburgo y Ginebra, él había
emprendido muchos fogosos debates acerca de este punto de diferencia que, para
aquellos que rechazaban la revolución como tal es una distinción sin significancia.
El amanuense del Sr. Balfour, la Señora Dugdale, retrata a los hermanos-de-sangre
de la revolución en el argumento durante los años cuando su triunfo simultáneo
estaba en su preparación:
"Lenín y Trotsky tomaron el poder en la misma semana de noviembre de 1917 en
que el nacionalismo judío ganaba su reconocimiento. Años antes, en Ginebra,
Trotsky y Weizmann habían, noche tras noche, expuesto en cafés rivales en el
barrio universitario, sus creencias políticas opuestas. Ambos nacidos en Rusia. . . .
ellos habían hecho oscilar a los grupos de estudiantes judíos de un lado al otro
de la calle; León Trotsky, el apóstol de la Revolución Roja; Chaim Weizmann,
apóstol de una tradición irrompible durante dos mil años. Ahora por una
coincidencia de los más extraña, en la misma semana, cada uno de ellos logró el
cumplimiento de su sueño."
En la verdad, las tenazas en las que Occidente sería agarrado habían sido forjadas
antes, y cada asa era sostenida por uno de los dos grupos revolucionarios "nacidosen-
Rusia" (pero que no eran rusos).
Para el Dr. Weizmann y sus socios en Londres y Washington, el evento en Moscú
era una turbación al paso, en un aspecto. Ellos habían basado su demanda para
Palestina en la leyenda "un lugar de refugio" debe ser encontrado para los judíos"perseguidos en Rusia" (un obvio no lógico pero lo suficientemente bueno para"la chusma"), y ahora no había ninguna "persecución en Rusia". Al contrario, en
Moscú un régimen judío gobernaba y el "antisemitismo" era una ofensa capital.¿Dónde, entonces, estaban los judíos que necesitaban "un lugar de refugio"? (Ésta
es evidentemente la razón por qué el Sr. Robert Wilton tuvo que ser prevenido de
informar la naturaleza del nuevo régimen en Moscú).
El Rabino Elmer Berger dice, "El gobierno soviético incluso privilegiaba a los
Judíos por ser Judíos… [282] de un solo golpe, la revolución emancipó a esos
mismos judíos para quienes, previamente, ninguna solución que no fuese el
Sionismo sería eficaz, según los potavoces Sionistas. Los judíos soviéticos ya
no tenían necesidad de Palestina, o de cualquier otro refugio. La
palanca del sufrimiento de la Judería rusa que Herzl había usado a menudo en
los esfuerzos por forzar una carta constitucional para Palestina de algún poder, se
había ido."
Eso no detuvo al Dr. Weizmann. En seguida informó a los judíos que ellos no
debían esperar alguna tregua:
"Algunos de nuestros amigos. . . son muy rápidos en
trazar conclusiones acerca de lo que pasará al movimiento Sionista después de la
revolución rusa. Ahora, ellos dicen, el estímulo más grande para el movimiento
Sionista ha sido quitado. La Judería rusa es libre. . . Nada puede ser más superficial
y equivocado que eso. Nosotros nunca hemos construido nuestro
movimiento Sionista en los sufrimientos de nuestras personas en
Rusia o en otra parte. Estos sufrimientos nunca fueron la causa del
Sionismo. La causa fundamental del Sionismo fue, y es, el inquebrantable
esfuerzo de la Judería para tener un hogar propio."
El Dr. Weizmann habló la verdad en la falsedad. Era verdad que los organizadores
del Sionismo, en la privacidad de sus corazones, nunca habían en la realidad
construido su movimiento en "los sufrimientos de nuestras personas en Rusia o en
otra parte"; ellos eran indiferentes a cualquier sufrimiento, judío u otro, causado
por el Sionismo. Pero ellos habían, más allá de toda disputa, usado "los
sufrimientos de nuestras personas en Rusia" como su argumento para acosar a los
políticos Occidentales, quienes desde el Sr. Wilson en 1912 en adelante,
repetidamente aludió a esto.
En esta semana crucial, la falsedad de toda la disputa, aunque revelada, no causó
ninguna diferencia para el Gobierno británico, tal como la Señora Dugdale grabó,
estaba a lo largo comprometida. Ni siquiera una pretensión podría mantenerse
que algún judío necesitaba "un lugar de refugio" pero el Sr. Lloyd George había
emprendido para conquistar Palestina para "los judíos."
La falacia básica de la empresa estaba expuesta en el mismo momento cuando se
sujetó tal como una rueda de molino en el cuello de Occidente. Aunque esta falla
irreparable en su fundación deberá causar su último derrumbe, tal como el
mesianismo de Sabbatai Zevi en l666, la tragi-comedia desde entonces tuvo que ser
actuada hasta su ruinoso fin.
Pero para un evento posterior, la tarea habría fallecido de muerte natural dentro de
unos años y sobreviviría hoy meramente en los anales, como la Tontería de Balfour.
Este evento fue la llegada de Hitler que durante algún tiempo llenó el espacio
dejado por el derrumbe de la leyenda de la "persecución en Rusia" y produjo en
algunos judíos un deseo de incluso ir a Palestina. Para los Sionistas si Hitler no
hubiese surgido, habría necesitado ser creado; un esquema de colapso fue hecho
parecer casi real durante algún tiempo. El episodio Hitlerista pertenece a un
capítulo más tarde en esta narrativa.
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