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La Controversia de Sión
Douglas Reed

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Capítulo 45

 

El alma judía

Los primeros cincuenta años del "Siglo Judío" han tenido su efecto natural en el alma Judía, la cual nuevamente está en una violenta inquietud. Ellos han hecho chauvinistas a una masa de judíos que, hace ciento cincuenta años, parecían comprometidos a envolverse en la humanidad. Ellos están una vez más en la cautividad (las "cautividades" recurrentes de los judíos siempre fueron cautividad en manos de los superiores y su credo de exclusión, no por patrones extranjeros). En la cautividad Sionista, y bajo la presión de los superiores, ellos han sido convertidos en la fuerza más explosiva en la historia registrada. La historia de este siglo, de sus guerras y revoluciones y el desenlace todavía por venir, es aquella del chauvinismo Talmúdico, la cual tiene sus raíces en el Deuteronomio.

La palabra misma, chauvinismo, significa una emoción extravagante; Nicolás Chauvin era el soldado napoleónico cuyo ampuloso y desenfrenado fervor por su Emperador llevó al patriotismo al descrédito, incluso en un período de ardor patriótico. No obstante, la palabra es inadecuada para describir el efecto del Sionismo Talmúdico en el alma judía; no existe ninguna otra palabra, que no sea"Talmudismo", para este único e ilimitado frenesí.

En 1933, el Sr. Bernard J. Brown escribió, "Ser conscientemente judío es el tipo más bajo de chauvinismo, ya que es el único Chauvinismo que está basado en falsas premisas". Las premisas son aquellas del Talmud-Torah; a saber, que Dios prometió una cierta supremacía tribal sobre todas las otras tribus esclavizadas en este mundo, y una herencia exclusiva del próximo mundo a cambio de la observancia estricta de una ley basada en el sacrificio de sangre y en la destrucción o esclavitud de las castas menores sin esta Ley. Tanto si es chauvinismo Talmúdico o chauvinismo sionista (yo creo que cualquier término es más correcto que chauvinismo judío del Sr. Brown) de si es o no es "el tipo" más bajo de chauvinismo, estos cincuenta años han mostrado que es aun del tipo más violento conocido hasta ahora por el hombre.

Su efecto en el alma Judía está reflejado en el cambio de tono de la literatura Judía en nuestro tiempo. Antes de aducir ejemplos de esto, una ilustración de su efecto entre una generación y la siguiente puede darse citando brevemente el caso de dos Judíos, padre e hijo.

El Sr. Henry Morgenthau padre, fue un Judío notable en Norteamérica que llegó a ser embajador. Era el producto de la emancipación Judía durante el último siglo; él era aquello que los judíos de hoy podrían haber sido, sino fuese por el chauvinismo Talmúdico.Él dijo:

"El Sionismo es la falacia más estupenda en la historia judía. Yo afirmo que es erróneo en principio y estéril en sus ideas espirituales. El Sionismo es una traición, una propuesta europea Oriental, engendrada en ese país por los judíos norteamericanos. . . los cuales, si ellos fueran a tener éxito, costaría a los judíos de Norteamérica la mayor parte de los que ellos han ganado de libertad, igualdad y fraternidad, yo me niego a permitir ser llamado un sionista. Yo soy un norteamericano". [480]

En la próxima generación, el nombre del hijo, el Sr. Henry Morgenthau Junior, llegó a ser asociado inseparablemente con la fundación del estado Sionista (la"estupenda falacia" de su padre) y con la venganza Talmúdica en Europa. En la consecuencia, el hijo podría probar ser uno de los hombres más responsables de provocar las consecuencias que el padre temió.

El Dr. Weizmann registra el gran rol jugado por el Sr. Morgenthau Junior en el drama tras bastidores en Nueva York, el cual culminó en el establecimiento violento del estado Sionista y el "reconocimiento" de un presidente norteamericano del hecho. En Europa engendró (a través del "Plan de Morgenthau") la bisección del continente y el avance de la revolución en su seno. Algunos pasajes en ese plan (firmado por los Sres. Roosevelt y Churchill (que luego ambos lo repudiaron cuando el daño estaba hecho) es de especial importancia, a saber, aquellos que proponen que "todas las plantas industriales y su equipamiento no destruidas por la acción militar (en Alemania) serán. . . completamente destruidas. . . y las minas inundadas". La fuente original de esta idea de "destrucción absoluta" puede ser al parecer, sólo el Talmud-Torah, dónde es parte de la "Ley de Dios". El propio estado Sionista, tal como lo he mostrado, fue fundado en el hecho de la"destrucción absoluta", y así de "observancia" literal de esta Ley, en Deir Yasin.

Pero para el chauvinismo Sionista y los políticos Occidentales que le sirvieron en la oficina de "administradores", el hijo podría haber sido otro hombre tal como el padre, y esta ilustración particular, es válida para una gran masa de judíos y para el cambio que se han producido en el alma judía: Cuando los judíos con un gran nombre se prestan para tales tareas, y demuestran ser capaces de ordenar el apoyo de Presidentes norteamericanos y Primer Ministros británicos, las masas judías fueron ligadas para seguirlos. Esta tendencia general se refleja en la creciente literatura del chauvinismo Talmúdico.

Hasta la mitad del último siglo la literatura "Judía" era pequeña y era principalmente producida para y leída por las comunidades cerradas. En las librerías generales, los escritores judíos tenían un lugar aproximadamente proporcional a sus números en la población, lo cual era algo natural y en sus trabajos no era la regla escribir como "judíos" o explayarse exclusivamente en el tema judío. Ellos se dirigieron al público general y evitaron el llamado chauvinista a los judíos, así como también a cualquier tema que los no-judíos podrían considerar blasfemia, sedición, obscenidad o calumnias.

La transformación que ha ocurrido en los últimos cincuenta años refleja igualmente la propagación del chauvinismo Talmúdico y la impuesta subordinación de las masas no-judías a él. Hoy los libros de judíos y no - judíos sobre las cosas judías, si ellos fueran contados, podrían encontrarse formar el único cuerpo más grande de la literatura Occidental, fuera de la ficción, y el cambio en el tono y la norma es muy grande.

Como ha ocurrido gradualmente, y el comentario crítico hoy en día está en la práctica casi prohibido como "antisemitismo", el cambio no se ha notado conscientemente por la masa de las personas. Su magnitud puede medirse por esta comparación; [481] una buena parte de lo que se contiene en la literatura chauvinista Talmúdica hoy (unos ejemplos siguen) no se habrían publicado en absoluto hace cincuenta años, como ofensivas a las normas entonces generalmente aceptadas. El miedo de anatema crítico y público habría impedido a los editores emitir muchos de estos trabajos, o a todo evento, incluir en ellos los pasajes más flagrantes.

El punto de comienzo de este proceso que podría llamarse una de degeneración en la Judería, hizo posible la aparición en 1895 de la Degeneración de Max Nordau, que tocó la nota predominante para el coro por venir. Este libro era en el efecto una epístola a los Gentiles, informándoles que ellos eran degenerados, y esto disfrutó una gran boga con los "Liberales" de fin de siglo, como la masa acumulativa de literatura afín ha disfrutado desde entonces entre su tipo. La degeneración judía no era parte de su tema, y el autor podría haber visto la degeneración judía sólo en oposición al Sionismo, porque él era el lugarteniente de Herzl, y el hombre que en el Congreso Sionista después de la muerte de Herzl, predijo la primera Guerra Mundial y el rol jugado en él por Inglaterra en el establecimiento de la "patria" Sionista. La Degeneración fue significativa tanto en el tiempo como en el tema; apareció en el mismo año que 'El Estado Judío' de Herzl y éste también fue el año de la primera erupción revolucionaria en Rusia. La revolución y el Sionismo son ambos esenciales en el concepto Deuteronómico Talmúdico y ambos movimientos, en mi estimación, fueron desarrollados bajo la dirección Talmúdica.

Después de la Degeneración le siguió la marea plena y el chaparrón de literatura Talmúdica-chauvinista. Un ejemplo de nuestro tiempo, es un libro publicado en Nueva York en el año 1941, cuando Hitler y Stalin riñeron y Norteamérica entró en la Segunda Guerra.

'Germany Must Perish' ('Alemania debe Perecer')
, por un Sr. Theodore N. Kaufmann, en ese libro propuso el exterminio del pueblo alemán en el sentido literal de la Ley del Talmud- Torah. El Sr. Kaufmann propuso que la "extinción de los alemanes" se logre esterilizando a todos los alemanes en edad de procreación (los varones bajo 60, y la hembras bajo 45) dentro de un período de tres años después del fin de la guerra, Alemania debía ser entonces sellada durante el proceso y su territorio debía ser compartido entre otros pueblos, así para que pueda desaparecer del mapa junto con sus personas. El Sr. Kaufmann calculó que, con la detención de los nacimientos a través de la esterilización, las tasas de muertes normales extinguirían la raza alemana dentro de cincuenta o sesenta años.

Estoy seguro que el aborrecimiento público habría detenido a cualquier editor de emitir este trabajo durante la Primera Guerra, y posiblemente en cualquier momento anterior desde que fue inventada la imprenta. En 1941 aparecía con la alabanza de dos periódicos norteamericanos importantes (los dos poseídos por judíos o controlados por judíos). El New York Times describió la propuesta como "un plan para la paz permanente entre las naciones civilizadas"; el Washington Post lo llamó "una teoría provocativa, presentada en forma interesante."

Esta propuesta fue más literalmente Talmúdica que cualquier cosa que yo pudiera encontrar, pero el espíritu que lo incitaba, respiraba en muchos otros libros. El odio demostrado no se limitaba a los alemanes, se extendió a los Árabes y por un período a los británicos; [482] tal como anteriormente se había dirigido contra los españoles, los rusos, los polacos y otros. No era una cosa personal; siendo el producto-final de la enseñanza Talmúdica, se aplica imparcialmente sobre todas las cosas no Judaistas, tomando primero un enemigo simbólico y luego otro de un mundo dónde, bajo la Ley Levítica, todos eran enemigos.

El crecimiento y la expresión abierta de este sentimiento violento, ya no contenidas por los límites de la necesidad previa de tomar cuenta las normas generalmenteaceptadas en Occidente, explican los presentimientos expresados por el Sr. Brown en 1933, por el Rabino Elmer Berger en los años de 1940, y por el Sr. Alfred Lilienthal en la presente década. Su reflexión sobre la palabra Judía publicada, justificó su ansiedad. En un libro tras otro, los escritores judíos con escritos introspectivos examinaron "el alma judía" y al final propusieron expresiones de desprecio u odio para algún cuerpo u otro de no-judíos, arrellanados con términos chauvinistas.

El Sr. Arthur Koestler, describiendo su escrutinio del Judaísmo, escribió, "Lo más desconcertante de todo fue el descubrimiento que la saga de 'la Raza Escogida' parecía ser tomada casi literalmente por los judíos tradicionalistas. Ellos protestaban contra la discriminación racial, y afirmaba en el mismo aliento su superioridad racial basada en el convenio de Jacob con Dios". El efecto de este"desconcertante descubrimiento" en esta alma judía particular fue que "mientras más averiguaba acerca del Judaísmo, más apenado me sentía, y el más fervoroso sionista."

La causa presumible (la "razón" no puede usarse para describir tan ilógica reacción) de este extraño efecto en el Sr. Koestler esta indicada por sus doscientas páginas de quejas sobre judíos que son perseguidos y expulsados de Europa. Evitó esta queja de justicia por su asunción que los Árabes, que no podían ser culpados, debían sufrir, describiendo a una familia árabe (perseguida y expulsada de Palestina por los Sionistas) en estas palabras: "La anciana caminará delante guiando al asno por la rienda y el anciano irá montado en él. . . sumido en una solemne meditación sobre la oportunidad perdida de violar a su nieto más joven". En esta descripción, los actos de persecución y expulsión se hacen parecer respetable, a menos que los Judíos sean las víctimas, por la atribución de un pensamiento indigno a la víctima.

El cambio en el tono y las normas de la literatura judía en nuestro tiempo es mostrado nuevamente por los escritos del Sr. Ben Hecht, algunos de los cuales fueron citados antes, incluyendo su queja que si Jesús sólo hubiese sido hecho picadillo, en lugar de ser dignificado por la crucifixión, la Cristiandad nunca habría tomado forma. Dudo si los periódicos o editores de cualquier período anterior habrían dado paso a palabras que patentemente tenían sólo el propósito de ofender a otros.

El Sr. Hecht escribió alguna vez, "Viví cuarenta años en mi país" (EEUU) "sin encontrar anti-semitismo o involucrarme aun cuando fuese remotamente con su existencia". Por consiguiente, el Sr. Hecht lógicamente no pensaba vivir en ninguna otra parte. No obstante, cuando el estado Sionista estaba siendo establecido, escribió que cada vez que un soldado británico era asesinado en Palestina "los Judíos de Norteamérica tenían un poco de fiesta en sus corazones". [483]

Profundamente, si no una visión iluminadora en el desarrollo del alma judía durante este siglo, es entregada por los libros del Sr. Meyer Levine; éstos también contienen cosas las cuales en mi estimación, no habrían encontrado imprenta en tiempos anteriores. El Sr. Levine en su libro In Search (En Búsqueda) muestra lo que el Sr. Sylvain Lévi quiso decir cuando, en la Conferencia de la Paz de 1919, dio la advertencia contra las "tendencias explosivas" de los judíos Orientales.

El Sr. Levine, nacido en Norteamérica de padres inmigrantes de Europa Oriental, creció en el odio a los rusos y polacos. Parece haber encontrado poco para agradarlo en "el nuevo país" dónde él nació y cuando creció a la masculinidad joven comenzó a ocuparse en la agitación entre los obreros de Chicago.

Él cuenta de la mitad de una vida de tortuosos esfuerzos para escapar del Judaísmo y luego sumergirse en el Judaísmo alternadamente. Si algunos judíos se creen invariablemente distinto de toda la otra humanidad, el Sr. Levine entrega dos vislumbres que hacen al lector sentir que esta creencia es el producto de una tensa, casi mística perversidad. Él dice que él se encontraba constantemente preguntándose "¿Qué soy? " y "¿Qué estoy haciendo aquí? ", y afirma que "los Judíos por todas partes están haciéndose las mismas preguntas". Como consecuencia, él relató algunos de los descubrimientos a los que este autoescrutinio le llevó.

Describiendo el asesinato Leopold-Loeb en Chicago (cuando dos judíos jóvenes, de padres adinerados, mataron y mutilaron a un muchacho pequeño, también judío, por motivos de extrema morbosidad) él dice, "yo creo que bajo el real horror que el caso inspiró, el horror de comprender que los seres humanos llevan en ellos motivos asesinos más allá de los motivos simples de la lujuria y la codicia, y el odio, bajo todo esto hay un sentimiento suprimido de orgullo en la brillantez de estos muchachos, una simpatía para ellos siendo esclavos de sus curiosidades intelectuales; un orgullo que este nuevo crimen de un nivel particular, incluso este, debería ser alcanzado por los judíos. En una desconcertante e intimidante forma, y en la moda momentánea de la 'lujuria por experimentar', sentí que los entendía, que yo, particularmente, siendo un joven intelectual judío, tenía un parentesco con ellos."

En otra ocasión él describe su rol (él lo llama, eso de "una ayuda" voluntaria, pero el término "agitador" podría ser bastante aplicable) en la huelga de los trabajadores del acero de Chicago en 1937, cuando los huelguistas y la policía entraron en conflicto y se dispararon balas, con varias personas asesinadas. El Sr. Levine, como"un voluntario ayudista", había caído justo en "la marcha” de los huelguistas y"corrió con los otros" cuando comenzó el tiroteo. Él no era un trabajador o huelguista. Como consecuencia, él y otros, aparentemente también ayudistas voluntarios, organizaron una reunión masiva. En esto mostró diapositivas hechas de las fotos de periódicos de las cuales había quitado las descripciones. Acompañó estos cuadros con un relato propio, en palabras escogidas para dar una interpretación inflamatoria a los cuadros, diferentes del de los subtítulos originales. Él dice:

"Era tan extraño el rugido que se levantó que me pareció como si la inmensa sala de conferencias fuera un caldero de rabia, volcándose sobre mí. . . Sentía que nunca podría controlar [484] la muchedumbre, que ellos estallarían a través de las puertas, correrían y quemarían el ayuntamiento - el impacto de los cuadros causaba tanto enfurecimiento. . . En ese instante experimenté el sentido pleno del peligro del poder, porque sentía que unas pocas palabras habrían liberado la violencia más allá de lo que habíamos visto en el Memorial Day. . . Si yo a veces me había sentido excluido como un extraño, artista y judío, supe que la acción universal existe. . . Sentí que quizás una de las razones para el reformismo social de los judíos, es la necesidad de fundirse en estos movimientos que engolfan su propio problema."

Una vez más, las palabras recuerdan el lamento del Sr. Maurice Samuel o la amenaza, (cual fuese lo que pensó) de 1924, "Nosotros los judíos, los destructores, seguiremos siendo los destructores para siempre". Sólo en la incitación de otros, el Sr. Levine pareciera decir, podría él, el "extraño", sentirse a sí mismo "incluido", o "su problema" engolfado. La incitación de la irrazonable, la estúpida "chusma" es el tema que atraviesa los "Protocolos" de 1905. En el pasaje citado, el Sr. Levine parecía implicar que él podría sentir el envolvimiento en la humanidad en general, solamente al incitar una chusma así.

Sus viajes posteriores fueron hechos en el mismo espíritu. En su juventud el Sionismo era casi desconocido y en 1925, cuando él tenía veinte años, todavía era"un asunto que había penetrado escasamente en los judíos nacido en Norteamérica. . . Era algo que ocupaba a los barbudos del antiguo país y si un judío norteamericano fue arrastrado a una reunión Sionista, encontró que los portavoces hablaban con acento ruso, o que simplemente cambiaron al Yídish. Mi propia familia de hecho, no tenía interés en el movimiento."

Como en el caso de los Morgenthau, padre e hijo, una generación vio el cambio. Los padres del Sr. Levine, emigrantes de un país de supuesta "persecución", estaban satisfechos haber encontrado otro país dónde ellos prosperaron. El hijo no estaba satisfecho. Pronto él estaba en Palestina, y desarrolló sentimientos vengativos hacia los Árabes de quien él nunca había oído hablar en su juventud. Él cuenta, como una buena broma, de un incidente en un asentamiento Sionista, cuando un árabe, viniendo a través del campo, humildemente pidió un sorbo de agua. El Sr. Levine y sus amigos indicaron un barril del cual el árabe bebió agradecido mientras ellos se rieron; era el agua para los caballos.

Diez años después de eso, estaba en Alemania y jugó allí su rol en la venganza Talmúdica. Él era un corresponsal de un periódico norteamericano y describe cómoél y otro corresponsal judío viajaron por Alemania como "conquistadores", armados (ilícitamente), en un jeep, saqueando y destruyendo cuando les agradaba. Él dice entonces que la sumisión pasiva de las mujeres alemanas a los "conquistadores" frustraba el deseo furioso de violarlas y "a veces el odio en un hombre crece tan alto que él sentía la necesidad absoluta de la violencia". En este tenor, su compañero y él juraron que "la única cosa que había que hacer era destruirlos, despedazarlos", y ellos discutieron "las condiciones ideales para tal escena de violencia; allí tendría que haber un trecho lleno de árboles, poco tráfico, y una muchacha sola caminando o en una bicicleta". El par hizo "una salida tentativa" en búsqueda de estas "condiciones ideales" y finalmente encontraron una muchacha sola y "las condiciones todas reunidas". (Él dice que la aterrada muchacha salvó su vida por lo menos y se preguntan si la razón, en cada uno [485] de ellos, fue que la presencia del otro lo avergonzó).

El Sr. Levine comenzó su libro de 1950, "Éste es un libro acerca de ser un Judío". Esto y mucho igual que esto, cuenta por la ansiedad expresada por los Judíos protestantes sobre el desarrollo de los últimos cincuenta años, porque ellos testifican la degeneración del alma judía bajo la presión del chauvinismo Talmúdico. La única cosa demostrada por el libro está en que a su fin, el Sr. Levine supo tan poco como al comienzo acerca de su pregunta, qué significaba "ser un judío" (probablemente él no desearía tomar los pasajes citados más arriba para proporcionar la respuesta). Cientos de otros en este mismo tema huidizo e improductivo han aparecido; así podría una anguila eléctrica devorar su propia cola en busca de la fuente de su sensación peculiar, y no llegar a ninguna conclusión iluminadora. Un libro de un judío sobre ser un ser humano entre otros seres humanos era en la mitad del siglo una rareza.

La acumulativa literatura de incitación y odio, de la cual unos pocos ejemplos se han dado, y la virtual supresión de objeción a esto como"anti-semitismo", entregan su carácter distintivo al Siglo 20; es la era del chauvinismo Talmúdico y el Imperialismo Talmúdico. Nuestra situación presente fue predicha hace casi cien años por un alemán, Wilhelm Marr.

Marr fue un revolucionario y conspirador que ayudó a las "sociedades secretas" Judío-dirigidas (Disraeli) a preparar las erupciones abortivas de 1848. Sus escritoss de ese período son reconociblemente Talmúdicos (él no era un judío); ellos son violentamente anti-Cristianos, ateos y anarquistas. Después, como Bakunin (Marr era un hombre similar) él se dio cuenta de la verdadera naturaleza de la jerarquía revolucionaria, y en 1879 él escribió:

"El advenimiento del imperialismo judío, me convence totalmente, es sólo una cuestión de tiempo. . . El imperio del mundo pertenece a los judíos. . . ¡Las penas a los conquistados! . . .

Estoy bastante seguro que antes de que cuatro generaciones hayan pasado, no habrá ni una sola función en el Estado, la más alta incluida, que no esté en las manos de los judíos. . . En el momento presente, sólo entre los estados europeos, Rusia todavía lucha contra el reconocimiento oficial de los extranjeros invasores. Rusia es el último baluarte y contra ella los judíos han construido su trinchera final. Para juzgar por el curso de los eventos, la capitulación de Rusia es sólo una cuestión de tiempo. . . En ese inmenso imperio. . . el Judaísmo encontrará el punto de apoyo de Archimedes que le permitirá que arranque a toda Europa Occidental fuera de sus bisagras de una vez por todas. El espíritu de intriga judío, provocará una revolución en Rusia como el mundo nunca ha visto todavía. . . La situación presente del Judaísmo en Rusia es tal, que todavía tiene que temer la expulsión. Pero cuando haya puesto a Rusia postrada ya no tendrá ningún ataque por temer. Cuando los judíos tengan el control del estado ruso. . . ellos se dedicarán a la destrucción de la organización social de Europa Occidental. Esta última hora de Europa llegará a los más en cien o ciento cincuenta años."

El estado presente de Europa, como ha sido dejado por la Segunda Guerra, muestra que esta previsión ha sido largamente cumplida. De hecho, sólo el pleno desenlace resta, [486] para su conclusión total. Acerca de eso, Marr puede haber visto demasiado oscuro. La historia del mundo no conoce ninguna decisión irrevocable, victorias decisivas, conquistas permanentes o armas absolutas. La última palabra, hasta ahora, siempre ha demostrado estar con el dictum del Nuevo Testamento: "El fin no es aun".

Sin embargo, la última fase en la previsión de Marr, el tercer acto en el drama del Siglo 20, está evidentemente a mano, cualquier sea su resultado y cualquiera sea su consecuencia posterior, y en la preparación de esto, el alma judía ha sido una vez más cautiva del chauvinismo Talmúdico. El Sr. George Sokolsky, el notable escritor judío de Nueva York, observó en enero de 1956 que, "Hubo una oposición considerable (al Sionismo) dentro de la Judería, pero durante los años la oposición se apagó y donde todavía existe es tan impopular que es generalmente a escondidas; en Estados Unidos la oposición a Israel entre los judíos es despreciable."

Las pocas voces de advertencia que todavía está levantándose, como los Jeremías de antaño, son casi todas de aquellos judíos. La razón no es que los escritores no-judíos sean menos informados, más cortos de vista o menos valientes; ha sido por mucho tiempo la regla no escrita que los objetores judíos pueden dentro de los límites escucharse, siempre que sean de los"nuestros", pero esa objeción de los no-judíos no debe tolerarse.(*) En la condición de la prensa Occidental de hoy, en el tercer cuarto del Siglo 20, esta regla es impuesta casi sin excepción.

En esta cuenta las pocas advertencias aquí citadas son de judíos. El Sr. Frank Chodorov le dijo al Gobierno norteamericano (Human Events (Eventos Humanos), 10 de marzo de 1956) que en el Medio Oriente "en la realidad no se está tratando con el gobierno de Israel sino con los judíos norteamericanos. . . Es una certeza que tantos buenos norteamericanos, leales norteamericanos de la fe judía darían la bienvenida una confrontación, no sólo para registrar su lealtad a este país y contra el Sionismo mundial, sino también para liberarse del asimiento que los Sionistas tienen en ellos."

En forma semejante, el Sr. Alfred Lilienthal (Eventos Humanos, 10 de septiembre de 1955) hizo eco de la súplica desesperada del fallecido Sr. James Forrestal ocho años antes; cuando la sombra de la elección presidencial de 1956 cayó sobre Norteamérica él, también, rogó a los

(*) Un buen ejemplo: durante 1956, un año de elección presidencial, la crítica al Sionismo o a "Israel" era una cosa casi inconcebible en los Estados Unidos, sobre todo en los meses posteriores, cuando la votación real se acercaba. Los ataques israelitas a sus vecinos árabes, invariablemente se informaron en los principales periódicos como "represalia" o "venganza". El Presidente, sus miembros del Gabinete y los funcionarios del Departamento de Estado permanecían callados mientras un ataque tras otro se sucedían, cada uno de ellos produciendo un acto de destrucción implacable en el modelo de Deir Yasin en 1948. De hecho, los principales candidatos de los Partidos opositores, como en 1952 y 1948, rivalizaron entre sí en la exigencia de armas para Israel y compitiendo por esto, significa competir por el voto controlado por los Sionistas que se suponía era decisivo. Al mismo tiempo (11 de septiembre de 1956) más de dos mil judíos Ortodoxos se encontraron en la Plaza de la Unión, Nueva York, para protestar contra "la persecución de religión en el estado de Israel". El nombre del Primer Ministro de Israel, Ben-Gurion, fue abucheado y varios rabinos hicieron violentos ataques contra él y su gobierno. Estos de ninguna forma se relacionaban con el caso de los Árabes que no fue mencionado; el ataque era solamente en base a la ortodoxia religiosa, el gobierno de Ben-Gurion siendo atacado por su descuido del ritual ortodoxo en Sabbat y otras cuestiones. No obstante, el ataque fue público, considerando que la crítica en cualquier base sobre cualquier cosa desde los no-judíos era de hecho casi prohibido en este momento. En el mismo período (1 de septiembre de 1956) las recurrentes manifestaciones judías en el propio Israel culminaron en una erupción que
se suprimió por la policía, una persona fue asesinada. El hombre muerto pertenecía a un grupo a que se negaba a reconocer al gobierno de Israel, sosteniendo que el "reestablecimiento de un estado judío debía esperar el testamento divino" (a propósito, ésta es uno de las tesis principales del presente libro de un escritor no-judío). La víctima, a causa de su creencia, fue descrita por los periódicos de Nueva York como "un extremista religioso".[487]

dos grandes partidos políticos, cuando ellos se unieron en el conflicto, para "sacar el problema árabeisraelí de política doméstica". Ambas advertencias judías aparecieron en una hoja informativa de Washington de reputada pero pequeña circulación; los periódicos de circulación masiva se cerraron para ellos.

Otros protestantes judíos del último tiempo, levantaron el antiguo lamento de una próxima "catástrofe". En 1933, el Sr. Bernard J. Brown había visto la venida del desastre: "Nunca en la historia de la raza humana ha existido un grupo de personas que se han entrampado a sí mismos en tantos errores y persisten en negarse a ver la verdad, como nuestro pueblo lo ha hecho durante los últimos trescientos años" (el período que vio el surgimiento de los "Judíos Orientales" Talmúdicos y la guerra victoriosa de los Talmudistas contra la asimilación judía).

Quince años después de esa advertencia, los protestantes judíos estaban pronunciando la palabra que sólo implicaba: "catástrofe". El Rabino Elmer Berger escribió en 1951, "A menos que los norteamericanos de fe judía y la gran mayoría de los norteamericanos de otras fe que han sido engañados a apoyar el Sionismo retornen a los principios fundamentales de la vida norteamericana y del Judaísmo, nosotros nos dirigimos hacia algo como una catástrofe."

El prólogo al libro del Rabino Berger fue escrito por una autoridad no-judía, el Dr. Paul Hutchinson, editor de The Christian Century (El Siglo Cristiano). Él fue más explícito: "Esta demanda del derecho de los judíos norteamericanos para negarse a la fusión está construyendo hacia una crisis que puede tener consecuencias lamentables. Ya está poniéndose claro que cada vez Israel entra en un apuro (y muchas de sus políticas, sobre todo con respecto a la economía e inmigración, casi parecen diseñadas para provocar apuros) se esperará que los judíos norteamericanos ejerzan una fuerte presión sobre el gobierno de los Estados Unidos para entrar allí y solucionar los problemas. Los líderes Sionistas no han dudado en llevar esta clase de cosa al extremo del chantaje político (esto fue escrito mucho años antes que el expresidente Truman en sus memorias confirmara el hecho). "Esto puede continuar por un pequeño tiempo debido a nuestro sistema electoral peculiar. . . pero Nueva York no es Estados Unidos, y si esta clase de fuerza armada de intervención en nombre de un estado extranjero se mantiene, hay que tener cuidado de una explosión."

Estas advertencias, sin embargo claras a los judíos, podría provocar en las mentes no-judías la falsa impresión que "los judíos" se dirigen hacia "una catástrofe" de su propia fabricación; que en ese evento el chauvinismo Talmúdico volverá sobre sus propias cabezas; y, schliesslich (eventualmente), que ellos entonces tendrán que agradecérselo a si mismo. El presumido y el rencoroso, especialmente podría entrar en este engaño.

El engaño podría ser. Ese fenómeno recurrente de la historia-como-es-escrita, "la catástrofe judía", invariablemente es la pequeña porción judía en una catástrofe general, siendo la proporción, digamos, alrededor del uno por ciento de la penuria total. La monstruosa prevaricación de la Segunda Guerra sobre los "seis millones de judíos que perecieron" no cambia esa verdad perdurable. La catástrofe que se ha amenazado en estos cincuenta años será una general, y la porción judía de ella será fraccionaria. Será descrita como "una catástrofe judía" tal como la Segunda Guerra fue descrita [488], pero ése es el cuadro falso mostrado en la pantalla encendida a "la chusma" en su cuarto oscuro.

Los judíos a menudo, y bastante auténticamente, no puede mirar a la cara una calamidad que involucre a judíos, y sin importar a cuántos más no-judíos, sino como algo de "una catástrofe judía". Ésta es una actitud mental que se deriva de las enseñanzas originales del Talmud Torah, en donde sólo el pueblo escogido tiene una verdadera existencia y los otros son sombras o ganado. El libro de Sr. Karl Popa, Pillar of Fire (Pilar de Fuego), proporciona una ilustración.

El Sr. Stern (un judío que creció en Alemania entre las guerras, fue a Canadá y allí se convirtió a la fe católica) dice que estaba en el Movimiento de la juventud judía en Alemania en los 1920 "un ánimo general que parecía apuntar a eventos que después pasarían. Latente en la situación era el desánimo, las preguntas y dudas apuntando hacia la gran catástrofe judía - o más bien la gran catástrofe europea con la cual el destino de los judíos se entretejieron en una manera tan misteriosa."

En este pasaje la verdad aparece en un pensamiento posterior obvio y correctivo que podría no ser expresado por el flujo de escritores judíos. El Sr. Stern es un caso excepcional, y cuando él escribió las palabras "la gran catástrofe judía" vio su falsedad y la calificó; no obstante incluso, dejó la declaración original allí. La influencia de su herencia y educación eran aun bastante fuertes en él, un católico en Norteamérica, para formar su primer pensamiento en esas condiciones: la experiencia de horror de 350.000.000 almas en Europa, la cual ha dejado casi la mitad de ellos esclavizados, fue "la gran catástrofe judía".

En un caso diferente, el Sr. Stern sería el primero en objetar tal presentación. De hecho, él relata que se ofendió leyendo en un papel católico la declaración que tantos miembros de la tripulación de un submarino británico hundido eran"católicos". Él fue afrentado porque un grupo de víctimas fue singularizado de esta forma; "Yo no entiendo por qué alguien se preocuparía de tales estadísticas". Y aun así: "la gran catástrofe judía. . . "

La "catástrofe", involucrando todo, la cual ha sido preparada en estos cincuenta años, no serán distintivamente judía en el predominio del sufrimiento judío, sino en su dominación, una vez más, por "la cuestión judía", mediante el esfuerzo para subordinar toda la energía generada a los objetivos que representen ser judíos, y en el uso de las masas judías para ayudar a detonarlo. La masa judía, o chusma, es en un aspecto diferente de cualquier otra chusma, o masa: es más propensa a rendirse a la incitación chauvinista, y más frenética en esta entrega. La Enciclopedia Judía, en una sección pequeña consagrada al asunto de la histeria entre los judíos, afirma que su tendencia hacia ella es más alta que el promedio. Como un hombre común, yo me arriesgaría a la suposición que éste es el resultado de los siglos de encierro regimentado en los ghettos y de absolutismo Talmúdico en ellos (ya que hoy nosotros tenemos que tratar casi exclusivamente con "Judíos Orientales" que tan sólo ayer vivían en tales confines). [489]

Yo he dado algunos ejemplos esta ola creciente de histeria chauvinista en la literatura accesible al lector en general. Esto muestra los resultados, pero no la raíz de su causa. Para localizar esa raíz el lector necesita hacer algo más difícil; a saber, seguir atentamente la prensa Yídish y Hebrea, en el original o en su traducción. Entonces él recibirá el cuadro de un flagelo casi demoníaco del alma judía, por lo que él nunca podrá descansar y él podría concluir que en ninguna parte fuera de la Judería existe algo tan anti-judío para ser encontrado como en algunas de estos pronunciamientos, las cuales muestran el dominio científico de los métodos de implantar y hacer crecer el miedo.

Antes de estudiar los ejemplos que siguen, el lector podría considerar que la gran masa de "Judíos Orientales explosivos" está ahora en Norteamérica. Este hecho, más preñado de posibles consecuencias que cualquier otro de nuestros días, parece haber entrado escasamente en la conciencia del mundo Occidental, o incluso en la de Norteamérica. Los extractos que ahora siguen muestran lo que se dice en Hebreo y Yídish (es decir, fuera del rango auditivo de los no-judíos) entre las masas judías, y el efecto que produjo en ellos dentro del corto espacio de cinco años.

El Sr. Willian Zukerman, uno de los escritores judíos más notables de Norteamérica y de nuestro tiempo, publicó en mayo de 1950 un artículo llamado "El Tirón de pelos del Pueblo Judío", (South African Jewish Times, del 19 de mayo de 1950; Imagino que también apareció en las publicaciones judías de muchos países). Él comenzó diciendo, "Un gran debate se está llevando a cabo en el mundo Sionista. Aun cuando todavía no ha alcanzado a los no-judíos, o incluso a la prensa judía-inglesa; pero está haciendo furor en los periódicos hebreos en Israel y en la prensa Yídish en Norteamérica y en Europa. . . revela, como nadie más lo ha hecho en los recientes años, un punto crucial en el pensamiento y las emociones judías en el período que siguió la emergencia de Israel". El debate, explicó él, era sobre "el asunto de Chalutziot; la emigración organizada y preparada de judíos del mundo a Israel - pero particularmente de los Estados Unidos."

En ese momento (1950) el Sr. Zukerman escribió sólo con una voz baja de presentimiento. Citó al Sr. Sholem Niger, "el Maestro de los críticos literarios y ensayistas Yídish", atacando, no a "la campaña para la emigración de judíos norteamericanos a Israel", sino a "la forma en que está presentándose a los judíos norteamericanos. . . " Esto, dijo el Sr. Niger, era completamente negativo, siendo anti-cualquier cosa en lugar de ser pro-de-Israel: "los nacionalistas dirigen una campaña de negación, difamación y destrucción de todo lo judío fuera de Israel. La vida judía en los Estados Unidos y en cualquier parte en el mundo es descrita como desdeñable y odiosa. . . Todo judío fuera de Israel se declara que es esclavizado, poco digno, suprimido y no honorable. Ningún judío con algo de respeto por sí mismo puede vivir como un judío pleno en los Estados Unidos o en cualquier otra parte, excepto en Israel, esa es la mayor disputa de los nacionalistas en este debate."

Otra técnica favorita para vender Chalutziot a los judíos norteamericanos (continuó el artículo) "es minar la moral y la fe judía,y la esperanza en su hogar norteamericano; para mantener constantemente a los judíos en el borde con el miedo del anti-semitismo: para no permitir [490] que ellos se olviden de los horrores de Hitler y sembrar dudas, miedo y desesperación acerca del futuro de los judíos en Norteamérica. Cada manifestación de antisemitismo es tomada y exagerada para crear una impresión que los judíos norteamericanos, tal como los alemanes bajo Hitler, se encuentran al borde de una catástrofe, y que más pronto o después ellos, también, tendrán que correr por seguridad."

El Sr. Niger citó como ejemplo el artículo de "un sionista israelita importante, Jonah Kossoi, en el literario de alto nivel Hebrew Journal, Isroel de Jerusalén":

"En nosotros, Sionistas, yace ahora la antigua responsabilidad de tirar constantemente el pelo de las personas judías; para no permitirles descansar; mantenerlos para siempre en el borde de un precipicio y hacerlos consciente de los peligros que los enfrentan. No debemos esperar hasta después de 'la catástrofe', porque si lo hacemos, ¿De dónde tomaremos los cientos de miles de judíos necesarios para construir nuestro Estado? . . . No en el futuro, sino ahora mismo es el tiempo para que los judíos se salven a sí mismos. . . "

El lector verá: la "catástrofe" es una necesidad política, o una inevitabilidad; y de estos extractos él puede comenzar a entender por qué la Enciclopedia Judía registra una tendencia hacia la histeria entre los judíos. El Sr. Zukerman dijo que esta forma "extrema de propaganda del Chalutziot es ahora la más prevaleciente en Israel". Citó una forma "más moderada de la teoría" expuesta por el Sr. L. Jefroikin, editor del Sionista Kiyum en París. El Sr. Jefroikin, dijo al Sr. Zukerman, "que mientras él subscribe a la verdad de cada palabra de la teoría nacionalista, que ningún judío puede vivir una vida plena y digna en cualquier otra parte sino en Israel, y mientras él también dice que 'los judíos norteamericanos viven en el paraíso de los necios', no obstante admite que en el presente estado de mente, los judíos norteamericanos nunca estarán de acuerdo que U. S.A. sea puesto en la misma categoría como Alemania y Polonia y que ellos no consentirían considerar su hogar como un lugar de tránsito para Israel. El concluye, por consiguiente, que los judíos norteamericanos deben ser propagandizados para transformarles sólo en 'los Amantes de Israel', no israelitas reales en cuerpo y alma."

El efecto de esta "propaganda" llevada a cabo por los emisarios Sionistas de Israel en los Estados Unidos, puede estudiarse posteriormente en algunos comentarios impresos dieciocho meses después (diciembre de 1951) en el Intermountain Jewish News de Denver, Colorado. Su editor, el Sr. Robert Gamzey, era crítico de la acción de la Agencia judía y del Congreso Sionista Mundial por asignar 2.800.000 dólares para promover Chalutziot en los Estados Unidos. Dijo que el sabía "por su experiencia personal en Israel de la extendida actitud errónea allí, que Norteamérica no tiene ningún futuro para los judíos y que el anti-semitismo condena a la Judería norteamericana al destino de los judíos alemanes". Agregó, "es por consiguiente inconcebible que se envíen emisarios de Israel aquí para animar a la juventud norteamericana para establecerse en Israel que no fuese conducida de cualquier otra forma que no sea burlarse y desaprobar el futuro del Judaísmo norteamericano".

Estos presentimientos de 1950 y 1951 fueron justificados en los próximos cinco años, cuando "la campaña" y "los emisarios" de Israel tuvieron éxito inyectando "la teoría nacionalista", como se expuso anteriormente, en las mentes de las masas judías en Norteamérica. Así en 1955, el Sr. William Zukerman, que en 1950 había sido débilmente [491] alarmado, ahora lo fue en grande. Escribió (Jewish Newsletter, noviembre de 1955, reimpreso en Time Magazine de Nueva York, el 28 de noviembre):

"No puede haber la más ligera duda que un estado de mente que se parece mucho a aquel de Israel, ahora prevalece entre los judíos norteamericanos. Existe una fanática certeza en el extranjero, que hay sólo una verdad y que Israel es el único custodio de ella. No se hace ninguna distinción entre los judíos del mundo e Israel, y ni siquiera incluso entre el gobierno israelita e Israel. Los estadistas israelitas y sus políticas son asumidos de ser inviolables y estar sobre la crítica. Hay una intolerancia aterradora de opiniones que difieren de aquellos de la mayoría, una despreocupación completa de la razón, y una rendición a las emociones de una manada huyendo en tropel.”

“Hay sólo una diferencia importante entre el israelita y los judíos norteamericanos. En Israel, el arranque de emocionalismo, hasta donde uno puede juzgar desde afuera, tiene una base en la realidad. Brota de las fuentes ocultas de un pueblo desilusionado que le fue prometido la seguridad y la paz y se encuentra en una trampa de guerra. El modo de histeria del judío-norteamericano está completamente sin raíces en la realidad de la vida judíanorteamericana. Es completamente artificial, fabricada por los líderes Sionistas, y encajada en un pueblo que no tiene ninguna causa para la histeria, por un ejército de propagandistas pagados, como un medio de hacer avanzar una política de presión confesada y de estimular la captura de fondos. Nunca antes una campaña de propaganda en nombre de un gobierno extranjero ha sido planeada y llevada a cabo más descarada y cínicamente, a la luz del día y en la fanfarria de la publicidad, que la presente ola de histeria que esta siendo trabajada ahora entre los judíos norteamericanos”

Estas dos citas, separadas por cinco años, nuevamente retratan la degeneración del alma judía bajo el tutelaje del Sionismo Talmúdico. Ellas también traen este cuento de las tres guerras a la víspera de la tercera, si "víspera" es la palabra apta. De hecho la tercera guerra comenzó cuando la lucha en la Segunda Guerra acababa y ha estado en progreso sin pausas desde entonces, en alguna parte u otra en el mundo. Necesita sólo un soplo de cualquier rugido para encenderlo en otra guerra general.

El proceso pudo ser, y posiblemente todavía podría ser detenido por dos estadistas responsables, uno a cada lado del Atlántico, hablando al unísono, ya que esto es en esencia, la fanfarronada más grande en la historia. Hoy tal salvación mortal parece demasiada esperanzada y el escritor probablemente no exagera opinando que sólo Dios, que ha hecho cosas mucho más grandes, podría evitar la tercera guerra general. A menos que eso pase, las décadas concluyendo este siglo verán el fiasco o el triunfo transitorio del chauvinismo Talmúdico. De cualquier modo, en el fracaso o éxito, la "catástrofe" que le acompaña será aquella para las masaS no-judías y el sufrimiento judío serían un fragmento diminuto de esta.

Después, como el mundo obviamente no aceptará el Talmud, los judíos tendrían que aceptar por fin el mundo como es.


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