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La Controversia de Sión
Douglas Reed

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Capítulo 46

El climax

Este libro, escrito primero entre 1949 y 1952, fue revisado entre los años 1953-1956, y su capítulo concluyente fue escrito en octubre y noviembre de 1956. Este era un momento oportuno para resumir el impacto del Sionismo Talmúdico en los asuntos humanos, justamente cincuenta años, o la mitad del "Siglo Judío", habían pasado entonces, desde el día que emergió a la superficie política por primera vez, después de estar sumergido durante unos 1800 años. (*) (La oferta de la Uganda británica, en 1903, fue la primera revelación pública que los políticos Occidentales estaban negociando privadamente con "el poder judío" como una entidad. La recepción del Sr. Balfour en la habitación de un hotel del Dr. Weizmann en 1906, después del rechazo Sionista de Uganda, puede verse ahora como el segundo paso, y el primer paso en el camino fatal del envolvimiento pleno en el Sionismo Palestino.)

En 1956, también, la revolución (la cual sostengo haber sido demostrablemente Talmúdica en nuestro tiempo) también tenía cincuenta años aproximadamente (de las erupciones revolucionarias que siguieron a la derrota de Rusia por parte de Japón en 1905) como un factor permanente en nuestras vidas diarias (sus raíces, claramente, van atrás a través de 1848, a la revolución en Francia y a los documentos de Weishaupt, y a la revolución en Inglaterra y Cromwell).

Finalmente, 1956 fue el año de una elección presidencial más en Norteamérica, y esto, más abiertamente que cualquiera anterior, se sostuvo bajo la paralizante presión del Sionismo.

Por consiguiente si yo hubiese podido planificarlo así, cuando empecé el libro en 1949 (no estaba en alguna posición para hacer tal itinerario) no podría haber escogido un mejor momento que el otoño de 1956 para revisar el proceso descrito, sus consecuencias hasta esta fecha, y el claro desenlace que está ahora a mano: el clímax a lo cual estaba todo unido para llevar.

Durante la escritura del libro, he tenido pocas expectativas, por las razones que he dado, que se publicaría cuando estuviese listo; en esta fase del "Siglo Judío" pareciera improbable. Si no aparece ahora, yo creo que todavía será válido en cinco, diez o más años, y espero que sea publicado un día u otro porque anticipo el derrumbe, más pronto o después, de la ley virtual de herejía que ha prevenido la discusión abierta de "la cuestión Judía" durante las últimas tres décadas. Algún día el asunto se debatirá libremente de nuevo y algo de lo que este libro registra será entonces pertinente.

Cualquiera sea la continuación en ese respecto, acabé el libro en octubre y noviembre de 1956 y cuando doy una mirada alrededor, veo que todo está resultando así como fue previsto de la sucesión de eventos relatados en él. El año ha estado lleno de rumores de guerra, más ruidosa y más insistente que cualquiera desde el fin de la Segunda Guerra en 1945, y ellos vienen de los dos lugares donde fueron fijados para venir, dado los arreglos hechos en 1945 por los "políticos de la línea top" del Occidente

* Aproximadamente en 1952, un pez celentéreo (coelenterate), un tipo que hasta entonces se creyó haber estado extinto por millones de años, fue traído a la superficie del Océano Indico (dañando seriamente la cadena de la teoría Darwiniana por su aparición, tal como lo hizo el descubrimiento, un poco después, que el cráneo de Piltdown era una falsificación). La emergencia del Sionismo Levítico, cuando rompió la superficie política del Siglo 20, fue una sorpresa algo similar desde lo profundo.
[493].

Ellas vienen de Palestina dónde los Sionistas de Rusia fueron instalados por Occidente, y de Europa Oriental dónde la revolución Talmúdica fue instalada por Oriente. Estos dos movimientos (recuerdo nuevamente) son aquellos que el Dr. Weizmann mostró tomando forma, dentro de los mismos hogares judíos de Rusia a finales del Siglo 19: el Comunismorevolucionario y el Sionismo-revolucionario.

En dos momentos durante los recientes años los ruidos-de-guerra hechos por los políticos de Occidente fueron más ruidosos que cualquier otro. En cada ocasión la causa inmediata de la erupción, pronto se perdió de vista en los gritos sobre el caso particular de "los judíos", de tal manera que, incluso antes de que la guerra general comenzara (en ambos casos retrocedió) fue presentado a las masas públicas como la guerra que, si llegase a ocurrir, se lucharía principalmente para, en el nombre de o en la defensa de "los judíos" (o de "Israel").

Anteriormente opiné que cualquiera tercera guerra general sería de esa naturaleza, porque los eventos de 1917-1945 llevaron inevitablemente a esa conclusión que se ha fortalecido grandemente por los eventos de 1953 y 1956. Las guerras que en 1953 y 1956 parecían amenazar, habrían sido evidentemente emprendidas por Occidente en esa comprensión, esta vez mucho más explícitamente confesado de antemano que en las dos ocasiones anteriores. En cualquier momento que este libro pueda aparecer, el "público" de memoria corta, si no está afligido nuevamente por una guerra general, puede haberse olvidado de las crisis-guerras, o casi-crisisguerra, de 1953 y 1956, por lo cual yo las puse brevemente en el registro.

En 1953, algunos judíos aparecían entre los prisioneros en uno de los innumerables falsos-juicios anunciados (este nunca se llevó a cabo) en Moscú. Esto causó un violento alboroto entre los políticos Occidentales que de nuevo y como una voz, clamaban que "los judíos" estaban siendo "exterminados" y "sindicados" para la"persecución". El grito había alcanzado el diapasón de la amenaza bélica cuando Stalin murió, el juicio fue abruptamente cancelado y el clamor cesó. En mi mente el episodio indicaba simplemente que si la guerra "contra el Comunismo" ocurría (qué los políticos y periódicos Occidentales por estos años hablaron como de una probabilidad aceptada) se lucharía, y esta vez, incluso confesadamente, por "los judíos". La multitud general de la humanidad esclavizada sería dejada sin auxilio, como en 1945.

En julio de 1956 se profirieron nuevamente amenazas de guerra, cuando Egipto nacionalizó el Canal de Suez. Durante los primeros días de esta crisis-de-guerra el Primer Ministro británico justificó las amenazas al pueblo británico, por el argumento que la acción de Egipto ponía en peligro "la ruta comercial vital de Bretaña". Muy pronto cambió el argumento (probablemente pensando que era más efectivo) que "el siguiente acto de Egipto, si se le permite tener éxito, será atacar a Israel". El estado Sionista comenzó a figurar entonces en las noticias como la peor víctima del control egipcio del Canal de Suez. Por lo tanto, la guerra en el Medio Oriente, si viniera, va a ser una guerra "para los judíos".

En tercer lugar, 1956 vio que se llevaba a cabo una elección presidencial, por séptima vez bajo la directa presión de los Sionistas y por tercera vez bajo la abierta presión Sionista en Nueva York. La campaña de la elección se transformó en un concurso público por "el voto" judío, [494] con los Partidos políticos rivales pujando más allá que el otro en la promesa de armas, dinero y garantías al estado Sionista. Ambos Partidos, en el borde de la guerra en esa parte del mundo, se empeñaron públicamente en el apoyo a "Israel" en cualquier circunstancia.

Estos resultados del proceso que yo he descrito desde sus inicios eran los esperados. La conclusión que se puede dibujar para el futuro parece ineludible: los millones de Occidente, a través de sus políticos y su propia indiferencia, están encadenados a un barril-de-pólvora con un fusible acortado y encendido. Occidente se acerca al clímax de su relación con Sion, que comenzó públicamente hace cincuenta años, y el clímax es precisamente lo que fue previsto cuando ese servilismo comenzó.

En nuestro siglo cada una de las dos grandes guerras fue seguida por numerosos libros de revelación, en que se escrutaron los orígenes de la guerra y se encontró que eran diferentes de aquellos que a la masa, o la chusma, se le había dicho, y la responsabilidad estaba localizada en otra parte. Estos libros han encontrado la aceptación general entre aquellos que los leyeron, ya que un ánimo de preguntas siempre le sigue a la credulidad de tiempo de guerra. Sin embargo, ellos no producen un efecto duradero y puede esperarse que la masa general demuestre no menos sensibilidad a la incitación de la alta presión en el inicio de otra guerra, ya que la resistencia-de-la-masa a la propaganda-para-la-masa es despreciable, y el poder de propaganda es embriagador así como tóxico.

Si la información pública plena sobre las causas de guerras avalarían contra este instinto continuado del humano ("Mediante un instinto divino, las mentes de los hombres desconfían del peligro resultante") si se entregara antes de la erupción de la guerra, no puedo conjeturar. Creo que esto nunca ha sido probado. Una ambición modesta de este libro es establecer que los orígenes, la naturaleza y la responsabilidad para una guerra, puede mostrarse antes de que empiece, no solamente cuando ha comenzado su curso. Creo que el cuerpo del libro ha demostrado esto y que sus argumentos ya han sido confirmados por los eventos.

También creo que los eventos particulares de los años 1953-1956 en Occidente fortalecen enormemente su argumento y la conclusión dibujada, y por esa razón consagro el resto de su capítulo concluyente a un Curriculum Vitae de los eventos pertinentes de esos años; (1) en el área esclavizada por la revolución; (2) en y alrededor del estado Sionista; y (3) en "el mundo libre" del Occidente, respectivamente. Ellos me parecen, agregar así, la última palabra al cuento dicho : El clímax, cercano o a la mano.

Interpolación del autor: La parte precedente de este capítulo concluyente, en las palabras , "Clímax, cercano o a la mano", fue escrito el viernes, 26 de octubre de 1956. Luego me marché entonces durante el fin de semana, pensando reasumir y completar el capítulo el día martes, 30 de octubre de 1956; ya estaba en el proyecto borrador. Cuando yo lo reasumí, en ese día, Israel había invadido Egipto, el lunes 29 de octubre de 1956. Por consiguiente el resto del capítulo está escrito a la luz de los eventos que le siguieron; éstos duraron más tiempo del que yo esperé [495]

1. La Revolución

En el área de la revolución, inflamado por la esclavitud de la mitad de Europa, la muerte de Stalin en 1953 fue seguida por una serie de levantamientos populares en 1953 y 1956.

Ambos eventos regocijaron al vigilante mundo, porque esos levantamientos reavivaron las esperanzas casi olvidadas que un día la destructiva revolución se destruiría a sí misma y que los hombres y naciones serían nuevamente libres. Este claro significado fue entonces desconcertante por la intrusión forzada en cada uno de "la cuestión Judía". En "el Siglo Judío" las masas públicas fueron impedidas de recibir o considerar las noticias de cualquier gran evento, salvo en términos de cual sería su efecto "para los judíos."

La muerte de Stalin (el 6 de marzo de 1953) sobresaltó al mundo, porque la vida de este hombre, que probablemente causó la muerte y esclavitud de más seres humanos que cualquier otro en la historia, parecía interminable, como el desenrollar de la serpiente. (*) Las circunstancias de su muerte siguen estando inciertas, pero el itinerario de los eventos que se refieren a ella, pueden ser significantes.

El 15 de enero de 1953, los periódicos de Moscú anunciaron que nueve hombres serían procesados bajo los cargos de conspirar para asesinar a siete notables comunistas de alto nivel. Seis o los siete de estos nueve hombres eran judíos (las cuentas discrepan). Los otros dos o tres, nunca podrían haber salido a la luz para que todo el mundo escuchara hablar de ellos, por el alboroto que inmediatamente se levantó en Occidente el asunto fue llamado como el de "los doctores judíos. (*)

En febrero, mientras el clamor en Occidente continuaba, los diplomáticos que vieron a Stalin comentaron sobre su saludable mirada y su buen espíritu.

El 6 de marzo Stalin murió. Un mes después, los "doctores judíos" fueron liberados. Seis meses más tarde, el jefe terrorista de Stalin, Lavrenti Beria, recibió un disparo por
haberlos arrestado y los cargos fueron denunciados como falsos. Sobre la muerte de Stalin, el notable corresponsal norteamericano en Moscú, el Sr. Harrison Salisbury, escribió que después de él, Rusia era gobernada por un grupo o junta "más peligrosa que Stalin", que consistía de los Srs. Malenkov, Molotov, Bulganin y Kaganovich. Para adquirir el poder, dijo él, la junta podría haber asesinado a Stalin, todas las cosas apuntaban a eso; "si Stalin había muerto justamente por la rotura de una arteria en su cerebro el 2 de marzo, debe ser registrado como una de las ocurrencias más fortuitas en la historia."

Para Occidente estas circunstancias y posibilidades acompañantes acerca del fin de Stalin

(*) Su lugar de dirigente fue tomado brevemente por un Grigori Malenkov, quien lo edió al alto oficial Nikita Kruschev (el líder del Partido) y a Nikolai Bulganin (Primer Ministro). El mundo no podría decir hasta qué punto heredaron el poder personal de Stalin o si eran dominados por otros. Un sobreviviente de todos los cambios y purgas, el Sr. Lazar Kaganovich, un judío, seguía siendo el Primer Vice Premier hasta el final y en el aniversario bolchevique en noviembre de 1955, fue escogido para decirle al mundo que, "las Ideas Revolucionarias no conocen fronteras". Cuando los altos funcionarios visitaron India en ese mes, el New York Times, preguntó quién gobernaba la Unión Soviética en su ausencia, contestaron "Lazar M. Kaganovich, el viejo líder Comunista". El Sr. Kaganovich estaba entre los más antiguos e íntimos de Stalin, pero ni este ni cualquier otro hecho pertinente detuvieron a la prensa Occidental de atacar a Stalin, en sus últimos meses, como el nuevo, anti-semita "Hitler" ."

(*) Este grito en Occidente había comenzado diez semanas antes, en la víspera de la elección Presidencial en Norteamérica, en la fuerza de un juicio en Praga, cuando de once a catorce demandados fueron colgados, después de las usuales "confesiones", bajo los cargos de conspiración Sionista. Tres de las víctimas no eran judíos, pero ellos tampoco podrían haber salido a la luz o haber sido colgados si no fuera por todas las noticias que ellos recibieron en la prensa del Occidente.
[496]

no tenían interés. El período entero de unos nueve meses, entre el juicio de Praga (y la elección presidencial) y la liquidación de Beria estuvo llena en Occidente con el alboroto sobre el "anti-semitismo en Rusia." Mientras el clamor continuó (cesó después de que "los doctores judíos" fueron liberados y vindicados) se dijeron cosas que parecían significar simplemente que cualquier guerra Occidental contra la unión comunista sería emprendida, como aquella contra Alemania, solamente en nombre de "los judíos", o de aquellos que exigían representar a los judíos. En 1953 la Rusia Sovietizada se sostuvo como el nuevo monstruo del anti-semitismo, tal como Alemania fue sostenida en 1939 y la Rusia Zarista en 1914. Este asunto totalmente oscuro, a juzgar por el alboroto propagandista de ese período, habrían nuevamente confundido la batalla y engañaría a las naciones.

El cronometraje de esta campaña es significativa y ya no puede explicarse por la teoría de las coincidencias. Para dar el efecto máximo a la "máquina-de-presión" en Norteamérica, la "cuestión judía" tiene que ponerse aguda allí, en el período de cualquier elección presidencial. Hoy en día siempre se pone aguda en ese preciso período en una de sus dos formas: "anti-semitismo" en alguna parte (esto pasó e 1912, 1932, 1936, 1940 y 1952) o un peligro para "Israel" (esto pasó en 1948 y 1956). La predicción que, una de las dos formas, dominará la elección Presidencial de 1960, puede hacerse sin mucho riesgo.

Nada cambió en la situación de los judíos en Rusia en ese momento. (*) Algunos judíos habían estado incluidos entre los demandados en un juicio público en Praga y en un juicio anunciado, pero nunca sostenido, en Moscú. Los treinta y cinco años comunistas habían visto innumerables juicios; el mundo se había puesto indiferente a través de la familiaridad con ellos. Ya que el estado terrorista estaba basado en el encarcelamiento sin juicio alguno, los juicios públicos fueron sostenidos obviamente sólo para producir un poco de efecto, o en las masas Sovietizadas o en el mundo exterior. Ni siquiera el cargo de "conspiración Sionista" era nuevo; había sido hecho en algunos juicios en los años de 1920, y el Comunismo desde su inicio (como Lenín y Stalin lo testificaron) formalmente proscribieron el Sionismo, tal como le proporcionaron a los Sionistas de Rusia las armas para establecer "Israel" en 1948.

* De los cuales, según “estimaciones” judías, habían cerca de dos millones, o cerca del 1 por ciento de la población Soviética, (establecido por el Manual Estadístico de la Economía Soviética del Gobierno en junio de 1956, siendo 200.000.000).[497]

Si Stalin fue más allá de lo que se le permitía en atacar el "Sionismo" en esta ocasión, su muerte le siguió rápidamente. Hasta el final obviamente él no era antijudío. El Sr. Kaganovich permanecía como su mano derecha. Unos días antes de que él muriera, Stalin ordenó uno de los entierros más pomposos visto en el Moscú soviético en la historia, que dado a Lev Mechlis, uno de los más temidos y odiados Comisarios judíos de los treinta y cinco años. El ataúd de Mechlis fue transportado por todos los grandes que sobrevivían de la revolución bolchevique, quienes también compartían la guardia en su descanso, de tal manera que esto fuera una advertencia a las masas rusas cautivas, si algo aun fuese necesario, que "la ley contra el anti-semitismo" todavía estaba por completo vigente. Inmediatamente después del entierro de Mechlis (el 27 de enero de 1953), el "Premio de la Paz Stalin" fue entregado con gran ostentación pública al apóstol de la venganza Talmúdica, el Sr. Ilya Ehrenburg, cuyas transmisiones a los Ejércitos Rojos cuando avanzaban en Europa los incitaba a no salvar "ni siquiera a los fascistas que aun no nacían". Unos días antes que él muriera, Stalin incitó a 'Estrella Roja' que declarara que la lucha contra el Sionismo no "tenía nada que hacer con el antisemitismo; El Sionismo es el enemigo de los trabajadores del mundo, y de los judíos no menos que de los Gentiles."

La condición de los judíos, en su minoría fraccionaria en Rusia, no había cambiado, ni para mejor ni para peor. Ellos todavía tenían "un grado más alto de igualdad en la Unión Soviética que en cualquier otra parte del mundo" (para citar la respuesta burlesca dada, en este período, por un testigo judío a un Diputado Republicano, el Sr. Kit Clardy, ante un Comité del Congreso, cuando el Sr. Clardy le había preguntado: ¿No se encoge de horror de lo que la Rusia soviética está haciendo a los judíos?"). Ellos seguían siendo una clase privilegiada.

El alboroto en Occidente era por consiguiente artificial y no tenía ninguna base verdadera, aun así, alcanzó un tono justo algo más bajo que la actual amenaza bélica y podría haber subido hasta ese tono si Stalin no hubiese muerto y "los doctores judíos" no hubiesen sido liberados (nunca pude descubrir si los no-judíos también fueron liberados). Podría haber sólo una razón para esto: que el Sionismo había sido atacado, y por la oposición de l952-1953 al Sionismo, fue juzgado por los políticos frontales de Occidente de ser "Hitlerismo" y provocación de guerra. El episodio mostró que esta propaganda de incitación puede liberarse al toque de un botón y puede "dirigirse" en cualquier dirección según la necesidad cambiante (no excluyendo a Norteamérica, a la larga). Cuando esta propaganda ha sido llevada al blanco por el calor, es usada para extorsionar los "compromisos" que se invocan posteriormente.

El período de seis meses, entre la nominación-y-elección, elección-e-inauguración es aquella en la cual los presidentes norteamericanos caen ahora bajo esta presión. El Presidente Eisenhower en 1952-1953 estaba bajo la misma presión que el Presidente Woodrow Wilson en 1912-1913, el Sr. Roosevelt en 1938-1939, y el Presidente Truman en 1947-1948. Todo el período de su campaña para recolectar votos, nominación, elección e inauguración fue dominado por "la Cuestión Judía" en sus dos formas, el "anti-semitismo" aquí, allí o en cualquier parte, y la aventura en Palestina. Inmediatamente después de la nominación, le dijo al Sr. Maxwell Abbell, Presidente de la Unión de Sinagogas de Norteamérica, "El pueblo judío no podría tener un mejor amigo que yo. . . Crecí creyendo que los judíos eran el pueblo escogido y que ellos nos entregaron los más altos principios éticos y morales de nuestra civilización" (todos los periódicos judíos, septiembre de 1952). (*)

(*) El Sr. Eisenhower "agregó que su madre le había criado a él y a su hermano, en las enseñanzas del Antiguo Testamento". Esta alusión algo críptica es a la secta cristiana de los Testigos de Jehová en que Sr. Eisenhower y sus hermanos fueron formados en su casa paterna. [498]

Éste era el compromiso básico, conocido en nuestro siglo y siempre significando mucho más que aquellos que los entregan comprenden. Inmediatamente después vino el juicio de Praga y el Presidente Eisenhower, recién elegido, fue presionado evidentemente para algo más específico. En un mensaje a un Comité Laborista judío en Manhattan (el 21 de diciembre de 1952) dijo que el Juicio de Praga "fue diseñado para desatar una rabiosa campaña de anti-semitismo a lo largo de la Europa soviética y las naciones satélites de la Europa Oriental. Tengo el honor de tomar posición con la Judería norteamericana. . . para mostrar a todo el mundo la indignación que toda Norteamérica siente ante los ultrajes perpetrados por los soviéticos contra los sagrados principios de nuestra civilización."

Los "ultrajes" en ese momento consistían en el colgamiento de once hombres, tres de ellos Gentiles, entre los millones llevados a la muerte en los treinta y cinco años bolcheviques; su destino no estaba incluido en estos "ultrajes". El nuevo Presidente no podría saber qué tipo de "campaña" había sido diseñada que fuese causada por el juicio", mientras los otros innumerables juicios no habían recibido ninguna denuncia presidencial. Las palabras implícitamente cubrieron de alquitrán también, a los cautivos del Comunismo, con el cepillo del "anti-semitismo", porque ellas eran designadas "naciones satélites" y el significado primario de "satélite" es sirviente atado a un príncipe u otra persona poderosa; una persona obsequiosa o un seguidor" (Diccionario de Webster). Como comandante cuya orden militar, emitida de acuerdo con el dictador soviético, había asegurado su cautividad, las palabras que escogió el Presidente Eisenhower fueron extrañas. Reflejaban la actitud de aquellos que eran capaces de ejercer"presión" sobre todos los presidentes y gobiernos norteamericanos. Para ellos la esclavitud de millones no significaba nada; de hecho, su poder fue usado para perpetuarlo.

Este estado de los asuntos fue reflejado nuevamente, en los dos primeros actos del nuevo Presidente. Buscando la elección, él había hecho un llamado a la aversión norteamericana de los hechos de 1945, mediante la promesa de repudiar los acuerdos de Yalta (la carta política de su propia orden militar, deteniendo el avance aliado al oeste de Berlín y por lo tanto abandonando a Europa Oriental al Comunismo) en estas explícitas palabras :

"El Gobierno de los Estados Unidos, bajo la dirección Republicana, repudiará todos los compromisos contenidos en las reuniones secretas como aquellas de Yalta que ayudan la esclavitud comunista". Elegido, el nuevo presidente envió al Congreso (el 20 de febrero de 1953) una resolución que meramente propone que el Congreso se una aél "rechazando cualquier interpretación o aplicación. . . de acuerdos secretos que se han pervertido para provocar la subyugación de personas libres". Por ese tiempo él se había referido públicamente a los pueblos esclavizados como "satélites". Ya que la resolución ni "repudiaba" ni se refería a "Yalta", fue defraudante para el Partido guiado por el Presidente Eisenhower y al final, se dejó de lado en su totalidad.

En su lugar, el nuevo Presidente transmitió al Congreso una resolución que condena "la cruel e inhumana campaña contra los judíos" en el área soviética. Así "los esclavizados" fueron anulados totalmente y "los judíos" fueron puestos en su lugar, una enmendadura típica de nuestro tiempo. El estresado Departamento Estatal tuvo éxito en enmendar esta resolución incluyendo "otras minorías". La presente "estimación" judía es que existen hoy en día aproximadamente 2.500.000 judíos detrás de Cortina de Hierro, [499] en dónde los cautivos no-judíos suman entre 300 y 350 millones; estas masas que incluyeron naciones enteras como los polacos, húngaro, búlgaros y ucranianos para no decir nada de los más pequeños o incluso de los rusos mismos, fueron amontonados juntos, en dos palabras, "otras minorías." El Senado adoptó esta resolución (el 27 de feb. de 1953) por aprobación unánime, pero esto se juzgó no ser lo suficiente para la apropiada disciplina, de tal manera que cada Senador norteamericano (como los Miembros de la Cámara de los Comunes británica, a la orden del Sr. Edén, durante la guerra) se ponían de pie para ser contados. Unos pocos que estaban ausentes se apresuraron en afirmar por escrito para tener sus nombres agregados al llamado.

Si los pueblos detrás de la "Cortina de Hierro" hubiesen entendido la historia de las dos resoluciones, o se les hubiese permitido saber de ellas, no habrían esperado (tal como mantenían la esperanza) de algún apoyo en sus levantamientos nacionales contra el terror en 1956.

El Presidente habiendo hablado y actuado así, aumentó el alboroto. Uno de los líderes sionistas más poderoso de ese período (en la línea de Justice Brandeis y el Rabino Stephen Wise) era el Rabino Hillel Silver, que durante la elección había defendido al Sr. Eisenhower contra el ex-presidente Truman de la acusación de"anti-semitismo" (invariablemente usada ahora en las elecciones presidenciales), y después fue invitado por el nuevo presidente a pronunciar la "oración de gracias y guía" en su inauguración. Así, el Rabino Silver, puede verse como un hombre que habla con autoridad cuando anunció que si Rusia fuera destruida, sería en nombre de los judíos: él "advirtió a Rusia que sería destruida si hacía un pacto espiritual con el Hitlerismo". Este método de darle la etiqueta de"Hitler" a cualquier individuo amenazado con la "destrucción" fue más tarde generalmente adoptado (el Presidente Nasser de Egipto es un caso en este punto).

La amenaza siempre era implícitamente la misma: "Persiga a los hombres si usted quiere, pero usted será destruido si se opone a los judíos". El Sr. Thomas E. Dewey (dos veces aspirante presidencial y arquitecto de la nominación del Sr. Eisenhower en 1952) excedió al Rabino Silver en la misma reunión (el 15 de enero de 1953):"Ahora todos están comenzando a verlo" (el "anti-semitismo" en Rusia) "como el más reciente y más terrible programa de genocidio que se ha lanzado. . . El Sionismo, como tal, se ha vuelto ahora un crimen y meramente nacer judío es ahora causa para ser colgado. Stalin ha tragado la última gota del veneno de Hitler, volviéndose el más nuevo y más vituperioso perseguidor de la Judería. . . Parece que Stalin está deseoso de admitir al mundo entero que le gustaría lograr por Hitler lo que Hitler no pudo hacer en la vida."

La extravagancia de esta campaña asombra al observador experimentado, en mirada retrospectiva, incluso. Por ejemplo, el Montreal Gazette que por casualidad leí en el verano de 1953, editorialmente declaró que están asesinándose"miles de judíos en "Alemania Oriental"; el Zionist Record de Johannesburgo, tres años antes (el 7 de julio de 1950) había declarado que la población judía total en Alemania Oriental era 4.200 almas, la mayoría de quienes disfrutaban las preferencias en los empleos del gobierno. [500]

Los "compromisos" del nuevo presidente se pusieron más firmes que nunca, a todo evento en las mentes de aquellos a quienes ellos fueron dirigidos. En marzo de 1953, justo antes o después de la muerte de Stalin, envió una carta al Comité laborista citado más arriba prometiendo (palabra usada por el New York Times; no tengo el texto completo de su mensaje) que Norteamérica podría ser "el vigilante para siempre contra cualquier resurgimiento de anti-semitismo". Cuando el destinatario comité sostuvo su congreso en una ciudad en el Atlántico, los "doctores judíos" habían sido liberados y el alboroto entero estaba decayendo, de tal manera que no existía la premura para hacer la carta pública y la devolvieron al remitente. El presidente fue insistente en la publicación y la envió de vuelta "con una nota muy dura que condena el anti-semitismo soviético amargamente".

En este mundo de ficciones propagandistas, las masas occidentales fueron llevadas por sus gobernadores de desilusión en desilusión. ¿Quién sabe adonde habrían sido llevados en esta ocasión, si Stalin no se hubiese muerto, los "doctores judíos" no hubiesen sido liberados, si el dedo no hubiese sido alejado del botón de la incitación-de-las-masas?

Stalin murió y la máquina-para-hacer gritos (en ambos lados del Atlántico) murió con él. ¿Qué hubiese pasado si el hubiera vivido y los "doctores judíos" hubiesen sido condenados en el juicio? Cuando él murió, la propaganda ya había alcanzado el nivel de víspera-de-guerra; el "nuevo Hitler" había comenzado "el más nuevo y más terrible programa de genocidio lanzado"; "miles de judíos" estaban siendo asesinados en un lugar donde sólo vivían centenares: pronto estos miles se habrían vuelto millones, uno. . . dos. . . seis millones. El holocausto completo de los 35 años de Lenín y Stalin, con sus miríada de víctimas y tumbas desconocidas, se habría transformado, por la brujería de esta propaganda, en una persecución" anti-judía más; de hecho, esto se hizo dejando en el estante la promesa del "repudio del Presidente Eisenhower de Yalta y de la esclavitud del Comunismo" y por la substitución de él, por una resolución que singularizó en la "condena" del "cruel e inhumano tratamiento de los judíos" (quiénes continuaron detrás de la Cortina de Hierro, manejando el terror sobre aquellos esclavizados por el Comunismo). En esa causa solamente tenía que venir la guerra, otra generación de la juventud Occidental habría ido a la guerra, pensando que su misión era "destruir el Comunismo."

Stalin murió. Occidente se ahorró la guerra en ese momento y continuaron adelante a tropezones, detrás de sus líderes Sionizados, hacia el próximo engaño que fue de un tipo diferente. Durante los diez años que habían pasado desde el fin de la Segunda Guerra, sus líderes los había acostumbrado al pensamiento que un día ellos tendrían que aplastar el Comunismo y así enmendar el hecho de 1945. La sinceridad de los líderes Occidentales en esta materia sería probada nuevamente en los años 1953 y 1956.

En aquellos años, los pueblos esclavizados comenzarían a destruir ellos mismos el Comunismo y a golpear, por esa liberación que el presidente norteamericano, el arquitecto militar de su esclavitud, les prometió, pero les aconsejó no efectuarla militarmente. (*) La muerte de Stalin parecía tener el efecto de un derretimiento en el rígido miedo

(*) "Mientras proclamaba nuevamente la política de liberación, el Sr. Dulles, el Ministro del Exterior, negaba alguna responsabilidad de EEUU por el desafortunado levantamiento en Hungría. Dijo que a comienzos de 1952, él y el Presidente habían declarado consistentemente que la liberación debía ser lograda por medios pacíficos y evolutivos". Declaración en Augusta, Georgia, 2 de diciembre de 1956.[501]

que apresaba a estos pueblos y puso este proceso de autoliberación en movimiento. El escritor de este libro estaba confundido, en este caso, en sus expectativas. Creí, de la observación y experiencia, que cualquier levantamiento nacional era imposible contra los tanques y las armas automáticas, y contra los métodos del día a día del terror (arresto, encarcelamiento, deportación o muerte sin cargos o juicios) que parecían haber sido perfeccionados durante tres siglos (es decir, a través de las revoluciones en Inglaterra, Francia y Rusia) a un punto dónde, pensé, sólo un apoyo externo podría hacer algún levantamiento posible. Me había olvidado de los infinitos recursos del espíritu humano.

La primera de estas revueltas ocurrió en el Sovietizado Berlín Oriental el 17 de junio de 1953, cuando hombres y jóvenes desarmados atacaron los tanques soviéticos con neumáticos y piedras. (*) Este ejemplo produjo un resultado inaudito en lo más profundo de la propia Unión Soviética: un levantamiento en el Campo de esclavos Vorkuta, en el Círculo polar ártico, dónde los prisioneros capturaron a los guardias terroristas del campo y los mantuvieron durante una semana hasta que las tropas de la policía secreta de Moscú llegó y los venció con el fuego de ametralladoras.

Estos dos levantamientos ocurrieron mientras el clamor en Occidente sobre el"anti-semitismo detrás de la "Cortina de Hierro" todavía era fuerte. Ningún grito similar se levantó en nombre de la legión de seres humanos, cien veces más numerosos, cuya condición fue una vez revelada. Ninguna amenaza de guerra o"destrucción" fue proferida contra la Unión Soviética en su cuenta. Al contrario, los políticos y la prensa de Occidente les instaron a que permanecieran callados y simplemente esperaran su "liberación" que, por algún medio incalculable, un día vendría a ellos desde Norteamérica, que los había abandonado en 1945.

No obstante, el anhelo angustiado para la liberación continuaba trabajando en las almas de las gentes y en la secuencia a Berlín Oriental y el levantamiento de Vorkuta, vinieron los surgimientos en Polonia y Hungría en octubre de 1956, después que empecé este capítulo de conclusión. El primero fue un levantamiento nacional espontáneo. El segundo, encendido por el primero, se transformó en algo que la historia escasamente puede igualar: una guerra nacional de un todo, el pueblo cautivo contra el ultra poderoso aprehensor. Creo que el paso del tiempo mostrará este evento como haber marcado el renacimiento de "Occidente" y el reavivamiento de Europa, o el fin de Europa como había sido conocida por la humanidad por los últimos mil años y desde allí el fin de algo que las palabras "el Occidente", han representado.

Cualquiera sea el futuro, una cosa se logró por los levantamientos de octubre, y

(*) Esto fue aplastado y una cruel venganza fue tomada por "la temida Frau Hilde Benjamín" (The Times, 17 de julio de 1953) quién fue promovida como Ministra de Justicia para el propósito y llegó a ser notablemente conocida por sus penas de muerte (una de ellas contra un muchacho adolescente que distribuía hojas impresas anti-comunistas) y por su persecución especial de la secta Testigos de Jehová, en la cual el Presidente Eisenhower fue criado. En el pensamiento popular y en las descripciones del New York Times ella fue descrita como "una Judía", hasta donde mi investigación pudo descubrir, aunque se casó con un judío, ella no era judía de nacimiento.
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mucho más sobre todo, por el levantamiento de los húngaros. Nunca más podrá la revolución pretender tener, ni siquiera la aceptación pasiva de sus cautivos. Éstos mostraron que, bajo el comunismo de Karl Marx, ellos no tenían nada que perder sino sus cadenas y enfrentarían la muerte en lugar de soportarlas.

Las causas para que ambas naciones se levantaran eran las mismas y lo dejaron muy claro. Ellos querían, en cada caso, la liberación de la nación a través del retiro del Ejército Rojo; la liberación de los individuos del terror a través de la abolición de la policía secreta y el castigo de los principales terroristas; la restauración de su fe a través de la liberación de sus líderes de iglesia (que en ambos casos estaban encarcelados); la caída de su sistema político de esclavitud uni-partidista a través del retorno de Partidos contendientes y elecciones.

Así el problema en la estaca era completamente claro: a través de una pequeña nación en sus fronteras orientales "Occidente" se alzaba contra el despotismo Asiático; aquí era Dios contra el ateísmo, la libertad contra la esclavitud, la dignidad humana contra la degradación humana. El problema en el momento cambió, y la última decisión cambiará, en la medida del apoyo que estas naciones en la frontera de occidente encontraran en el resto del Occidente que profesaba parentesco y compañerismo con ellos, pero en la hora de la necesidad los había abandonado antes.

En esa región, la visión del problema en la estaca fue disimulada por la intrusión del oculto asunto-problema de nuestro siglo: "la Cuestión Judía". El cuento de los eventos de octubre en Polonia y Hungría es tan claro, en sí mismo, como un cristal, pero no se permitió que las masas de Norteamérica e Inglaterra le viesen así, ya que en este asunto, se les ha negado consistentemente la información desde el derrocamiento bolchevique del régimen legítimo en Rusia en 1917.

Tres meses antes de los levantamientos polacos y húngaros, un artículo del Sr. C.L. Sulzberger publicado en el New York Times reavivó el lamento del "Antisemitismo detrás de la Cortina de Hierro" que había sido levantada en 1953. Como un caso de este "anti-semitismo" el artículo citó el despido de Jakub Berman, "un detestado teórico del Partido y un judío" que fue el principal jefe moscovita de los terroristas en Polonia.

En este artículo acechaba el secreto que las masas Occidentales nunca han sido permitidas de darse cuenta; El Sr. Robert Wilton que "perdió la confianza" del The Times por haber intentado impartirlo a los lectores de ese periódico en 1917-1918, fue el primero de una larga lista de corresponsales que intentarían, y fallarían, durante los próximos treinta y nueve años. Las masas en Rusia, y después en los otros países que fueron abandonados al Comunismo, no podrían alzarse contra el terror sin ser acusadas de "anti-semitismo", porque el terror siempre fue Judío y fue un terror Talmúdico, así identificable por sus actos, y no un terror ruso, comunista o soviético.

En esta única cosa, el poder gobernante en Moscú, cualquiera fue o sea verdaderamente, nunca partió del modelo original, y ése es el hecho básico por el cual toda investigación en los eventos de nuestro siglo debe comenzar. La teoría de las probabilidades podría aplicarse plausiblemente al 90 por ciento de los gobiernos judíos que [503] aparecieron en Rusia, Hungría y Baviera en 1917-1919; (Incluso en ese momento, como lo he mostrado antes, un escritor judío describió el aborrecimiento nacional del gobierno bolchevique judío en Hungría como "antisemitismo", un epíteto del cual sólo podría escaparse por la sumisión a él). Pero cuando el Gobierno de Moscú instaló gobiernos judíos en los países abandonados al comunismo en 1945, ninguna duda quedaba que ésta era una política fijada y calculada, con un determinado propósito.

Repito aquí la información, de fuentes que no pueden cuestionarse, sobre la composición de estos gobiernos en el momento mismo en 1952-1953, cuando Stalin estaba siendo llamado "el nuevo Hitler" y "Rusia" estaba siendo amenazada con la"destrucción" desde Nueva York y Washington si permitía "cualquier resurgimiento de antisemitismo": "En Checoslovaquia, como en otras partes en Europa Central y Sur-oriental, ambos, los intelectuales del Partido y los hombres claves en la Policía Secreta eran principalmente Judíos en el origen; por consiguiente, el hombre en la calle se ha inclinado igualar los cuadros del Partido con los judíos y culpar a los 'Comunistas judíos' de todos sus problemas" (New Stateman, 1952);". . El gobierno mayoritariamente judío (90 por ciento en los puestos claves) del Gobierno de Hungría comunista bajo el Primer Ministro comunista Matyas Rakosi, que es un judío" (Time, Nueva York, 1953). "Rumania, junto con Hungría, tiene probablemente el mayor número de judíos en la administración" (New York Herald-Tribune, 1953). Todos éstos, y muchos informes similares en mis archivos, vienen de artículos reprobando el "anti-semitismo" en "los países satélites", y en este mismo período, cuando estos países fueron conocidos por ser gobernados por Judíos, el Presidente Eisenhower hizo su declaración sobre "una ola de rabioso anti-semitismo en. . . los países satélites de Europa Oriental".

Qué podían significar estas amenazas desde Washington para los pueblos cautivos, otra cosa que no fuera una advertencia para no murmurar contra los que tienen en sus manos el látigo; y al mismo tiempo se les prometía la "liberación", y "La Voz de América" y "Radio Europa Libre" los atormentaba día y noche con descripciones de su propia condición.

Éste era el trasfondo confuso en los levantamientos nacionales polacos y húngaros de octubre de 1956, cuya primera señal, nuevamente, fue dada por los alborotos en Poznan, Polonia, en junio de 1956. Inmediatamente después que apareció el artículo del Sr. Sulzberger sobre el "Anti-semitismo detrás de la Cortina de Hierro", quejándose que el Sr. Jakub Berman había sido despedido y que el Mariscal Rokossovsky, Comandante del ejército polaco, había despedido varios centenares de oficiales judíos". En agosto, uno de los dos Vice Premier, el Sr. Zenon Nowak (el otro era un judío, el Sr. Hilary Mine) dijo que la campaña para la "democratización" o "liberalización" la cual estaba siendo conducida en la prensa polaca, estaba siendo distorsionada por la introducción de la especial prominencia dada al caso de "los judíos". Dijo que la nación creía que había "un número desproporcionado de judíos en los puestos claves del Partido y del gobierno" y como evidencia leyó una lista de su representación en varios ministerios. El Profesor Kotabinski, respondiendo y atacando al Sr. Nowak [504], dijo que los judíos se "habían vuelto casi una mayoría en las posiciones claves, y la preferencia de repartir los puestos de trabajo entre su propio pueblo no se ha evitado" (New York Times, 11 de Octubre de 1956).

Por ese tiempo, Polonia había estado durante once años bajo el control soviético y el terror Judío. Poco había cambiado del cuadro entregado por el Embajador norteamericano, el Sr. Arthur Bliss Lane, de los años 1945-1947,: "Muchos arrestos por la Policía de Seguridad fueron presenciados por miembros de la Embajada norteamericana. . . . espantosos métodos, como arrestos en medio de la noche, y la persona arrestada generalmente no le era permitido comunicarse con el mundo exterior, quizás durante meses, quizás durante todo el tiempo. . . Incluso nuestras fuentes judías admiten. . . la gran impopularidad de los judíos en posiciones importantes del gobierno. Estos hombres incluían a Minc, Berman, Olczewski, Radkiewic y Spychalski. . . había un sentimiento amargo dentro de la milicia contra los judíos, porque la Policía de Seguridad, controlada por Radkiewicz, dominaba la milicia y el ejército. . . Además, ambas, la Policía de Seguridad y la Policía de Seguridad Interior tenían entre sus miembros a muchos judíos de origen ruso".

Sólo después de once años comenzó este control judío del terror a debilitarse. En mayo de 1956, el Sr. Jakub Berman ("que se pensaba era el hombre Nº 1 de Moscú en el Partido polaco", New York Times, 21 Oct.1956) renunció como Vice Premier y a principios de octubre de 1956, el Sr. Hilary Minc ("que se pensaba era el hombre No. 2 de Moscú) también renunció. (el Sr. Nowak, uno de los nuevos Vice Premier, desde el principio fue atacado como "anti-semita").

Éste era el significante trasfondo del levantamiento nacional del 20 de octubre en Polonia, en su primera experiencia de control comunista, como Rusia, Hungría y Baviera en 1917-1919, había encontrado que el terror, en el cual descansaba ese control, era Judío y estaban siendo atacado como "anti-semitismo" en Norteamérica e Inglaterra porque intentaban derrocar el terror. Como todos los otros países, estaban atrapados en el dilema de "la Cuestión Judía". La situación real de tales judíos, aun cuando no estuviesen en altas posiciones en Polonia, parece haber sido mejor que el de otras secciones de la población, a juzgar por varios informes de este período hechos por rabinos y periodistas de Norteamérica que visitaban Polonia. A propósito, el número total de judíos en Polonia en ese momento era, en "estimaciones" judías publicadas, de "treinta mil" (New York Times, 13 de julio de 1956) a aproximadamente cincuenta mil" (New York Times, 31 de agosto de 1956), la población total de Polonia que se da, en los trabajos de referencia actuales, es de aproximadamente 25.000.000. Su proporción, por consiguiente, es un fragmento pequeño del uno por ciento, y nunca antes en este siglo una minoría de esta menudencia, en cualquier parte, a exigido llegar a ser "casi una mayoría en las "posiciones claves" y en mostrar "preferencia por sus propias personas en la repartición de los puestos de trabajo."

El caso de Hungría fue más significante, ya que este país después de 1945, soportó su segunda experiencia de control comunista. No solamente descubrió que el terror nuevamente sería Judío, sino que sería manejado por los mismos hombres. Esta re- instalación deliberada de judíos [505] terroristas, detestados por una nación por sus hechos de veintiséis años atrás (los detalles se dan después en este capítulo) es todavía la evidencia más fuerte que prueba la existencia en Moscú, de un poder, controlando la revolución, que deliberadamente daba la firma Talmúdica a sus salvajismos, un poder no soviético, comunista o ruso.

Contra este trasfondo, que no fue comprendido en "el mundo libre" las fuerzas de regeneración nacional trabajaron para derrocar gradualmente el terror. En abril de 1956, el Sr. Vladislav Gomulka (encarcelado desde 1951 a 1956 bajo el régimen Berman-Minc como un "desviacionista") fue liberado y se transformó en el símbolo de la esperanza nacional en este momento, aunque él era un Comunista, era en primer lugar un polaco. Él fue restituido en el Comité Central del Partido comunista polaco el 19 de octubre de 1956 y el 20 de octubre, hizo algo que podría haber cambiado la forma entera de nuestro siglo, si no hubiese sido por la sombra que pronto cayó sobre los eventos resultantes (esta vez desde el otro centro de "la cuestión judía", Palestina). Presentó a la nación polaca una virtual declaración de independencia, atacó "el fracaso de los últimos doce años", prometió elecciones y declaró que "el pueblo Polaco se defenderá a sí mismo con todos los medios para que no podamos ser empujados fuera del camino de la democratización."

Hizo esto en la cara de una visita en vuelo de los jefes Moscovitas mismos. El Sr. Kruschev era acompañado por sus generales y amenazó con el uso del Ejército Rojo. Parecía haber sido absolutamente desconcertado por el intrépido frente que era ofrecido por el Sr. Gomulka y, en particular por el Sr. Edward Ochab (también un "antisemita" en el artículo del Sr. Sulzberger) quién dijo, según los informes, "Si usted no detiene sus tropas inmediatamente, nosotros saldremos de aquí y romperemos todo contacto". El ejército polaco estaba evidentemente listo para defender la causa nacional y Sr. Kruschev capituló. El Mariscal Rokossovsky desapareció con rumbo a Moscú (*) y, como símbolo del renacimiento de la nación, el Cardenal Wyszynski (privado de su oficina bajo el régimen Berman-Minc en 1953) fue liberado.

El júbilo se extendió sobre Polonia. La revolución había sufrido su primera gran derrota; la fe había sido restaurada (éste era el significado de la liberación del Cardenal); la nación, abandonada por el mundo exterior, había dado un gran primer el paso hacia su auto-liberación.

En seguida la quema de pastizales se extendió a Hungría. El gran evento en Polonia fue olvidado en la excitación causada por uno mayor. Todos los procesos de la naturaleza humana, tiempo y providencia, parecían estar convergiendo finalmente a un buen fin.

En Hungría, el 22 de octubre de 1956, dos días después de la declaración polaca de independencia, el pueblo salió a las calles para exigir que el Sr. Imre Nagy retorne a ser Primer Ministro y las tropas de la ocupación soviéticas se retiren.

* Una buena instancia de la confusión introducida en este evento por "la cuestión judía". Rokossovsky, nacido en Polonia y mariscal soviético, detuvo el avance de las tropas en las afueras de Varsovia en 1944, para darle tiempo y libertad a las tropas de las SS y de la Gestapo para masacrar al ejército de resistencia polaco. Era así el hombre más odiado en Polonia. Al mismo tiempo, él fue sostenido por ser "anti-semita" por los periódicos de Nueva York. ¿Qué corriente de sentimientos contaban más pesadamente contra él? Uno no puede en esta fase determinarlo.
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Ninguno de ellos comprendió en ese momento que estaban empezando un levantamiento nacional que habría de convertirse en una guerra nacional de liberación.

La chispa vino de Polonia y el trasfondo era el mismo, con la diferencia que Hungría estaba sufriendo su segunda prueba en las manos de los comisarios judíos. El objeto principal de su miedo y aborrecimiento en ese momento era Erno Geroe, cabeza del Partido comunista húngaro y el tercero de los terroristas judíos de 1919 enviados a Hungría por Moscú para manejar el terror allí. Así en este evento, no sólo estalló la amargura acumulada de los años 1945-1956, sino también los recuerdos del terror en 1918-1919.

El Sr. Imre Nagy, tal como el Sr. Gomulka en Polonia, se transformó en el símbolo de las esperanzas de la nación en ese momento, porque era un "Comunista nacionalista." Es decir, era un Magyar (de las antiguas tribus), tal como Gomulka era un polaco, y no un forastero. Su parte en el proceso histórico, si le hubiesen permitido llevarlo a cabo, probablemente habría sido dar los primeros pasos hacia la restauración de la soberanía nacional húngara y la libertad individual, después de lo cual habría dado paso a un sucesor elegido. Su popularidad simbólica en el momento del levantamiento nacional fue principalmente debida al hecho que él había sido sacado de su lugar como Primer Ministro en 1953, y expulsado del Partido comunista en 1955, por el odiado Matyas Rakosi y Erno Geroe.

En Hungría, como en Polonia, la nación quería cosas distintas, todas ella dejadas en claro por las palabras y los hechos de los días resultantes: la restauración de la fe nacional (simbolizada por la liberación del Cardenal, encarcelado por los terroristas judíos), la liberación de la nación (a través del retiro de las tropas soviéticas), la abolición de la policía secreta terrorista y el castigo de los jefes terroristas. La demanda inicial para estas cosas, sin embargo, se expresó por demostración pacífica, no por alborotos o levantamientos. (*) Se pusieron ruidosos después de un discurso violentamente abusivo de Geroe, el líder del Partido que retuvo ese puesto cuando el Comité Central del Partido instaló a Sr. Nagy como Premier. Geroe ordenó entonces a las tropas soviéticas entrar en Budapest y restaurar el orden. Estando los demostrantes reunidos en la plaza del Parlamento, para exigir la renuncia de Geroe, los tanques soviéticos y la policía terrorista de Geroe abrieron fuego, dejando las calles cubiertas con hombres y mujeres muertos o agonizantes (24 de Oct. 1956).

* El relato más auténtico del evento original fue entregado, por razones propias, por el dictador comunista de Yugoslavia, Tito, en una transmisión nacional el 15 de noviembre de 1956. Dijo, entre muchas cosas, "Cuando estuvimos en Moscú, declaramos que el régimen de Rakosi y el propio Rakosi no tenía las calificaciones necesarias para dirigir el estado húngaro o llevarlo a una unidad interna. . . Desgraciadamente, los camaradas soviéticos no nos creyeron. . . Cuando los Comunistas húngaros mismos exigieron que Rakosi debía irse, los líderes soviéticos comprendieron que era imposible de continuar de esta manera y convinieron en que él debe ser alejado. Pero ellos cometieron un error al no permitir también la remoción de Geroe y otros seguidores de Rakosi. . . Ellos aceptaban el alejamiento de Rakosi a condición de que Geroe permaneciera obligatoriamente. . . Geroe siguió la misma política y era tan culpable como Rakosi. . . Llamó a esos centenares de miles que protestaban, que eran los que protestaban entonces, una chusma" (un participante declaró que las palabras de Geroe eran de sucios bandoleros fascistas y otras palabras demasiado sucias para repetir") "… Esto fue suficiente para encender el barril de pólvora y llevarlo a estallar. . . Geroe llamó al ejército. Fue un error fatal llamar al Ejército soviético en un momento en que las protestas aun se estaban llevando a cabo. . . Esto encolerizó a estas personas aun más y sucedió una revuelta espontánea… Nagy llamó al pueblo a las armas contra el Ejército soviético y recurrió a los países Occidentales para que intervinieran. . .”
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Esto fue la partida de un verdadero levantamiento; la nación se alzó unitariamente contra las tropas soviéticas y la odiada policía terrorista y dentro de unos días, la revolución comunista sufrió una derrota que hizo ver la derrota de Polonia como un mero reproche.

El Cardenal fue liberado, el Sr. Nagy se estableció como Premier, el odiado Geroe desapareció (a la Riviera de Crimea, en la compañía de Rakosi, dice un informe), la policía terrorista fue capturada y sus cuarteles destruidos. Las estatuas de Stalin fueron abatidas y destrozadas; las tropas húngaras ayudaron por todas partes en el levantamiento o permanecieron pasivas; las tropas soviéticas (que en ese momento eran principalmente rusas) a menudo mostró simpatía con los húngaros y muchos de sus tanques fueron destruidos. Éste fue el momento más esperanzador en la historia de Europa desde 1917, pero el Sionismo estaba en movimiento para rescatar la revolución de su derrota y en unos días, incluso horas, todos lo que se había ganado sería deshecho.

El trasfondo debería brevemente esbozarse aquí, antes que la segunda fase de la guerra del pueblo húngaro sea descrita, porque el caso de Hungría, probablemente es el más significante de todos. Por alguna razón el poder Moscovita estaba más determinado en este caso que en cualquier otro, a identificar a los Judíos con el terror, de tal manera que la experiencia húngara, más que cualquiera, apunta a la continuación Judía, o Talmúdica, en el control de la revolución misma en su asiento de poder en Moscú.

El régimen en Hungría de 1919, el cual los Magyars mismos derrotaron, después de un corto pero despiadado terror, era Judío. La presencia de uno o dos no-judíos en el régimen no descalificaba esto, su naturaleza esencial. Fue el terror de cuatro líderes judíos principales, apoyado por una masa de judíos subordinados, a saber Bela Kun, Matyas Rakosi, Tibor Szamuely y Erno Geroe, ninguno de los cuales podría llamarse húngaro y todos de quienes fueron especializados para su tarea en Moscú.

Después de la Segunda Guerra se permitieron elecciones libres, por alguna razón de conveniencia política, en Hungría (Nov. 1945). Éstos produjeron el resultado natural: una gran mayoría para el Partido de los Pequeño Propietarios; los Comunistas, a pesar de la presencia del Ejército Rojo, hicieron una pobre exhibición. Entonces Matyas Rakosi fue enviado de nuevo a Hungría (Szamuely había cometido suicidio en 1919; Bela Kun desapareció en alguna purga soviética anónima de los años 1930, pero en febrero de 1956 su memoria fue pomposamente rehabilitada en el Vigésimo Congreso soviético en Moscú, y esto puede verse ahora como una intimidación para los húngaro de lo que ellos tenían que esperar en octubre de 1956).

Con la ayuda de la policía terrorista y el Ejército Rojo, Rakosi empezó a destruir a los otros Partidos y a los oponentes, cinco de los cuales (incluyendo al renombrado Sr. Laszlo Rajk) él y Geroe habían colgado en 1949 después de las familiares"confesiones" de conspiración con "los poderes imperialistas" (una alegación que dejó a los poderes imperialistas tan tranquilos como ellos estaban enfurecidos por la alegación de "conspiración Sionista" en 1952). Por 1948, Hungría, bajo Rakosi, fue completamente Sovietizada y aterrorizada. El principal terrorista de este tiempo, bajo el propio Rakosi, era Erno Geroe, también enviado a Hungría desde Moscú después de veinte años; él [508] organizó el juicio y pidió el encarcelamiento del líder religioso de Hungría, el Cardenal Mindszenty (*) (quién antes de desaparecer en su encarcelamiento instruyó a la nación para no creer ninguna confesión imputada a él por sus carceleros). Después de que Hungría yació durante varios años bajo el terror de dos de los hombres que la habían crucificado en 1919, y el gobierno en su totalidad se transformara en un "90 por ciento Judío en los puestos de más alto nivel". Para los húngaros el terror era entonces, también Judío y Talmúdico, no Comunista, soviético o ruso, y deliberadamente se le dio esa naturaleza; el intento del retorno de Rakosi y Geroe después de la Segunda Guerra es inequívoco, y sus actos eran igualmente inequívocos.

En julio de 1953, Rakosi renunció como Premier y The Times anunció que el "Sr. Geroe es el único judío que queda en el gabinete, que bajo el Sr. Rakosi era predominantemente judío". Como Rakosi permaneció como líder del Partido y Geroe permanecía como Vice Premier, nada cambió mucho, y en julio de 1956, cuando Rakosi también renunció a la dirección del Partido, fue sucedido por Geroe, con las consecuencias que se vieron en octubre.

Incluso Geroe parecía haber tenido su peor momento en ese tiempo, ya que después de la victoria del pueblo húngaro, las tropas del Ejército Rojo se retiraron (el 28 de octubre) y dos días después (el 30 de octubre) el gobierno soviético trasmitió al mundo una declaración que admite las "violaciones y errores que infringieron los principios de igualdad en las relaciones entre los estados Socialistas", ofreciendo discutir "medidas. . para remover cualquier posibilidad de violar el principio de soberanía nacional, y emprender para "examinar el asunto de las tropas soviéticas estacionadas en el territorio de Hungría, Rumania y Polonia."

¿Era una artimaña, sólo pensada para calmar a la gente mientras el asesino tomaba un respiro, o era una verdadera retirada y daba fuerza a la admisión de errores, abriendo una gran visión de conciliación y esperanza para la gente?

Si Israel no hubiera atacado Egipto. . . si Bretaña y Francia no se hubieran unido en ese ataque. . . si estas cosas no hubieran pasado, el mundo sabría ahora la respuesta a esa pregunta. Ahora nunca se sabrá, ya que el ataque Sionista a Egipto, y la participación británica y francesa en él, liberaron a la revolución de su dilema; como si por arte de magia, los ojos vigilantes del mundo se volvieran de Hungría al Medio Oriente y Hungría fue olvidada. Vanamente el Sr. Nagy hizo el llamado al mundo el mismo día siguiente, diciendo que 200.000 hombres con cinco mil tanques estaban pasando a Hungría.

Budapest fue pulverizada. El 7 de noviembre, la voz de la última radio húngara libre se silenció del aire (Radio Rakoczy en Dunapentele), tal como las voces de los polacos se había silenciado en 1944 y de los checos en 1939, legando sus penurias a"Occidente"

* El trato invariable y deliberadamente anti-cristiano aparecía nuevamente en el tratamiento dado al Cardenal Mindszenty, los detalles de lo cual fueron publicados por él mismo después de su liberación. En el resumen, dijo que fue torturado por sus aprehensores durante veintinueve días y noches entre su arresto y juicio, siendo desnudado, golpeado durante días con una manguera de caucho, mantenido en una celda fría y húmeda para irritar sus débiles pulmones, obligado a mirar actuaciones obscenas e interrogado sin que le permitan dormir a lo largo del período (la entrevista fue publicada en muchos periódicos y revistas, en diciembre de 1956).[509].

"Ésta es nuestra última transmisión. Estamos siendo inundados con tanques y aviones soviéticos". Estas palabras, grabó el corresponsal del New York Times en Viena, "fueron seguidas por un fuerte sonido chocante. Luego hubo solo silencio" entonces.

El Sr. Nagy tomó refugio en la Legación Yugoslava, y al dejarla bajo el salvoconducto soviético fue deportado a algún lugar, nadie sabe donde. El Cardenal tomó el refugio en la Embajada norteamericana. Al final de noviembre, el delegado cubano a los Naciones Unidas, una autoridad bien-informada, declaró que 65.000 personas habían sido asesinadas en Hungría. Más de 100.000 por ese tiempo, habían huido por la frontera hacia Austria, un pequeño país que levantó la harapienta norma de "Occidente" alojando a todos los que vinieron, sin preguntar. Unos mil de éstos llegaron a Norteamérica dónde fueron recibidos por el Ministro del Ejército norteamericano, el Sr. Wilbur M. Brucker que pidió "que aplaudieran la bandera norteamericana" y luego "aplaudir al Presidente Eisenhower."

Éstos eran de verdad los diez días que estremecieron el mundo, y lo estremecerían más aun si la historia verdadera es relatada. Ellos mostraron que los valores que una vez fueron simbolizados por las dos palabras, "El Occidente", fueron ahora encarnadas en los pueblos cautivos de Europa Oriental, no en Norteamérica o Inglaterra o Francia.

Esos países habían vuelto sus espaldas a la escena en Hungría. Ellos estaban en el intento de los eventos en el Medio Oriente. "La Cuestión Judía" en el Medio Oriente intervino para cubrir el alba de esperanza nuevamente en Europa. Una vez más el comunismo- revolucionario y el sionismo-revolucionario trabajaron como en perfecta sincronización, como en octubre de 1917; los actos de cada uno directamente beneficiaban al otro. Las Naciones Unidas no pudieron encontrar tiempo para discutir el llamado húngaro por ayuda antes de que el nuevo terror aplastara a los que clamaban y restaurara a los agentes aprobados por la revolución en los lugares de los delegados.

En la propia Hungría, el lugar del desaparecido Geroe fue tomado por otro comisario de 1919, el Sr. Ference Munnich, que había tomado un rol prominente entonces en el régimen de Bela Kun, también había retornado a Hungría después de la Segunda Guerra con el Ejército Rojo. De 1946 a 1949, cuando Rakosi estaba llevando a cabo el segundo terror, el Sr. Munnich era jefe de la Policía en Budapest. Ahora él llegaba a ser el "Vice Premier, Ministro de la Defensa Nacional y de la Seguridad Pública" en el gobierno de un tal Janos Kadar, preparado por Moscú. El Sr. Kadar también tenía un registro de alguna independencia, y por consiguiente no era probable que se le permitiera manejar algo de poder. El Sr. Munnich, (dijo el New York Times) era "la carta de Moscú en el agujero, controlando al Sr. Kadar."

De esta forma la noche cayó nuevamente sobre Hungría y tendría que encontrar algo de consuelo en las palabras del Presidente, que su corazón estaba allí. La bomba de tiempo en el Medio Oriente, originalmente plantada allí en la misma semana del triunfo de la revolución bolchevique en Moscú, estalló en el momento del fiasco y la derrota de la revolución. Esta diversión cambió la situación luminosa durante muchos años en la más oscura. La Unión Soviética fue dejada tranquila en su [510] trabajo de realizar una matanza en Hungría, mientras los grandes poderes del Occidente comenzaron a disputar entre ellos sobre Israel, Egipto y el Canal de Suez; todo el mundo se volvió a mirarlos, y el estado soviético, con la sangre de una nación europea en sus manos, pudo unirse en el anatema general de Bretaña y Francia cuando estos se unieron en el ataque israelita.

La creación del estado Sionista demostró ser aun más de mal agüero que la otra creación de los Judíos Talmúdicos en Rusia, la revolución comunista. La segunda parte de este registro de los años del clímax por consiguiente, tienen que ver con los eventos en el estado Sionista en los ocho años, desde su creación por el terror en 1948 y su ataque a Egipto en octubre de 1956.


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