p. 36 37 38 39
Capítulo 5
La caída de Babilonia
Antes de este primer impacto de "la Ley Mosaica" pudiese sentirse por otros
pueblos, vino el evento del 536 AC que dispuso el modelo del Vigésimo Siglo: la
caída de Babilonia.
El parecido entre el modelo de los eventos de hoy en día (es decir, la forma tomada
por el resultado de las dos Guerras Mundiales) y aquel de la caída de Babilonia es
demasiado grande para ser accidental, y de hecho puede mostrarse ahora, que fue
provocada deliberadamente. Las personas de occidente en el presente siglo, si lo
hubiesen comprendido, que estaban siendo gobernados bajo la "la Ley" Judaica, no
bajo alguna ley propia, por las fuerzas que controlaban los gobiernos.
La agrupación de caracteres y el último desenlace es igual en todos los tres casos.
Por un lado de la fase está el potentado extranjero que ha oprimido y ha afrentado a
los Judahítas (hoy en día, los judíos). En Babilonia éste era "Rey Belshazzar"; en la
primera Guerra Mundial era el Zar ruso; en la segunda guerra, era Hitler.
Confrontando a este "perseguidor", hay otro potentado extranjero, el libertador. En
Babilonia, éste era Rey Cyrus de Persia; en el segundo caso, fue un tal Sr. Balfour;
en el tercero, era el Presidente Truman.
Entre estos adversarios están los triunfantes profetas de Jehová, el gran hombre en
la corte del gobernante extranjero que predice, y sobrevive, el desastre que está a
punto de ocurrirle al "perseguidor". En Babilonia, éste era Daniel. En la primera y
segunda guerra mundial de este siglo era un Dr. Chaim Weizmann, el profeta
Sionista en las cortes extranjeras.
Éstos son los caracteres. Luego viene el desenlace, una venganza de Jehová sobre"el pagano" y el triunfo judío en la forma de una "restauración" simbólica. El "Rey
Belshazzar", cuando Daniel le había predicho su sentencia, es asesinado "en la
misma noche" y su reino cae en manos del enemigo. Los captores judíos que
mataron al Zar ruso y a su familia, en los finales de la Primera Guerra del Siglo
Vigésimo, citaron este precedente en una frase "escrita en la pared" del lugar donde
ocurrió la matanza; los líderes Nazis, a finales de la Segunda Guerra del Siglo
Vigésimo, fueron colgados en el Día de Expiación de los judíos.
Así las dos Guerras Mundiales de este siglo han conformado, en sus resultados, al
modelo de la guerra Babilónica-persa de la antigüedad, tal como es descrita en el
Antiguo Testamento.
Probablemente las personas que lucharon esa antigua guerra pensaron que algo
más que la causa de los Judahítas estaba en la estacada, y que ellos se esforzaban
por algún propósito o interés propio. Pero en la narrativa que se descubre a través
de los siglos, todo el resto ha sido cancelado. Los únicos resultados significantes, en
el cuadro que ha sido impreso en las mentes de los pueblos, son la venganza de
Jehová y el triunfo de los Judahítas, y las dos guerras mundiales de este siglo
siguieron ese mismo modelo.
El Rey Belshazzar sólo sobrevive como el "perseguidor" extranjero simbólico de los
[37] Judahítas (aunque Jehová les hizo sus cautivos, como castigo, el rey es no
obstante su "perseguidor" y debe ser destruido bárbaramente). El Rey Cyrus, en
forma similar, no es sino el instrumento cumpliendo la promesa de Jehová que
visitarían "todas estas maldiciones" en las manos de "tus enemigos", cuando Cyrus
es transformado en un aprehensor (y así no merece ningún crédito en su propio
derecho, o como conquistador o libertador; en la verdad, él no es más benévolo que
el Rey Belshazzar, y su casa será a su vez destruida).
El Rey Cyrus, la verdadera historia cuenta de él, parece haber sido un hombre
ilustrado, así como el fundador de un imperio que se extendía sobre todo el Asia
occidental. De acuerdo con las enciclopedias, "él dejó a las naciones súbditas
libremente en la observancia de sus religiones y en el mantenimiento de sus
instituciones". Así los Judahítas puede haber tenido el beneficio de una política queél aplicó imparcialmente a todos, y posiblemente el Rey Cyrus, si pudiera retornar a
la tierra hoy, se sorprendería al encontrar que su retrato en la historia es aquella de
un hombre cuyo único logro notable y que permanece, fue restaurar a unos pocos
miles de Judahítas a Jerusalén.
Sin embargo, si él pensara que este asunto particular fue de importancia superior
entre sus tareas (como los políticos del Vigésimo Siglo demostrablemente piensan),él debería en su retorno a la tierra de hoy, sentirse muy satisfecho, porque
encontraría que a través de este acto, ejerció una enorme influencia en los eventos
humanos en los 2,500 años por venir, probablemente más que cualquier otro
gobernante temporal de cualquier tiempo. Ningún otro hecho de la antigüedad, ha
tenido consecuencias en el tiempo presente tan grandes o tan claras para trazar.
En el Vigésimo Siglo DC, dos generaciones de políticos Occidentales, en demanda
de los favores de los judíos, compitieron entre sí para jugar el rol del Rey Cyrus. El
resultado fue que las dos Guerras Mundiales produjeron sólo dos resultados
significantes y perdurables: la venganza de Jehová sobre el "perseguidor" simbólico
y el triunfo judío en la forma de una nueva "restauración". Así la leyenda simbólica
de lo que pasó en Babilonia, había en el Siglo Vigésimo ganado la fuerza de "Ley"
suprema, atropellando a todas las otras leyes, la Ley de la verdad y de la historia.
La leyenda en sí misma parece haber sido dos-terceras partes falsedad, o lo que hoy
se llamaría propaganda.
El propio rey Belshazzar aparentemente fue inventado por los Levitas. El libro
histórico que graba la caída de Babilonia, fue compilado varios siglos después y se
atribuyó a un tal "Daniel". El afirma que era un Judahíta cautivo en Babilonia, que
subió allí al lugar más alto en la corte y que se "sentaba en la verja del rey
Nebuchadnezzar") a través de su habilidad para interpretar los sueños. En él se
delegó la tarea de interpretar la "escritura en la pared" (Daniel, 5).
El Rey "Belshazzar, hijo de Nebuchadnezzar", es descrito entonces como llevando a
cabo un insulto a los Judahítas al usar "los vasos de oro y plata" tomados por su
padre del templo en Jerusalén, para un banquete con sus príncipes, esposas y
concubinas. Por ello los dedos de la mano de un hombre escribieron en la pared las
palabras, [38] "Mene, Mene, Tekel, Upharsin". Daniel, fue llamado para
interpretarlas, le dice al rey que ello quiere decir, "Dios ha numerado tu reino, y lo
terminó; has sido pesado en la balanza y se te encontró falto; tu reino será dividido
y dado a los Medes y Persas. De allí el Rey Belshazzar "en la misma noche" es
asesinado, y el conquistador Persa entra, el cual "restaurará" a los Judahítas.
Así el fin de un rey y de un reino está directamente relacionado a una afrenta
ofrecida a Judah y al la cual se le da la guisa de una retribución de Jehová y de
venganza judía. ¡Qué importa si Daniel y el Rey Belshazzar nunca existieron!: ¡Por
su inclusión en las escrituras Levíticas esta anécdota ganó el estado de un
precedente legal! Cuando se cometió el asesinato del Zar ruso, de su esposa, hijas e
hijo en 1918, nuevamente, fue relacionado directamente con esta leyenda mediante
las palabras citadas de ella y garrapateadas en una pared salpicada de sangre, ésta
fue en seguida, una confesión de paternidad literaria del hecho, y una cita de la
autoridad legal para hacerlo.
Cuando una antigua leyenda puede producir tales efectos, veinticinco siglos
después, no tiene importancia demostrar su falsedad, ya que a los políticos y a las
masas que son manipulados por igual, aman sus leyendas más que la verdad.
Sin embargo, de los tres protagonistas en esta versión de la caída de Babilonia, sólo
el Rey Cyrus existió realmente; ¡el Rey Belshazzar y Daniel parecen ser figuras de la
fantasía de los Levitas!
La Enciclopedia Judía, que apunta que el Rey Nebuchadnezzar no tenía ningún
hijo llamado Belshazzar y que ningún rey llamado Belshazzar reinaba en Babilonia
cuando el Rey Cyrus la conquistó, dice imparcialmente que "el autor de Daniel simplemente no tenía a mano las fechas correctas, y por lo tanto no cree que Daniel
escribió Daniel.
Obviamente, si un Judahíta importante, favorito en la corte, llamado Daniel,
hubiese escrito el libro, él habría sabido, por lo menos, el nombre del rey cuyo fin él
había predicho, y por lo tanto habría tenido las "fechas correctas".
Evidentemente el libro de Daniel, tal como los libros de la Ley atribuidos a Moisés,
fue el producto de los escribas Levíticos quienes con paciencia continuaron
haciendo la historia conforme con su Ley, ya extendida. Si pudo inventarse un Rey
Belshazzar con el propósito de ilustración y precedente, también pudieron inventar
a un profeta Daniel.
Este, Daniel aparentemente mítico, es el profeta más popular de todos entre los
fervientes Sionistas de hoy, quiénes se regocijan en la anécdota de la venganza de
los Judahítas y en el triunfo profetizado en la pared, y ven en él, un precedente
legal para todos los tiempos venideros. La historia de nuestro presente siglo ha
hecho más de eso de cualquier siglo previo en fortalecerlos en esta creencia y para
ellos Daniel, con su "interpretación" cumplida "en la misma noche", da la
respuesta conclusiva, aplastante a los profetas Israelita más tempranos que habían
previsto un Dios de amor para todos los hombres. La caída de Babilonia (como es
descrita por los Levitas) entregó las pruebas prácticas de la verdad y de la fuerza de
la Ley "Mosaica".
Sin embargo, todo habría sido nada sin el Rey Cyrus, quien era el único que existió de los tres protagonistas y que permitió, u obligó, a unos pocos miles de
Judahítas a volver a Jerusalén. En ese punto de la historia, la teoría política
Levítica, [39] la cual apuntaba al ejercicio del poder a través de la adquisición del
dominio sobre los gobernantes extranjeros, fue puesta en su primera prueba
práctica y tuvo éxito.
El rey Persa fue la primera de una larga línea de profecías Gentiles trabajadas por
la secta gobernante, que a través de ellas, demostró que había encontrado el secreto
de infestar, primero, y luego dirigir las acciones de gobiernos extranjeros.
En el presente siglo, este dominio de gobiernos había sido llevado a tal grado de
poder que todos ellos estaban, en gran medida, bajo un mando supremo, de tal
manera que sus acciones finalmente, siempre sirvieran la ambición de este Partido
supremo. Hacia el fin de este libro el lector verá cómo fueron trabajadas las
profecías Gentiles, para que se pudieran incitar los antagonismos de los pueblos y
fuesen llevados a colisionar para estos propósitos supra-nacionales.
Sin embargo, el lector necesitará buscar en su propia alma para encontrar, si es queél puede, la razón del por qué de estas profecías, a las cuales sus propios líderes,
se sometieron.
El Rey Cyrus fue el primero de ellos. Sin su apoyo la secta no podría haberse
preparado para estar de nuevo en Jerusalén y haber convencido a la incrédula masa
Judahíta, observando desde todos los lugares del mundo conocido, que la Ley
racista era potente y podría literalmente cumplirse. La línea de causa-y-efecto se
traza recta y clara desde la caída de Babilonia a los grandes eventos de este siglo;
Occidente hoy en día, le debe sus sucesivos desencuentros y su declive incluso más
al Rey Cyrus, el primero de los títeres Gentiles, que al propio sacerdocio ingenioso y
furtivo.
"Judaísmo se originó en el nombre del rey Persa y por la autoridad de su Imperio, y
así el efecto del Imperio de los Acaemenidas se extiende con gran poder, como casiúnico, como casi directamente en nuestro tiempo presente", dice el Profesor
Eduard Meyer, y la conclusión de esta autoridad es una verdad demostrable.
Incluso quinientos años antes de que Occidente comenzara, los Levitas
extendieron la Ley, y entonces a través del Rey Cyrus, sentaron el precedente y el
modelo para la caída del propio Occidente.
Los cinco libros de la Ley todavía no estaban completos cuando el Rey Cyrus fue a
Babilonia y la conquistó. La secta en Babilonia todavía estaba ocupada en ellos y en
la versión de apoyo de la historia que, por tales ejemplos como el del "Rey
Belshazzar", daría la plausibilidad a lo increíble y proporcionarían el precedente
para los bárbaros hechos de veinticinco siglos después. La masa de los Judahítas
aun no conocía nada de la Ley de intolerancia racial que se estaba preparando
para ellos, aunque la intolerancia religiosa ya era familiar para ellos en este
tiempo:
La secta tenía que completar todavía la Ley y luego aplicarla a su propia gente.
Cuando eso sucedió en el 458 BC, bajo otro rey Persa, la Controversia de Sión tomó
finalmente la forma en la cual confronta a su propia gente y al resto de la
humanidad implacablemente. El cordón umbilical entre los Judahítas y otros
hombres fue entonces, finalmente cortado.
A este pueblo segregado, ante los cuales el sacerdocio hizo ondear su versión de la
caída de Babilonia como un estandarte, fueron puestos entonces a rodar por el
camino a un futuro que los llevaría a conformar una fuerza compacta entre otros
pueblos, a cuya destrucción estaban dedicados por su Ley.
Siguiente
Anterior
Contenido
Inicio
Indice |