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La Controversia de Sión
Douglas Reed

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Capítulo 5


La caída de Babilonia

Antes de este primer impacto de "la Ley Mosaica" pudiese sentirse por otros pueblos, vino el evento del 536 AC que dispuso el modelo del Vigésimo Siglo: la caída de Babilonia.

El parecido entre el modelo de los eventos de hoy en día (es decir, la forma tomada por el resultado de las dos Guerras Mundiales) y aquel de la caída de Babilonia es demasiado grande para ser accidental, y de hecho puede mostrarse ahora, que fue provocada deliberadamente. Las personas de occidente en el presente siglo, si lo hubiesen comprendido, que estaban siendo gobernados bajo la "la Ley" Judaica, no bajo alguna ley propia, por las fuerzas que controlaban los gobiernos.

La agrupación de caracteres y el último desenlace es igual en todos los tres casos. Por un lado de la fase está el potentado extranjero que ha oprimido y ha afrentado a los Judahítas (hoy en día, los judíos). En Babilonia éste era "Rey Belshazzar"; en la primera Guerra Mundial era el Zar ruso; en la segunda guerra, era Hitler. Confrontando a este "perseguidor", hay otro potentado extranjero, el libertador. En Babilonia, éste era Rey Cyrus de Persia; en el segundo caso, fue un tal Sr. Balfour; en el tercero, era el Presidente Truman.

Entre estos adversarios están los triunfantes profetas de Jehová, el gran hombre en la corte del gobernante extranjero que predice, y sobrevive, el desastre que está a punto de ocurrirle al "perseguidor". En Babilonia, éste era Daniel. En la primera y segunda guerra mundial de este siglo era un Dr. Chaim Weizmann, el profeta Sionista en las cortes extranjeras.

Éstos son los caracteres. Luego viene el desenlace, una venganza de Jehová sobre"el pagano" y el triunfo judío en la forma de una "restauración" simbólica. El "Rey Belshazzar", cuando Daniel le había predicho su sentencia, es asesinado "en la misma noche" y su reino cae en manos del enemigo. Los captores judíos que mataron al Zar ruso y a su familia, en los finales de la Primera Guerra del Siglo Vigésimo, citaron este precedente en una frase "escrita en la pared" del lugar donde ocurrió la matanza; los líderes Nazis, a finales de la Segunda Guerra del Siglo Vigésimo, fueron colgados en el Día de Expiación de los judíos.

Así las dos Guerras Mundiales de este siglo han conformado, en sus resultados, al modelo de la guerra Babilónica-persa de la antigüedad, tal como es descrita en el Antiguo Testamento.

Probablemente las personas que lucharon esa antigua guerra pensaron que algo más que la causa de los Judahítas estaba en la estacada, y que ellos se esforzaban por algún propósito o interés propio. Pero en la narrativa que se descubre a través de los siglos, todo el resto ha sido cancelado. Los únicos resultados significantes, en el cuadro que ha sido impreso en las mentes de los pueblos, son la venganza de Jehová y el triunfo de los Judahítas, y las dos guerras mundiales de este siglo siguieron ese mismo modelo.

El Rey Belshazzar sólo sobrevive como el "perseguidor" extranjero simbólico de los [37] Judahítas (aunque Jehová les hizo sus cautivos, como castigo, el rey es no obstante su "perseguidor" y debe ser destruido bárbaramente). El Rey Cyrus, en forma similar, no es sino el instrumento cumpliendo la promesa de Jehová que visitarían "todas estas maldiciones" en las manos de "tus enemigos", cuando Cyrus es transformado en un aprehensor (y así no merece ningún crédito en su propio derecho, o como conquistador o libertador; en la verdad, él no es más benévolo que el Rey Belshazzar, y su casa será a su vez destruida).

El Rey Cyrus, la verdadera historia cuenta de él, parece haber sido un hombre ilustrado, así como el fundador de un imperio que se extendía sobre todo el Asia occidental. De acuerdo con las enciclopedias, "él dejó a las naciones súbditas libremente en la observancia de sus religiones y en el mantenimiento de sus instituciones". Así los Judahítas puede haber tenido el beneficio de una política queél aplicó imparcialmente a todos, y posiblemente el Rey Cyrus, si pudiera retornar a la tierra hoy, se sorprendería al encontrar que su retrato en la historia es aquella de un hombre cuyo único logro notable y que permanece, fue restaurar a unos pocos miles de Judahítas a Jerusalén.

Sin embargo, si él pensara que este asunto particular fue de importancia superior entre sus tareas (como los políticos del Vigésimo Siglo demostrablemente piensan),él debería en su retorno a la tierra de hoy, sentirse muy satisfecho, porque encontraría que a través de este acto, ejerció una enorme influencia en los eventos humanos en los 2,500 años por venir, probablemente más que cualquier otro gobernante temporal de cualquier tiempo. Ningún otro hecho de la antigüedad, ha tenido consecuencias en el tiempo presente tan grandes o tan claras para trazar.

En el Vigésimo Siglo DC, dos generaciones de políticos Occidentales, en demanda de los favores de los judíos, compitieron entre sí para jugar el rol del Rey Cyrus. El resultado fue que las dos Guerras Mundiales produjeron sólo dos resultados significantes y perdurables: la venganza de Jehová sobre el "perseguidor" simbólico y el triunfo judío en la forma de una nueva "restauración". Así la leyenda simbólica de lo que pasó en Babilonia, había en el Siglo Vigésimo ganado la fuerza de "Ley" suprema, atropellando a todas las otras leyes, la Ley de la verdad y de la historia.

La leyenda en sí misma parece haber sido dos-terceras partes falsedad, o lo que hoy se llamaría propaganda. El propio rey Belshazzar aparentemente fue inventado por los Levitas. El libro
histórico que graba la caída de Babilonia, fue compilado varios siglos después y se atribuyó a un tal "Daniel". El afirma que era un Judahíta cautivo en Babilonia, que subió allí al lugar más alto en la corte y que se "sentaba en la verja del rey Nebuchadnezzar") a través de su habilidad para interpretar los sueños. En él se delegó la tarea de interpretar la "escritura en la pared" (Daniel, 5).

El Rey "Belshazzar, hijo de Nebuchadnezzar", es descrito entonces como llevando a cabo un insulto a los Judahítas al usar "los vasos de oro y plata" tomados por su padre del templo en Jerusalén, para un banquete con sus príncipes, esposas y concubinas. Por ello los dedos de la mano de un hombre escribieron en la pared las palabras, [38] "Mene, Mene, Tekel, Upharsin". Daniel, fue llamado para interpretarlas, le dice al rey que ello quiere decir, "Dios ha numerado tu reino, y lo terminó; has sido pesado en la balanza y se te encontró falto; tu reino será dividido y dado a los Medes y Persas. De allí el Rey Belshazzar "en la misma noche" es asesinado, y el conquistador Persa entra, el cual "restaurará" a los Judahítas.

Así el fin de un rey y de un reino está directamente relacionado a una afrenta ofrecida a Judah y al la cual se le da la guisa de una retribución de Jehová y de venganza judía. ¡Qué importa si Daniel y el Rey Belshazzar nunca existieron!: ¡Por su inclusión en las escrituras Levíticas esta anécdota ganó el estado de un precedente legal! Cuando se cometió el asesinato del Zar ruso, de su esposa, hijas e hijo en 1918, nuevamente, fue relacionado directamente con esta leyenda mediante las palabras citadas de ella y garrapateadas en una pared salpicada de sangre, ésta fue en seguida, una confesión de paternidad literaria del hecho, y una cita de la autoridad legal para hacerlo.

Cuando una antigua leyenda puede producir tales efectos, veinticinco siglos después, no tiene importancia demostrar su falsedad, ya que a los políticos y a las masas que son manipulados por igual, aman sus leyendas más que la verdad. Sin embargo, de los tres protagonistas en esta versión de la caída de Babilonia, sólo el Rey Cyrus existió realmente; ¡el Rey Belshazzar y Daniel parecen ser figuras de la fantasía de los Levitas!

La Enciclopedia Judía, que apunta que el Rey Nebuchadnezzar no tenía ningún hijo llamado Belshazzar y que ningún rey llamado Belshazzar reinaba en Babilonia cuando el Rey Cyrus la conquistó, dice imparcialmente que "el autor de Daniel simplemente no tenía a mano las fechas correctas, y por lo tanto no cree que Daniel escribió Daniel. Obviamente, si un Judahíta importante, favorito en la corte, llamado Daniel, hubiese escrito el libro, él habría sabido, por lo menos, el nombre del rey cuyo fin él había predicho, y por lo tanto habría tenido las "fechas correctas".

Evidentemente el libro de Daniel, tal como los libros de la Ley atribuidos a Moisés, fue el producto de los escribas Levíticos quienes con paciencia continuaron haciendo la historia conforme con su Ley, ya extendida. Si pudo inventarse un Rey Belshazzar con el propósito de ilustración y precedente, también pudieron inventar a un profeta Daniel. Este, Daniel aparentemente mítico, es el profeta más popular de todos entre los
fervientes Sionistas de hoy, quiénes se regocijan en la anécdota de la venganza de los Judahítas y en el triunfo profetizado en la pared, y ven en él, un precedente legal para todos los tiempos venideros. La historia de nuestro presente siglo ha hecho más de eso de cualquier siglo previo en fortalecerlos en esta creencia y para ellos Daniel, con su "interpretación" cumplida "en la misma noche", da la respuesta conclusiva, aplastante a los profetas Israelita más tempranos que habían previsto un Dios de amor para todos los hombres. La caída de Babilonia (como es descrita por los Levitas) entregó las pruebas prácticas de la verdad y de la fuerza de la Ley "Mosaica".

Sin embargo, todo habría sido nada sin el Rey Cyrus, quien era el único que existió de los tres protagonistas y que permitió, u obligó, a unos pocos miles de Judahítas a volver a Jerusalén. En ese punto de la historia, la teoría política Levítica, [39] la cual apuntaba al ejercicio del poder a través de la adquisición del dominio sobre los gobernantes extranjeros, fue puesta en su primera prueba práctica y tuvo éxito.

El rey Persa fue la primera de una larga línea de profecías Gentiles trabajadas por la secta gobernante, que a través de ellas, demostró que había encontrado el secreto de infestar, primero, y luego dirigir las acciones de gobiernos extranjeros.

En el presente siglo, este dominio de gobiernos había sido llevado a tal grado de poder que todos ellos estaban, en gran medida, bajo un mando supremo, de tal manera que sus acciones finalmente, siempre sirvieran la ambición de este Partido supremo. Hacia el fin de este libro el lector verá cómo fueron trabajadas las profecías Gentiles, para que se pudieran incitar los antagonismos de los pueblos y fuesen llevados a colisionar para estos propósitos supra-nacionales.

Sin embargo, el lector necesitará buscar en su propia alma para encontrar, si es queél puede, la razón del por qué de estas profecías, a las cuales sus propios líderes, se sometieron.

El Rey Cyrus fue el primero de ellos. Sin su apoyo la secta no podría haberse preparado para estar de nuevo en Jerusalén y haber convencido a la incrédula masa Judahíta, observando desde todos los lugares del mundo conocido, que la Ley racista era potente y podría literalmente cumplirse. La línea de causa-y-efecto se traza recta y clara desde la caída de Babilonia a los grandes eventos de este siglo; Occidente hoy en día, le debe sus sucesivos desencuentros y su declive incluso más al Rey Cyrus, el primero de los títeres Gentiles, que al propio sacerdocio ingenioso y furtivo.

"Judaísmo se originó en el nombre del rey Persa y por la autoridad de su Imperio, y así el efecto del Imperio de los Acaemenidas se extiende con gran poder, como casiúnico, como casi directamente en nuestro tiempo presente", dice el Profesor Eduard Meyer, y la conclusión de esta autoridad es una verdad demostrable. Incluso quinientos años antes de que Occidente comenzara, los Levitas extendieron la Ley, y entonces a través del Rey Cyrus, sentaron el precedente y el modelo para la caída del propio Occidente.

Los cinco libros de la Ley todavía no estaban completos cuando el Rey Cyrus fue a Babilonia y la conquistó. La secta en Babilonia todavía estaba ocupada en ellos y en la versión de apoyo de la historia que, por tales ejemplos como el del "Rey Belshazzar", daría la plausibilidad a lo increíble y proporcionarían el precedente para los bárbaros hechos de veinticinco siglos después. La masa de los Judahítas aun no conocía nada de la Ley de intolerancia racial que se estaba preparando para ellos, aunque la intolerancia religiosa ya era familiar para ellos en este tiempo:

La secta tenía que completar todavía la Ley y luego aplicarla a su propia gente. Cuando eso sucedió en el 458 BC, bajo otro rey Persa, la Controversia de Sión tomó finalmente la forma en la cual confronta a su propia gente y al resto de la humanidad implacablemente. El cordón umbilical entre los Judahítas y otros hombres fue entonces, finalmente cortado.

A este pueblo segregado, ante los cuales el sacerdocio hizo ondear su versión de la caída de Babilonia como un estandarte, fueron puestos entonces a rodar por el camino a un futuro que los llevaría a conformar una fuerza compacta entre otros pueblos, a cuya destrucción estaban dedicados por su Ley.

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