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Capítulo 6
El pueblo llora
El primer pueblo en sentir el impacto de esta "Ley Mosaica" que los Levitas estaban
desarrollando en Babilonia, fueron los Samaritanos que en el 538 BC.,
calurosamente dieron la bienvenida a los Judahítas que volvían a Jerusalén y en un
acto de amistad ofreció ayudar a reconstruir el templo destruido por los babilónicos
el 596 AC. A la orden de los Levitas, los Samaritanos fueron bruscamente
rechazados y ante esta afrenta se pusieron hostiles, por lo que la restauración del
templo fue tardada hasta el 520 AC. (El odio contra los Samaritanos continuó a lo
largo de los siglos, hasta el tiempo presente, cuando ellos han sido reducidos a unas
pocas docenas de almas).
El acercamiento amistoso muestra que la nueva "Ley" de los Judahítas era
desconocida para sus vecinos, que fueron tomados por sorpresa con este desaire.
Pareciera que también era poco conocida o entendida, por los Judahítas mismos en
ese período. Los libros de la Ley todavía estaban compilándose en Babilonia y, a
pesar de que algo los sacerdotes les pueden haber dicho, ellos no se daban
claramente cuenta en ese momento, que iban a ser racial y religiosamente
separados de sus compañeros hombres.
El rechazo de los Samaritanos dio el primer indicio de lo que seguiría. Los
samaritanos eran Israelitas, probablemente mezclados con otra sangre. Practicaban
el culto a Jehová pero no reconocían la supremacía de Jerusalén y en esa sola
cuenta, habría surgido el odio de los Levitas, que probablemente vieron en ellos el
peligro de un reavivamiento Israelita y la absorción de Judah. Así los Samaritanos
fueron puestos bajo la mayor prohibición; incluso al aceptar un trozo de pan de un
Samaritano, un Judahíta rompía todos los estatutos y juicios de los Levitas y se
contaminaba abominablemente a sí mismo.
Después de este primer desencuentro con sus vecinos los judahítas deambulaban
en los alrededores de la arruinada y despoblada Jerusalén. Ninguno de ellos, a
menos que ellos fuesen ancianos, la podrían haber conocido antes. Eran pocos en
números: aquellos que "volvieron" alcanzaban un número aproximado de cuarenta
mil, que era un 10 o quizás un 20 por ciento del total de los auto-dispersos, durante
siglos en otras tierras.
No fue un retorno feliz o triunfante para estas personas, aunque era un éxito
político de grandes proporciones para el sacerdocio. Los Levitas se encontraron con
las mismas dificultades que los sionistas en 1903, 1929 y 1953: el Pueblo Escogido
no quería ir a la tierra prometida. Es más, los líderes no pensaron en encabezar "el
retorno"; ellos deseaban quedarse en Babilonia (como los líderes Sionistas de hoy
prefieren quedarse en Nueva York).
La solución encontrada el 538 AC fue similar a la encontrada en 1946: los más
radicales estaban listos para ir, y unos pocos desafortunados, los cuales eran
demasiado pobres para elegir, fueron convencidos para acompañarlos. Aquellos
que deseaban el privilegio de permanecer en Babilonia (¡bajo su propio príncipe, el
Exilarch, en su propia capital!) fueron castigados con multas (tal como se presiona
a los judíos adinerados de Norteamérica para entregar fondos para el estado
Sionista). [41]
La nación judía ya estaba finalmente dispersa; obviamente nunca podría volver a
reunirse nuevamente en Canaan. Ése era un hecho, inalterable y permanente; "del
destierro la nación no volvió, sólo lo hizo una secta religiosa", dice Profesor
Wellhausen. Pero este "retorno" simbólico fue de suma importancia para que el
sacerdocio pudiera establecer su poder místico sobre la esparcida masa. Podría
sostenerse como prueba que "la Ley" era verdad y válida, y que el destino de "las
personas especiales" era destruir y dominar.
El "retorno" significó cosas bastante diferentes para los pocos que volvieron y para
los muchos que observaron la dispersión. Para los pocos significó la posibilidad de
practicar el culto a Jehová de la forma y en la crítica situación prescrita por "la
Ley". Para muchos fue un triunfo del nacionalismo Judahíta y el augurio del triunfo
final previsto por la Ley.
Esta masa de custodios había visto los medios por los cuales se había logrado eléxito, el conquistador deshecho y derrocado, y la "cautividad" transformada en"retorno". La Segregación había demostrado su eficacia, y los métodos principales
para dar fuerza a esta segregación eran el ghetto y la sinagoga. El ghetto
(esencialmente un concepto Levítico) había sido probado en Babilonia, en la forma
de una comunidad cerrada en la cual vivían los Judahítas.
La lectura colectiva de la ley también había demostrado ser un suplente eficaz para
el ritual del culto que, bajo la Ley, sólo podría realizarse en el templo en Jerusalén
(éste era el principio de la sinagoga). La institución del ghetto y la sinagoga fueron
adoptadas por las comunidades de la dispersión, y les dio un sentimiento de unión
entre los Judahítas desterrados y los Judahítas retornados.
Así la "secta religiosa" que "retornó" a una Jerusalén desconocida, fue también el
centro de la nación-dentro-de-las-naciones, el-estado-dentro-de-los-estados. El
sacerdocio había mostrado ser capaz de mantener su teocracia sin un territorio
propio y bajo un rey extranjero. Había gobernado a sus seguidores bajo su propia
Ley; y de esta Ley como se impuso primero en el destierro, en los Judahítas en
Babilonia, el Dr. Kastein dice: "En lugar de la constitución del estado difunto, se
estableció la autonomía comunal, y, en lugar del poder del estado, allí entró otro
poder, más fiable y más permanente: el régimen duro e inexorable
impuesto, por la obligación de rendir obediencia incondicional a las
regulaciones del ritual."
Las palabras merecen un estudio cuidadoso; muchas de "las regulaciones del ritual"
han sido citadas en este libro. Los Levitas habían tenido éxito, en la "cautividad" y
en tierra extranjera, "dando fuerza a" un "riguroso e inexorable régimen". El logro
es único, y ha sido uno continuado, desde ese tiempo hasta nuestros días.
Los "extraños" son normalmente confusos para imaginar cualquier medio por el
cual la secta gobernante podría mantener fuertemente el control sobre una
comunidad esparcida por el mundo. Este poder es basado, finalmente, en el terror
y el miedo. Sus misterios son mantenidos ocultos de los extraños, pero con un
estudio diligente se puede obtener alguna idea de ellos.
El arma de la excomunión es una de las temidas, y el miedo que ella [42] inspira
yace en alguna magnitud, en la creencia de los Judaístas, de la eficacia física de las
maldiciones enumerada en el Deuteronomio y en otros libros; la Enciclopedia
Judía testifica sobre esta continuada creencia. En esta materia hay un fuerte
parecido con las creencias de los nativos africanos que morirán si son "hechizados",
y al miedo de los negros norteamericanos a los hechizos del Voodoo. Expulsión de
la comunidad es una multa mucho más temida (y en el pasado a menudo una letal)
de la cual se pueden encontrar ejemplos en la literatura de nuestros días.
También, para el devoto (o para esta materia, el supersticioso) Judahísta la Torah-
Talmud es la única Ley, y si se someten formalmente a las leyes de los países
dónde ellos moran, es con esta reserva interna. Bajo esta única-Ley, el sacerdocio
controla todos los poderes judiciales y magistrales (y a menudo les han sido
formalmente delegados a ellos por los gobiernos), y literalmente la Ley incluye la
pena capital en numerosas casos; en la práctica el sacerdocio en las comunidades
cerradas de la dispersión, a menudo ha exigido esa pena.
La Jerusalén a la cual algunos retornaron estaba lejos de Babilonia, en aquellos
tiempos, y después de su primer golpe (el rechazo a la oferta de amistad de los
Samaritanos) los Levitas se encontraron incapaces, al parecer por la distancia, para
refrenar los impulsos normales de tipo humano. Los Judahítas, en su fragmento
empobrecido de tierra, comenzaron a establecerse y a casarse entre sí con sus
vecinos. No rompieron ninguna ley comprendida por ellos. Los libros de la Ley aún
estaban compilándose en Babilonia; sabían sobre los centenares de esposas de
Salomón y del suegro Medianita de Moisés, pero no sabían todavía, que Moisés
había sido resucitado para exterminar a todos los Medianitas, exceptuando a las
vírgenes. Así que ellos se casaron con las hijas e hijos de sus vecinos y este
mestizaje natural continuó durante aproximadamente ochenta años después del
retorno.
Durante ese período los Levitas en Babilonia completaron la Ley, un impacto que
todas las naciones lo han sentido desde entonces. Ezekiel de la familia de los Altos
Sacerdotes, fue su arquitecto principal y probablemente, todos, los cinco libros de
la Ley, como han llegado hasta aquí, llevan su marca. Él fue el padre fundador de la
intolerancia, del racismo y de la venganza como religión, y del asesinato en el
nombre de Dios.
El libro de Ezekiel es el más significativo de todos los libros del Antiguo
Testamento. Es incluso más significativo que Deuteronomio, Leviticus y Números, porque parece ser la fuente central de la cual las oscuras ideas de esos
libros de la Ley suergieron primero. Por ejemplo, quien estudia las maldiciones
enumeradas en el Deuteronomio llega a sospechar que la deidad en cuyo nombre
ellas fueron proferidas, era de una naturaleza diabólica, y no divina; el nombre,"Dios", en el sentido que se le ha dado, no puede acoplarse con tales amenazas. En
el libro de Ezekiel, el estudioso encuentra esta sospecha expresamente confirmada.¡Ezekiel pone en la boca misma de Dios la declaración que él había hecho leyesmalvadas para inspirar miseria y miedo! Esto aparece en capítulo 20 [Ezekiel
20:25] y entrega la clave para todo el misterio de "la Ley Mosaica."
En este pasaje Ezekiel pareciera estar contestando el ataque de Jeremías sobre los
[43] Levitas en la materia del sacrificio de los primogénitos: "Y ellos han construido
los lugares altos para quemar a sus hijos e hijas en el fuego; qué yo no ordené,
ni entró en mi corazón". Ezekiel no está muy preocupado sobre el destino de los
hijos e hijas, pero se enfurece claramente ante la acusación que el Señor no había
ordenado el sacrificio de los primogénitos, cuando los escribas habían atribuido
esta orden repetidamente a él. Su réplica mordaz sólo está interesada en mostrar
que Dios lo había ordenado para justificar al sacerdocio; la admisión que los
mandamientos eran malvados es casual e indiferente, como si esto no tuviese
ninguna importancia:
"Yo soy el Señor tu Dios; camina en mis estatutos y observa mis juicios, y
hacedlos…. A pesar de los hijos que se rebelaron contra mí; ellos no caminaron en
mis estatutos, ni observaron mis juicios para hacerlos…. entonces yo dije, yo
verteré mi furia sobre ellos, para lograr mi enojo contra ellos en el desierto…. Por
lo cual también les di estatutos que no eran buenos y juicios con los
cuales no podrían vivir; Y yo los contaminé en sus propias ofrendas,
en eso que causaron para atravesar por el fuego a todo lo que abría elútero, que yo podría hacerlos desolados, al final que podrían saber
que yo soy el Señor."
¡La decisión de los teólogos cristianos, que el Antiguo Testamento es "igualmente
de autoridad divina" con el Nuevo Testamento, probablemente incluye este pasaje!
Ezekiel, en su día, prohibió cualquier protesta agregando rápidamente, "¿Y seré yo
interrogado por ti, O casa de Israel? Mientras viva, dijo el Señor, yo no seré
interrogado por ti."
Ezekiel experimentó la Caída de Judah y el traslado de la secta a Babilonia, de tal
manera que su libro, es en partes, un relato de un testigo visual de los eventos. Sus
otras partes "proféticas", muestran literalmente a este padre-fundador del
Judaísmo, que fue un hombre de la oscuridad, incluso con obsesiones demoníacas;
de hecho, probablemente no podrían imprimirse públicamente partes del libro de
Ezekiel como algo sino Escritura.
En el principio él retrata (en palabras que él también atribuye al Señor Dios) un
sitio de Jerusalén en que él, Ezekiel, para reparar "la iniquidad de las personas", es
ordenado comer excremento humano cocido antes sus ojos. A su súplica, que él
siempre ha observado escrupulosamente las leyes dietéticas y nunca ha tomado
algo abominable en su boca, esto es mitigado cambiándolo a estiércol de vaca.
Luego él amenaza a los transgresores con el canibalismo, una maldición en que los
Levitas pusieron un marcado acento:
". . los padres se comerán a los hijos en medio de ustedes y los hijos se comerán a
sus padres…. una tercera parte caerá por la espada…. y yo esparciré una tercera
parte hacia todos los vientos…. el hambre y las bestias malvadas…. la pestilencia y
sangre…. "
Todo esto será la retribución por la non-observancia, no por hechos malvados.
Páginas de maldiciones siguen y Jehová promete usar a los Gentiles como vara de
castigo: "En donde yo traeré al peor de los paganos,.. y ellos poseerán tus casas."
Retratando lo que sucederá a aquellos que rinden culto a "otros dioses", Ezekiel en
una visión característica ve "aquellos que han cargado contra la ciudad" (Jerusalén)"se acercan, cada hombre con su arma de destrucción en su mano", Uno, con un
[44] tintero de escribano a su costado, es ordenado por el Señor, "pasa por el medio
de Jerusalén y pon una marca en las frentes de los hombres que suspiran y que
lamentan por todas las abominaciones que se han hecho en medio de esto (éstos
son los devotos en la "observancia").
Habiendo sido marcadas las frentes, Ezekiel cita al Señor, "en mi oído", diciendo a
los hombres, "Ve a través de la ciudad y golpead con violencia; no permitas que tu
ojo salve, tampoco tengas piedad; mata absolutamente a jóvenes y viejos, criadas y
doncellas, y niños pequeños y mujeres; pero no te acerques a ningún hombre en
quien esté la marca. . . y ellos fueron adelante y mataron en la ciudad."
Después del tiempo de Ezequiel, los hombres pueden haber pensado que era sabio
ser visto suspirando y llorando en Jerusalén; de aquí, quizás, el Muro de los
Lamentos. Capítulo tras capítulos de amenazas le siguen, siempre con la condición
seductora que si los transgresores se vuelven de su maldad hacia la observancia,
cosas aún mucho peores caerán sobre los paganos:
"Yo te tomaré de entre los paganos, y te sacaré de todos los países, y te traeré a tu
propia tierra…. Y morarás en la tierra que yo di a tus padres, y tú serás mi pueblo, y
yo seré tu Dios…. Congréguense ustedes mismos, y vengan; júntense a cada lado de
mi sacrificio que yo sacrifico para ustedes, incluyendo un gran sacrificio para
ustedes, incluso un gran sacrificio sobre las montañas de Israel, que tu podrás
comer carne y beber sangre. Comerás la carne del poderoso, y beberás la sangre de los príncipes de la tierra…. Y comerás la grasa hasta que estes lleno, y beberás la
sangre hasta embriagarte…. y yo pondré mi gloria entre los paganos, y todos los
paganos verán mi enjuiciamiento que yo he ejecutado, y mi mano que yo he puesto
sobre ellos." [Ezequiel 39:17]
Mientras la escuela de escribas fundada por Ezekiel continuó durante ochenta
años, en Babilonia, compilando su Ley, los repatriados Judahítas en Jerusalén
desarrollaban gradualmente relaciones normales con sus vecinos. Ellos nunca
habían conocido el régimen de fanatismo y exclusión que estaba preparándose para
ellos en Babilonia.
Muchas de las personas todavía oraban a "otros dioses" por lluvia, cosechas, sol y
por el ganado, y a Jehová en las contiendas tribales.
Entonces, en el 458 AC los
Levitas atacaron.
Su Ley estaba lista, lo cual no fue en sí mismo de mucha importancia. El Rey Persa
estaba listo para promulgarla para ellos, y eso fue de mayor importancia,
entonces y hasta este momento. Por primera vez la secta gobernante logró el
milagro, que desde entonces han logrado repetidamente: por algunos medios, han
inducido a un gobernante extranjero, quien era claramente su amo y en todas las
apariencias exteriores, un potentado poderoso en su propio derecho, para poner
sus soldados y dinero a su disposición.
En este día en el 458 BC, los Judahítas en Jerusalén fueron finalmente separados
de la humanidad y esclavizados, en un cierto modo, que nunca conocieron en
Babilonia. Esto fue el verdadero "comienzo del asunto". La historia es relatada en
los libros de Ezra y Nehemiah, los emisarios Levíticos de Babilonia, que fueron
enviados a Jerusalén para dar fuerza a la ley de Ezekiel. [45]
Ezra del alto sacerdocio, vino de Babilonia a Jerusalén con unos 1500 seguidores.Él venía en el nombre del Rey Persa Artaxerxes, el Manos grandes, con soldados
persas y oro persa. Llegó tal como el Dr. Chaim Weizmann llegó a Palestina en
1917, apoyado por soldados británicos y oro británico, y en 1947, apoyado por el
dinero norteamericano y su poder. Ezra era en una forma legal, un emisario Persa
(el Dr. Weizmann, un judío nacido en Rusia, era legalmente un emisario británico
en 1917).
¿Qué medios encontró la secta para disponer al Rey Artaxerxes a su voluntad?,
Nadie puede decirlo ahora; después del Rey Cyrus, él fue el segundo potentado en
jugar el rol de títere y en nuestro siglo, esta prontitud se ha vuelto una estricta
calificación para la vida pública.
Ezra trajo la nueva Ley racista con él. Primero le dio fuerza entre sus propios
compañeros de viaje, permitiendo que lo acompañaran sólo aquellos que podían
demostrar ser Judahítas por descendencia, o Levitas.
Cuando alcanzó Jerusalén, estaba "lleno con el horror y el abatimiento" (Dr.
Kastein) por el predominio de los matrimonios mixtos. Los Judahítas estaban
encontrando la felicidad a su modo; "tolerando el mestizaje con las tribus vecinas
ellos habían establecido relaciones pacíficas basadas en lazos de familia".
El Dr. Kastein (quién estaba igualmente horrorizado por este cuadro muchos siglos
después) tiene que admitir que los Judahítas por este mestizaje "observaron su
tradición como ella se entendía en esos tiempos" y que no rompieron ley alguna
conocida por ellos. Ezra trajo la nueva Ley de Ezekiel, que una vez más,
suplantaba la "antigua tradición". En su estatus como emisario del rey Persa,
reunió a los Jerusalemitas congregado y les dijo que todos los matrimonios mixtos
serían disueltos; desde entonces todos los "extraños" y todos los extranjeros fueron
excluidos rigurosamente. Una comisión de superiores fue fijada para deshacer
todos los matrimonios forjados y así destruir todas las relaciones "pacíficas basadas
en lazos de familia".
El Dr. Kastein dice que la medida de "Ezra fue indudablemente reaccionaria;
elevada a la dignidad de una ley, una promulgación que en ese momento no
estaba incluida en la Torah" (qué los Levitas, en Babilonia, todavía estaban
escribiendo). El uso del Dr. Kastein de la palabra "dignidad" es de interés en este
contexto; su libro fue publicado, en Berlín, veinticuatro siglos después, en el año
que Hitler promulgó exactamente el mismo tipo de ley; ¡Fue llamada entonces"infame" por los Sionistas, y los ejércitos de Occidente, invirtiendo el rol de los
soldados Persas del 458 BC., fueron movilizados para destruirlo!
El efecto de este hecho fue el natural, en el 458 BC como en 1917 DC: las gentes de
la vecindad se sintieron afrentadas y alarmadas por la innovación-no-conocida. Lo
vieron como una amenaza a ellos mismos y atacaron Jerusalén, destruyendo los
símbolos de la inferioridad que le imputaban: sus muros. Por ese tiempo Ezra,
como cualquier sionista del siglo XX, había retornado a su hogar en el extranjero,
por una vez más, la estructura artificial empezó a derrumbarse y se reasumieron las
tendencias naturales: el matrimonio mixto comenzó nuevamente y llevó de nuevo a
relaciones "pacíficas basadas en los lazos de familia. Sólo la fuerza podría impedir
que esto sucediera. [46]
Después de 13 años, el 445 BC, los superiores en Babilonia atacaron nuevamente.
Nehemiah fue otra figura, tan típica de nuestro siglo como de ese tiempo en
Babilonia. Era descendiente de Judahítas y estaba en una alta posición en los
favores del Rey Persa (tal como los "consejeros" Sionistas están habitualmente hoy
a la mano derecha del Primer Ministro británico y de los Presidentes
norteamericanos; el paralelo no podría ser más justo). Era quien le llevaba las
copas al propio Artaxerxes. Llegó de Babilonia a Jerusalén con el poder dictatorial y
bastantes hombres y dinero para reconstruir los muros de la ciudad (con los gastos
a expensas de los Persas; el paralelo con la actualidad continúa), y esta se
transformó así en el primer ghetto verdadero. Era un ghetto vacío, y cuando las
murallas estaban listas, fue que Nehemiah ordenó que uno de cada diez Judahítas
fuese elegido por su destino para residir en ella.
La raza se transformó en lo supremo, aunque todavía no estaba escrita en la Ley,
los seguidores de Jehová que no podían satisfacer a los oficiales Persas y a los
superiores Levitas de su descendencia de Judah se rechazaron, incluso los de
Benjamín o Levi "con horror" (Dr. Kastein). Cada hombre tenía que establecer "la
pureza indiscutible de su casta" desde los registros de nacimiento (el decreto del
Siglo XX de Hitler sobre las abuelas arias era menos extremo).
Entonces, el 444 BC, Nehemiah hizo que Ezra personificara la prohibición de los
matrimonios mixtos en la Torah, para que por fin lo que se había hecho se
transformara en parte de la bastante-enmendada "Ley" (y David y Salomón
probablemente fueron expulsados póstumamente de la comunidad). Los jefes de
clanes y familias fueron reunidos y se les exigió firmar una promesa que ellos y sus
gentes, guardarían todos los estatutos y juicios de la Torah, con énfasis especial en
esto que era nuevo.
En Leviticus la necesaria inserción fue realizada: "Yo los he desunidos de otras
personas ya que ustedes serán míos". Desde allí que ningún Judahíta podría
casarse fuera del clan, bajo la pena de muerte; cada hombre que se casaba con una
mujer extranjera cometía un pecado contra Dios (Nehemiah, 13.27; ésta es la ley
en el estado Sionista de hoy). Los "Extraños" tenían prohibición para entrar en la
ciudad, para que los Judahítas se pudiesen "purificar de todo extraño."
Nehemiah y Ezra eran ambos testigos de presencia. Nehemiah es ideal, un narrador
indiscutible: estaba allí, él era el dictador, suya fue la acción. Él dice que cuando
Ezra por primera vez lee esta nueva Ley a los Jerusalemitas:"Todas las personas lloraron cuando escucharon las palabras de la
Ley."
Estas doce palabras de periodismo contemporáneo, traen claramente la escena ante
el lector de hoy, como si hubiera ocurrido hace veinticuatro horas, y no hace
veinticuatro siglos. Él ve el llanto, la masa hecha ghetto en el 444 AC, a través de los
ojos del hombre que, con los soldados persas a su lado, les forzó en su primera y
verdadera cautividad, una de tipo espiritual, que después de esto, se adjuntaría a
cualquier hombre que se llamara a sí mismo "judío".
Nehemiah se quedó doce años en Jerusalén y luego se volvió a la corte babilónica.
En seguida, la estructura artificial que él había establecido en Jerusalén comenzó a
desintegrarse, por lo que algunos años después él descendería nuevamente a la
ciudad dónde una vez más, los matrimonios mixtos habían ocurrido. Él los"disolvió por la fuerza", [47] también imponiendo "las penas más severas" en
transgresiones posteriores de este tipo.
Luego, "con una visión para aplicar rigurosamente el principio selectivo, estudió
cuidadosamente el registro de nacimientos nuevamente" y los expulsó a todos,
incluyendo a las familias Aaronitas, en cuya descendencia pudiera encontrarse la
falla más ligera. Finalmente, "cruelmente purgó" a la comunidad de todos aquellos
que habían fallado en la obediencia "incondicional y resuelta al orden establecido y
a la ley" e hizo que todo el pueblo renovara su promesa.
Esto es conocido como "el Nuevo Convenio" (tal como el Deuteronomio fue la Segunda Ley; estas palabras calificativas son los hitos de la herejía
suplantadora). Tuvo que ser firmada, ante las órdenes de los Levitas y bajo la
coacción de los persas, por cada hombre en Jerusalén, individualmente, como si
fuese un contrato comercial. Entonces Nehemiah partió finalmente a Babilonia, su
hogar, habiendo "completado la tarea del aislamiento" y "dejó atrás, una
comunidad que, convenida como estaba ahora, sobre todos los asuntos
fundamentales, podía defenderse por sí misma. Había organizado su vida cotidiana
para ellos y había construido sus fundaciones espirituales". Estas palabras son del
Dr. Kastein; el lector ha visto, también en sus palabras, cuales fueron los medios
que llevaron a estos Jerusalemitas a "estar de acuerdo en todos los asuntos
fundamentales".
Por este tiempo, aproximadamente cuatrocientos años habían pasado desde que
Israel había repudiado a Judah, y trescientos desde la conquista Asiria de Israel.
Este período de tiempo, fue usado por los Levitas para completar la perversión de
la tradición más antigua, poner su Ley racial-religiosa por escrito, y finalmente
atraparlos, como con grilletes, a los Judahítas en la pequeña provincia Persa de
Judea. Ellos habían tenido éxito preparando su credo tribal fantástico, y
estableciendo su pequeña teocracia. Ellos habían dado comienzo al agente
catalizador en su viaje a través de los siglos.
Por más de cien generaciones, desde ese día cuando el Nuevo Convenio fue
establecido con las armas Persas, y las personas que habían llorado fueron
obligados a firmarlo nuevamente, una masa de seres humanos, variados en sangre
pero estrecha o flojamente contenidos en las ataduras de esta Ley, ha llevado su
carga y herencia, en el aislamiento espiritual del resto de la humanidad. La singular
paradoja persiste: aunque su encadenamiento fue inventado por los Levitas, las
cadenas eran Persas. En ese día como desde entonces, aunque la fanática secta ha
dictado su continua cautividad, armas extranjeras y dinero extranjero los han
mantenido allí.
¿Dónde yace la responsabilidad entre aquellos que incitan a un hecho y aquellos
que lo cometen? Si la respuesta es que la mayor y última responsabilidad yace en el
perpetrador, entonces el veredicto de la historia es indiscutible, aunque
extrañamente, esa responsabilidad por la herejía del Judaísmo yace en los Gentiles,
quienes desde los tiempos del Rey Persa a hasta este siglo, han cumplido lasórdenes de la secta que lo inventó.
Fue una herejía: En el día cuando los soldados del Rey Artaxerxes obligaron a los
Jerusalemitas a que firmaran el Nuevo Convenio de Ezekiel, la perversión de la
antigua tradición Israelita fue completada y la afirmación de Dios fue
suplantada [48] por el rechazo de Dios.
¡Ningún parecido quedaba entre el Dios de los mandamientos morales y la deidad
malévola de Ezekiel, que hacía alardes que él había ordenado a los hombres que
mataran a sus primogénitos para mantenerlos en el temor de él! Esto no era un
Dios revelado, sino una deidad hecha por el hombre, la encarnación de un
tribalismo primitivo. Lo que esas antiguas personas firmaron bajo coacción, en el
Nuevo Convenio, o fue el rechazo formal de Dios o la demanda formal que Dios era
Judah, y ésta es de hecho, la afirmación expresamente dicha en muchas
pronunciaciones Sionistas de nuestro tiempo, así la herejía ha sido abiertamente
confesada:
"Dios está absorto en el nacionalismo de Israel. Él ha llegado a ser los genios
nacionales. . . Él crea el mundo en el idioma hebreo. Él es el Dios Nacional
(Rabino Salomón Goldman).
"Nosotros y Dios crecimos juntos. . . Nosotros tenemos un Dios nacional. . .
Nosotros creemos que Dios es judío que no existe ningún Dios inglés o
norteamericano" (Sr. Maurice Samuel).
"No fue Dios quien legó este pueblo y su significado. Fue este pueblo quien
legó este Dios y este significado" (Dr. Kastein).
Estas declaraciones son explícitas, y tales frases son fáciles escribir en este siglo, en
Nueva York o Chicago, Londres o Berlín. Pero al comienzo de este asunto, tal como
Nehemiah lo grabó:
"Todas las personas lloraron cuando ellos escucharon las palabras de
la Ley" y desde ese día ha dado muchas pero muchas causas para
llorar.
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