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La Controversia de Sión
Douglas Reed

p.49 50 51

Capítulo 7


La traducción de la ley

El evento más importante (como se demostró) de los próximos cuatrocientos años, fue la primera traducción de las escrituras Judaicas (después llegaría a ser conocida como el Antiguo Testamento) en una lengua extranjera, al griego. Esto habilitó, y todavía habilita, "al pagano" para conocer parcialmente la Ley que ordenaba su propia esclavitud y destrucción y la supremacía de Judah. Salvo por esta traducción, la naturaleza literal del Judaísmo debió seguir siendo una materia de conjetura, considerando que la traducción parecía ser una de evidencias y pruebas.

Por esa razón es a primera vista sorprendente que la traducción fuese hecha alguna vez (como la tradición dice, por setenta y dos estudiosos judíos en Alejandría entre el 275 y 150 A.C..) El Dr. Kastein explica que fue emprendida "con un objetivo definido en vista, de hacerla comprensible a los griegos; esto llevó a la distorsión y al tergiversación de las palabras, a los cambios de significado, y la substitución frecuente de términos generales e ideas para aquellos que eran completamente locales y nacionales."

Las palabras del Dr. Kastein en este caso, fueron descuidadamente escogidas si se pensaba enmascarar lo que ocurrió: una materia no es hecha "comprensible" para otros torciendo y retorciendo, cambiando su significado, y sustituyendo los términos ambiguos por otros más precisos. Es más, así sabido, un estudioso Judaico debe de haber sabido lo que la Enciclopedia Judía graba en sus archivos, que el Talmud más tarde incluso "prohibió la enseñanza a un Gentil de la Torah, cualquiera que le enseñe a él, se hace 'merecedor de la muerte'". De hecho, el Talmud vio tal peligro en la adquisición de conocimientos de la Ley por el pagano, que preparó la Torah oral, como último depósito de los secretos de Jehová, a salvo de cualquier ojo Gentil.

Si las escrituras Judaicas fueron traducidas al griego, entonces, esto no fue para el beneficio de los griegos (el Dr. Kastein escribió para un público principalmente Gentil). La razón, casi con certeza, fue que los judíos mismos necesitaban la traducción. Los Judahítas había perdido su lengua hebrea en Babilonia (después esto se transformó en un misterio sacerdotal, "una de las ataduras espirituales secretas que unieron a los Judaístas de la Diáspora, como dice el Dr. Kastein), y hablaban arameo. Sin embargo, el único cuerpo más grande de judíos estaba en Alejandría, dónde el griego se volvió su idioma de cada día; muchos de ellos ya no podían entender el hebreo y una versión griega de su Ley era necesaria como base para las interpretaciones rabínicas de él.

Sobre todo, los superiores no podrían haber previsto que después de siglos, una nueva religión se levantaría en el mundo, que tomaría sus escrituras como parte de su propia Biblia, y así traer "la Ley Mosaica" ante los ojos de toda la humanidad. Si lo hubiesen previsto, la traducción griega nunca podría haber sido hecha.

No obstante, a los traductores les fue recordado evidentemente por los sacerdotes, que su trabajo llevaría "la Ley", por primera vez, bajo el escrutinio Gentil; de aquí las distorsiones, tergiversaciones, cambios y substituciones mencionadas por el Dr. Kastein. Un caso de éstos, se da al parecer, en Deuteronomio 32.21; cuya traducción que [50] ha llegado al pagano, alude vagamente a "una nación tonta", considerando que la referencia en el original hebreo, según la Enciclopedia Judía, dice "viles y viciosos Gentiles".

¿Qué fue traducido? Primero, los cinco libros de la Ley, la Torah. Después que el"Nuevo Convenio" se había impuesto forzosamente en los Jerusalemitas por Ezra y Nehemiah, el sacerdocio en Babilonia le había dado otra revisión más a la Torah: "una vez más editores anónimos dieron a su historia pasada, sus tradiciones, leyes y costumbres, un significado total para mantenerlos en la teocracia y aplicable a ese sistema de gobierno…. La forma que la Torah recibió entonces, fue la forma final y conclusiva que no sería alterada ni por una letra; ningún pensamiento, palabra o letra de él serían cambiadas."

Cuando hombres mortales "dan significado" repetidamente a algo que ya se suponía era inmutable, y fuerzan toda la tradición espiritual en la estructura de su ambición política mundana, lo que queda no puede ser una revelación original de Dios. Lo que había pasado fue que la antigua tradición Israelita había sido expurgada o cancelada, y en su lugar, había asumido la ley racial Judaica en su"último y conclusiva forma".

El mismo método se siguió en la recopilación de los otros libros, históricos, proféticos o líricos.
El libro de Daniel, por ejemplo, se completó aproximadamente en este tiempo, es decir, unos cuatrocientos años después que los eventos relatados en él; poco asombra que el autor anónimo obtuviera todos sus datos de hechos histórico incorrectos. El Dr. Kastein es franco sobre la forma en que estos libros fueron producidos:

"Los editores que pusieron los libros de Joshua, Jueces, Samuel y Reyes en su forma final recogieron cada fragmento" (de las enseñanzas viejas y tradiciones) y "creativamente las interpretaron. . . Siempre fue definitivamente imposible asignar las determinadas palabras a personas determinadas, porque ellos frecuentemente habían trabajado anónimamente, y, como los editores se preocupaban más por la materia en cuestión, que por la exactitud filológica, ellos se sentían satisfechos con ligar juntos los refranes de los profetas lo mejor que pudieron". (Este método podría responder a la atribución de una profecía "Mesiánica" idéntica a dos profetas, Isaiah 2, 2-4, y Micah 4, 1-4, y por las numerosas repeticiones que se encuentran en otros libros).

La materia
, entonces, era la cosa importante, no la verdad histórica, o la "exactitud filológica", o la palabra de Dios. La materia era el nacionalismo político en la forma más extrema alguna vez conocida por el hombre, y en conformidad con este dogma, fue la única regla que tenía que ser observada. La forma en que estos libros fueron compilados, después que Judah fue repudiada por Israel, y las razones, están claras para cualquiera que estudie su origen.

El producto resultante, la acumulación de quinientos o seiscientos años y el trabajo de generaciones de sacerdotes políticos, fue el libro que se tradujo al Griego, aproximadamente en el 150 BC. Después de la vida de Jesús este libro y el Nuevo Testamento, fue traducido al Latín por San Jerome, cuando ambos partes "llegaron a ser considerados por la Iglesia de autoridad divina por igual y como secciones de un libro" (de una típica [51] enciclopedia moderna), un dictum teológico que fue formalmente confirmado por el Concilio de Trent, en el decimosexto siglo de nuestra era y se ha adoptado por casi todas iglesias protestantes, aunque en esta materia ellos podrían haber encontrado razones válidas para protestar.
En vista de los cambios que fueron hechos, en la traducción, (vea las palabras de Dr. Kastein, sobre esto), nadie sino los estudiosos del Judaísmo podrían decir hoy cuan cercano es el Antiguo Testamento en el original hebreo-arameo con la versión que ha llegado hasta ahora, de la primera traducción al Griego, como una de las dos secciones de la Biblia de la Cristiandad. Claramente se hicieron cambios sustanciales, y aparte de eso está la "Torah oral", y la continuación Talmúdica de la Torah, de tal manera que el mundo Gentil, nunca ha conocido la verdad total de la Ley Judaica.

No obstante, la esencia de esto está totalmente en el Antiguo Testamento, tal como ha llegado a la Cristiandad, y ésa es una cosa sorprendente. Cualquier cosa se pueda haber cancelado o se pueda haber modificado, la deidad tribal vengativa, el credo salvaje y la ley de destrucción y esclavitud permanecen llanas para que todos la puedan ponderar. El hecho es que ninguna cantidad de tergiversación, distorsión, cambios u otros subterfugios podría ocultar la naturaleza de la Ley Judaica, una vez que fue traducida; aunque se le embelleció de hecho, la escritura debajo yace claramente, y ésta es la mejor evidencia que, cuando fue autorizada la primera traducción, el público universal que alcanzaría finalmente, no fue previsto.
Con esa traducción, el Antiguo Testamento, tal como lo llamamos y lo conocemos ahora, entró en Occidente, su enseñanza de odio racial y de destrucción mutó sólo un poco por las enmiendas. Eso fue incluso antes que la historia de Occidente comenzara de verdad.

Con el tiempo Occidente y la Cristiandad, tenían diecinueve siglos y medio de edad, los líderes políticos allí, sintiendo mucho temor de la secta central del Judaísmo, había comenzado a hablar con temor piadoso del Antiguo Testamento, como si este fuera la mitad buena del Libro por el que profesaban para vivir. No obstante era, como siempre había sido, la Ley de la destrucción de sus pueblos y de esclavitud, y todos sus actos, bajo la servidumbre que ellos aceptaron, llevaban hacia ese fin.

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