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Capítulo 9
El auge de los fariseos
Estos Fariseos, quienes formaron el partido político más numeroso en la pequeña
provincia romana de Judea, contenían a la secta interna dominante, anteriormente
representada por el sacerdocio de los Levitas. Se hicieron ellos mismos los
portadores de la idea Levítica en su forma más fanática, tal como había encontrado
expresión en Ezekiel, Ezra y Nehemiah; estaban juramentados en "la observancia
estricta de la pureza Levítica", dice la Enciclopedia Judía.
Tal como los Levitas habían triunfado sobre los protestantes Israelitas, y tuvieronéxito desuniendo Judah de su vecindad, de la misma forma actuaron los Fariseos,
sus sucesores, preparados para aplastar cualquier esfuerzo por reintegrar a los
Judahítas en la humanidad.
Ellos eran los guardianes de la idea destructiva, y el próximo capítulo en la historia
de Sión será el de su victoria; como en el caso de los Levitas, el trasfondo de esto
iba a ser la destrucción de Jerusalén.
Entre los sacerdotes mismos, las generaciones de paso habían producido algo como
una revuelta contra el proceso de enmendaduras constantes de La Ley,
comenzando por los escribas de las escuelas de Ezekiel y Ezra. Estos sacerdotes
sostuvieron que La Ley era ahora inmutable y que no debía ser "reinterpretada".
A este desafío (qué golpeaba la raíz misma del nacionalismo Judaísta) los Fariseos
en una mortal enemistad opusieron su respuesta: que ellos eran los guardianes de"las tradiciones" y de la Ley oral, directamente impartida por Dios a Moisés, que
nunca debía ser puesta por escrito, pero que estaba por encima de todo el resto de
La Ley. Esta afirmación de poseer los secretos de Dios (o, en la realidad, ser Dios)
está en el corazón del temor místico en el cual tantas generaciones de Judíos son
mantenidas por "los sabios"; tiene un poder de aterrar a tal punto que incluso los
seres ilustrados en las franjas lejanas de la Judería realmente no pueden escapar.
No obstante, el impulso instintivo para liberarse de esta esclavitud ha dado
nacimiento a Partidos moderados en todo momento en el Judaísmo, y en este
período estaba el de los Saduceos que representaban la mayor parte del sacerdocio
y estaban por "mantener la paz de la ciudad" y evitar los conflictos violentos con los
señores romanos. Los Fariseos y los Saduceos eran enemigos encarnizados. Esta
disensión interna entre los judíos ha continuado durante veinticinco siglos hasta
nuestros tiempos.
Es principalmente de interés académico para el resto de la humanidad (aunque
tiene que ser grabado) porque la historia muestra que siempre que la disputa por y
contra "buscar la paz de la ciudad" ha alcanzado un clímax, el Partido de la
segregación y la destrucción siempre ha prevalecido, y las líneas de los Judaístas se
ha cerrado detrás de ellos. El presente siglo ha entregado el último ejemplo de esto.
Al comienzo de su establecimiento en Alemania, Inglaterra y Norteamérica, la
comunidades judías (quienes puede ser comparadas con los Saduceos) eran
implacablemente hostiles a los Sionistas de Rusia (los Fariseos), pero dentro de
cincuenta años, el Partido extremista se había hecho portavoz exclusivo de "los
judíos" con los gobiernos Occidentales, y había tenido éxito derrumbando casi toda
la oposición entre las comunidades judías del mundo. [56]
Los Fariseos ocupan el segundo lugar en la genealogía de la secta, la cual ha traído
casi todos los grandes eventos en nuestro tiempo. La línea de descendencia es de
los Levitas en Babilonia, a través de los Fariseos en Jerusalén, luego a través del
Talmudistas de España y los rabinos de Rusia, a los Sionistas de hoy.
El nombre "Fariseo", según las autoridades Judaístas, quiere decir "uno que se
separa así mismo", o se mantiene alejado de las personas o cosas impuras para
lograr el grado de santidad y rectitud requerido en aquellos que comulgarán con
Dios. Los Fariseos formaron una liga o hermandad de los suyos, admitiendo en sus
Concejos más internos sólo a aquellos que, en presencia de tres miembros, se
prometían a sí mismos a la estricta observancia de la pureza Levítica. Ellos fueron
los primeros especialistas en conspiraciones secretas, como ciencia política.
La experiencia y el conocimiento ganados por los Fariseos puedes ser plenamente
trazado en los métodos usados por los Partidos misteriosos que han surgido en
Europa durante los últimos dos siglos, y particularmente en aquellos que
participaron en la revolución destructiva en Europa que han sido organizadas por
los Judíos y guiadas por Judíos.
Por ejemplo, los Fariseos originalmente inventaron el método básico, descansando
en el miedo mutuo y la sospecha por el cual los conspiradores de nuestros días se
mantienen unidos y las estructuras conspirativas se hicieron fuertes. Este es el
sistema de espía-sobre-espías e informantes-entre-informantes sobre el cual se
construye el Partido Comunista (y su Ejército Rojo; las regulaciones oficiales que
muestran al "Comisario político" e "Informante" ser una parte reconocida de la
estructura militar, desde el alto nivel de mando hasta el pelotón).
Los Fariseos emplearon primero este dispositivo, basándolo en un pasaje en el
Leviticus: "Pondrás una guardia alrededor de mi guardia" (citado por la
Enciclopedia Judía del original hebreo, en uso entre los judíos). La naturaleza
de la máquina revolucionaria que fue preparada en Europa en el Siglo
Decimonono, no puede comprenderse totalmente a menos que se tenga en cuenta
el conocimiento y el entrenamiento Talmúdico; y los Fariseos fueron los primeros
Talmudistas. Ellos afirmaron tener la autoridad divina para cualquier decisión de
sus Escribas, incluso en caso de error, y éste es un concepto imperante del
Talmud.
Bajo el dominio de los Fariseos surgió por primera vez la idea Mesiánica que habría
de tener grandes consecuencias a través de los siglos. Era desconocida para los
primeros profetas Israelitas; ellos nunca admitieron la noción de una Raza de Amos
exclusiva, y por consiguiente, no podrían estar conscientes del concepto posterior,
de un visitante que vendría a preparar personalmente el reino supremo de esta
exclusiva Raza de Amos en la tierra.
La naturaleza de este evento Mesiánico está clara en las autoridades Judaístas. La
Enciclopedia Judía dice que la concepción de los Fariseos de ella fue que "la
majestad de Dios será reconocida universalmente en el futuro. . . La majestad
de Dios excluía a cualquier otro". Ya que Jehová, según la Torah del comienzo,
sólo "reconocía" a los judíos, esto significaba que el mundo pertenecería a los
judíos. El Talmud más tarde confirmó esto, si quedaba alguna duda, ordenando
que "los non-judíos serán como tales, excluidos [57] de la admisión en un mundo
futuro" (ex Rabino Laible).
La masa de los Judahítas esperaban indudablemente que "el Ungido", cuando
viniera, restauraría su gloria nacional; en el estado teocrático perfecto él sería su
líder espiritual, pero también su líder temporal que reuniría a las personas
esparcidas en un reino supremo en este mundo. La idea Mesiánica, tal como tomó
forma bajo los Fariseos, no era una expectativa de algún reino en el cielo sin
relación con el triunfo material en la tierra, o de todos modos, no estaba entre las
masas de personas.
De hecho, la expectativa Mesiánica, debe haber sido en cierto sentido, el resultado
lógico y natural de la propia enseñanza de la secta. Los Fariseos, tal como los
Levitas, cuyo mensaje ellos portaban y traspasaban, afirmaban saber todas las
cosas, desde la fecha de la creación del mundo, su propósito, hasta la forma que
tomaría el triunfo del pueblo especial.
Sólo una cosa nunca declararon: el momento de esa consumación gloriosa. La carga
de la observancia que ellos pusieron en las personas fue dura, sin embargo, y era
como natural, tal como los presos de una prisión que cumplen una pena, las
personas debieron clamar para saber cuándo podrían ser liberados.
Eso parece ser el origen del Mesianismo. Las personas que una vez habían "llorado"
al escuchar las palabras de la Nueva Ley, había llevado ahora su rigor durante
cuatrocientos años. Espontáneamente estalló la pregunta de ellos:¿Cuándo? ¿Cuándo vendría la gloriosa consumación, el fin milagroso? Ellos
estaban "siguiendo todos los estatutos y juicios", y su presentación significaba una
ardua y pesada tarea. Estaban haciendo todo esto bajo "un convenio" que prometió
un premio específico. ¿Cuándo sería este premio suyo? Sus gobernantes estaban en
directa comunión con Dios, y conocían los misterios de Dios; debían ser capaces de
dar una respuesta a esta pregunta, ¿Cuándo?
Ésta fue la única pregunta que los Fariseos no podrían contestar. Ellos parecen
haber dado la respuesta más ingeniosa que ellos podrían inventar: aunque ellos no
dirían cuándo, ellos dirían que un día "el Mesías, el Príncipe" aparecería
(Daniel), y entonces allí se le daría el "dominio, y la gloría, y un reino en que
todos los pueblos, las naciones y los idiomas, deberían servirle."
Así el espíritu comprimido, ghettoizado de los Judeanos fue anestesiado con la
promesa de un visitante; el Mesianismo apareció y produjo las erupciones
recurrentes de frenética anticipación, la última de las cuales nuestro Vigésimo Siglo
está experimentando.
Así era la escena cuando, hace casi dos mil años, el hombre
de Galilea apareció. En ese momento esos Judeanos que permanecían en Judea,
había pasado los seiscientos años desde que fueron expulsados por Israel en eso
que el Dr. John Goldstein, en nuestros días llama "la oscuridad judía", y al final de
este período sólo tenían que aguardar con la esperanza de la aparición del Mesías.
El visitante que entonces apareció afirmaba que les llevaría por el camino al "reino
de los cielos". Este estaba muy en lo opuesto de eso, que guiaba sobre naciones
arruinadas a un templo lleno de oro, hacia el cual los Fariseos moviendo sus manos
les llamaban gritando, [58] "¡Observad La Ley!”
Los Fariseos eran fuertes y el "gobernador" extranjero se acobardó antes sus
amenazas (la figura era así muy parecida a nuestros días) y aquellos del pueblo que
vieron en el recién llegado, el Mesías que ellos esperaban, a pesar de su desprecio
por los premios mundanos, se pusieron en peligro de muerte diciendo eso. Ellos
estaban transgrediendo, y el gobernante romano, como el rey Persa quinientos
años antes, estaba listo para hacer cumplir "La Ley."
Evidentemente muchas de estas personas sólo estaban demasiado preparados para
escuchar, si se les permitía, a cualquiera que pudiera mostrarle el camino para salir
de su oscuridad a la luz y a la comunidad de los hombres. Sin embargo, la victoria
yacía en los Fariseos (como con los Levitas de antaño), así, una vez más, muchas de
estas personas tuvieron una causa para llorar, y la fuerza catalizadora fue
preservada intacta.
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